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Aire libre y equidad

Columna de opinión por Julio Hurtado
Lunes 4 de enero 2010 19:33 hrs.


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El mes de enero tiene en Santiago una serie de características muy positivas, que hacen más perceptibles la calidad y la belleza de la ciudad en que vivimos.

Hay menos smog, se puede apreciar la majestuosidad de nuestra geografía. A los días calurosos suceden unos muy agradables atardeceres. Es así que en esta época los habitantes de la ciudad usan más las calles y los espacios públicos.

No obstante lo anterior, y no tan sólo en Santiago, sino que en todas nuestras ciudades, se observa también la contrapartida: la comprobación que la ciudad no es igual para todos, ya que los sectores más pobres no tienen ni la cantidad ni la calidad de espacios públicos para gozar de la bella ciudad.

Al respecto, algunas cifras que nos deberían molestar, y poner alertas, y que nos deberían indignar para presionar a las candidaturas presidenciales, para que las pongan en sus lineamientos programáticos.

La Organización Mundial de la Salud recomienda que en las ciudades debiera haber 8 m2/habitante de áreas verdes. Santiago tiene solamente 3 m2. y mal repartidas adicionalmente.

Es así que las comunas más ricas (que alojan 400 mil habitantes, que casi no usan las áreas verdes públicas) tienen un promedio de 20 m2 por habitante. Y las comunas  más pobres (que alojan a casi 2 millones de habitantes) no llegan a dos m2 de áreas verdes por habitante, y además son de mala calidad.

Es por esta razón que es digno de destacar y promover toda actividad que promueva que los habitantes de la ciudad, sin distinguir su origen socioeconómico, usen las calles, las plazas

Por eso es que es tan destacable la existencia del festival de teatro Santiago a Mil.

No sólo por la difusión cultural que significa. No tan sólo por la calidad de las obras y la apertura al mundo que nos trae.
No tan sólo por la caracterización que ha hecho de Santiago como una ciudad que en el mes de enero se convierte en la capital latinoamericana del teatro.

Sino que fundamentalmente por el hecho que este festival al realizar actividades al aire libre, muchas de ellas gratuitas, está llevando a comunas de menores ingresos que nunca tienen la posibilidad de acceder a la cultura de calidad.

Este festival promueve el uso igualitario de la ciudad, desde ese punto de vista, este Festival es un instrumento mucho más igualador que muchas políticas públicas urbanas.

Por otro lado, este evento contribuye de manera decisiva a la caracterización cultural de Santiago, a la democratización del espacio público urbano, y a la promoción del amor por nuestra ciudad.

Estamos pues en presencia de la materialización de un sueño urbano cultural masivo e impactante (acordémonos de la muñeca gigante de hace un par de años, y que en esta versión se repetirá) promovido por una productora independiente, liderada por dos mujeres (Romero y Campbell) a quienes la ciudad de Santiago y sus habitantes debemos mucho por hacer de esta ciudad un lugar más hermoso, culto y democrático.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.