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Escritorio

La forma sobre el fondo

Columna de opinión por Argos Jeria
Lunes 3 de mayo 2010 11:36 hrs.


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Las clases y presentaciones verbales en general siempre han sido apoyadas de alguna forma por elementos visuales. Luego de la pizarra negra – o verde – y la tiza, llegaron las pizarras blancas y los plumones, que hoy coexisten amigablemente en colegios y universidades. Para las presentaciones breves en conferencias y seminarios se usaban hasta hace unos veinte años las transparencias, rectángulos del tamaño de una hoja de papel sobre la cual se usaban marcadores o plumones relativamente finos con los que se escribía y dibujaba elementos que permitían complementar la exposición oral al ser reproducidas en una pantalla mediante un retroproyector sobre el cual se ponía cada transparencia en forma manual. Usarlas llegó a ser un arte. Fueron completamente reemplazadas por Power Point, el programa aparecido el año 1987.

La primera vez que vi usar Power Point fue en la presentación de un alumno en Ingeniería. El muchacho debía resumir los elementos básicos de una teoría como primer paso para el desarrollo de su memoria. Orgulloso preparó el computador para mostrar en la pantalla un hermoso título con figuritas y variaciones de color. Luego mostró la primera ecuación: exhibía errores importantes al omitir ciertos elementos fundamentales. El profesor le hizo detener la charla, le hizo notar que evidentemente había invertido mucho tiempo en prepararla usando la nueva herramienta visual, le indicó el grave error cometido y le pidió que volviera a preparar la presentación para unos días más, “pero sin colores ni monitos, pues no queremos que la forma haga olvidar el fondo; la traerás en papel y escrita a lápiz”.

Me acordé de la historia recién descrita al leer una noticia en un diario norteamericano, cuyo título era “Hemos hallado al enemigo y el es Power Point”. En ella la periodista contaba la reacción de un general – líder de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán – cuando vio una de las diapositivas de una presentación diseñada para representar la complejidad de la estrategia militar concebida, pero que más parecía un plato de tallarines. “Cuando entendamos esta diapositiva ya habremos ganado la guerra”, dijo, provocando una carcajada en la audiencia. La autora también cita a otro general asegurando públicamente que “Power Point nos hace estúpidos”, y a un tercero que prohibió las presentaciones con la poderosa herramienta gráfica debido a que, en su opinión, “es peligrosa porque puede crear la ilusión de entender y la ilusión de controlar”.

No creo que PPT, como se la conoce en todas partes, sea una mala herramienta. Es de gran ayuda para hacer una síntesis y para complementar visualmente explicaciones verbales, pero es tentadora como instrumento de mercadeo, de venta de una idea o de un producto, o simplemente como un sustituto del conocimiento que no se posee. Creo que el tiempo dedicado a listar frases convincentes convenientemente ordenadas no debe hacer olvidar jamás el contenido mismo de lo presentado. Al final, el mal uso del PPT no deja de ser una interesante metáfora por el Chile contemporáneo, donde parecer es más importante que ser, donde la medida de lo hecho reemplaza al contenido cualitativo de los resultados, donde el circo mediático nos hace olvidar la importancia de buscar el Bello Sino.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.