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Derecho a la ciudad: una movilización pendiente


Lunes 15 de agosto 2011 14:29 hrs.


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En nuestro país, querámoslo o no, o estemos de acuerdo o no, se está dando un debate de gran profundidad acerca de un tema crucial para el desarrollo de la sociedad como lo es el de la educación. Incipiente y paralelamente, también se está discutiendo acerca de la matriz energética, acerca de la igualdad ante la ley, etc. Aunque estas ultimas inquietudes se han visto opacadas por la gran marea que significa el movimiento estudiantil. Esperamos que muy pronto vendrán días en que todos los temas que tengan que ver con la profundización democrática y la igualdad de oportunidades, estén en el primer plano.

Destacados expertos han sostenido que la suerte de la dictadura estaba echada desde el momento en que la libertad económica entraba en colisión con el autoritarismo político. Por otro lado, los mismos especialistas, sostienen que, una vez satisfechas ciertas necesidades básicas de la población, esta persigue nuevos fines que tienen que ver con otro tipo de demandas, de mayor sofisticación y complejidad.

Es en este punto donde colapsa la pretensión de algunos líderes partidistas, conservadores, en cuanto a centrar su quehacer, por temor a lo distinto y a lo nuevo, en “lo que realmente a la gente le importa”. Hoy a la gente también le importa un medioambiente mejor, la igualdad de derechos, la mejor información, una mayor cultura, una mejor ciudad, etc.

Es así que aun no se da un debate serio acerca del tipo de ciudades que queremos. Todavía las elites y  las autoridades políticas no se dan cuenta que fenómenos como la exclusión, la delincuencia, la inseguridad, el micro tráfico, tienen un importante grado de explicación en la ciudad segregada que estamos construyendo. Y, lamentablemente, aun la sociedad civil no se hace cargo, articuladamente, de estas demandas.

Ocurre que cuando algunos actores, preocupados del tema, plantean que es necesario un mayor dialogo entre los distintos actores que construyen la ciudad, surgen voces planteando que cualquier artificialidad que se introduzca en la construcción de la ciudad, hará mas ineficiente este proceso. Estas voces sostienen que, si se introducen exigencias respecto a la creación de espacios públicos y a criterios de mejor localización de la vivienda social, las inmobiliarias y la banca verán aumentados sus costos, lo cual podría desalentar el ímpetu que tiene la actividad de la construcción.

Algo de razón tienen los que de esa manera reaccionan. Pero, nunca está de más recordar que los pobres, habitantes de las viviendas sociales en barrios lejanos y abandonados,  también son habitantes de la ciudad.

Por otro lado, están aquellos que sostienen,  también con algún grado de razón, que el sector privado solo se lleva las ganancias, dejando externalidades insoportables dentro de la ciudad, que afectan a la inversión pública y a los sectores más pobres.

Lo que subyace detrás de estas posiciones encontradas es que la construcción de una ciudad más equitativa, entra en contradicción con las ganancias del sector privado.

No obstante lo polarizada de estas posiciones, es posible compatibilizar los distintos intereses. Es decir, es posible la construcción de una ciudad mas justa, bella y equitativa, con las legítimas ganancias de la banca, las empresas constructoras e inmobiliarias. Para ello es fundamental el acuerdo y trabajo conjunto del sector publico, del sector privado y la comunidad organizada, y no entregar el desarrollo urbano a la acción discrecional de la empresa privada.

Mientras esperamos que se produzca este acuerdo (o que se legisle al respecto, o que la gente cansada de vivir en ciudades tan segregadas e ineficientes también salgan a las calles a exigirlo), la ciudad se segrega, se deteriora y se hace más difícil su gestión.

Recordemos que mejorar esta situación es una tarea de todos. Incluyéndonos.