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Totalitarismo ideológico en nuestra ciudad y sociedad


Lunes 5 de septiembre 2011 10:10 hrs.


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Quizás sean aspectos de carácter “subjetivo” las razones que pudieran ayudarnos a entender este extraño e inesperado fenómeno de “levantamiento” social que está viviendo nuestro país, ya que, objetivamente, la situación actual en nuestra sociedad no es tan distinta que lo que ocurría durante los gobiernos pasados. Es así que las condiciones económicas y sociales no han empeorado, si las comparamos con lo que sucedía hace un par de años atrás, mas bien los indicadores indican lo contrario.

En esta perspectiva, cuesta explicarse por  qué las elites del país deciden, desalojo mediante, cambiar el estado de cosas, echando así por la borda uno de sus grandes triunfos que fue consolidar y legitimar política y socialmente un modelo que fue impuesto a sangre y fuego durante la dictadura.

Esta inesperada y paradójica situación no se explica, sino por un totalitarismo ideológico extremo de las elites, las que no pueden compartir, aunque sea formal y marginalmente algo del poder. Resultado de este desatino de proporciones (para sus intereses) es el hecho que hoy el cuerpo social cuestiona casi todos los ámbitos del modelo de desarrollo.

Se debe reconocer que después de la brutal dictadura, las elites chilenas lograron revestir con un “manto de legalidad” su dominación sobre la sociedad. Así, a través de una serie de mecanismos institucionales, las elites lograron imponer una versión extrema y purista de su modelo de desarrollo, incluso, consensuarlo. Todo ese esfuerzo de ingeniería política, social e institucional está en cuestión, debido a la prolongada y permanente movilización social.

Cabe preguntarse, por que se llego a esta situación? Cuales fueron los mecanismos que llevaron a las elites a poner en peligro el modelo pacientemente e inteligentemente impuesto?

Creo que la respuesta hay que buscarla por el lado de lo subjetivo, ya que las elites quieren imponer a ultranza su modelo cultural, el cual veían en peligro por las administraciones concertacionistas. El núcleo duro de las elites, además de pretender la incorporación del mercado y el lucro en todas las actividades de la sociedad, no quiere el divorcio, rechazan la píldora del día después, no quieren igualdad ante la ley para las parejas del mismo sexo, etc. En definitiva, no creen en la democracia social y cultural. Quieren imponer históricamente su visión a la sociedad.
Esta visión, totalitaria ideológicamente, se refleja también en la ciudad y en la vida cotidiana. Si analizamos los nombres de las estaciones de metro, veremos que mas de la mitad de las estaciones tienen nombres de santos o de militares. No se reconoce el arte, ni la naturaleza, ni los pueblos originarios. Incluso se cambió el nombre de Pila del Ganso, que era un lugar simbólico de Santiago (se acuerda de los recorridos de buses Pila Matadero o Pila Cementerio?) y que ha estado muy presente en la literatura chilena (La viuda del Conventillo, la Sangre y la Esperanza, etc).

Este no es un tema baladí. Responde a la imposición totalitaria de las elites. Los nombres de las estaciones del metro, de las plazas y las calles constituyen un capital simbólico y cultural de las ciudades. Los nombres de las cosas y lugares no son elementos casuales, tienen un contenido simbólico, ideológico y de dominación.

Nadie recuerda, pero esta muy presente que una de las avenidas mas importantes de Santiago, anteriormente conocida como Nueva Providencia (así la sigue llamando este comentarista), hoy se llama 11 de septiembre, en recuerdo del día del golpe de estado, que provoco la dictadura mas sanguinaria y que ha dejado secuelas y división hasta hoy. Por que puede suceder eso? No significa una imposición vergonzosa permanente y cotidiana de una ideología minoritaria y violenta?