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Todo es política

Columna de opinión por Vivian Lavín A.
Lunes 10 de diciembre 2012 8:44 hrs.


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Según la académica brasileña de la Universidad de Passo Fundo, Tania Rosing,  los gobiernos no quieren fomentar la creación de lectores porque éstos devienen en electores. La lectura como un pasaporte para la ciudadanía,  como una actividad que cambia de tal manera al sujeto que lo convierte en un activo partícipe de la “res pública” y, de paso, en un personaje peligroso, para algunos, es una de las formas más directas de entender la estrecha relación entre la política y la lectura. En el marco de la FIL de Guadalajara, frente a una variopinta audiencia superior a las 400 personas entre  profesores, hombres, mujeres y jóvenes entusiastas, todos ellos promotores de la lectura, Tania Rosing los invitaba a no aceptar “apoyos morales” para hacer su trabajo en pos del fomento lector, “necesitamos dinero, no golpecitos en la espalda”. Su frontal discurso en contra de las autoridades políticas le sentaba perfecto a todos quienes estaban allí, no importando el lugar de dónde vinieran. La misma pandemia efectaba a todos latinoamericanos que la escuchaban atentos: gobernantes que administran sus países sin que les tiemble siquiera la mano a la hora de asignar las partidas del presupuesto anual, cuando privilegian a las Fuerzas Armadas para la compra de armamentos en lugar de libros y textos para la educación de sus pueblos,  que parecen muy seguros en sus derroteros pero que a la postre están temerosos de que sus cautivos súbditos se conviertan en activos ciudadanos que decidan invertir el orden de las cosas. La batalla que ha dado Tania ha durado más de una cinco décadas, y su voz se quebraba mientras recorría las imágenes de las Jornadas literarias de Passo Fundo. Los promotores de la lectura que en Guadalajara la escuchaban en uno de los plenarios más cómodos de la FIL, se emocionaban también al ver a otros, que como ellos, han hecho del fomento lector una forma de vida. Los brasileños, sin embargo, debían trabajar bajo carpas ya que las autoridades se niegan a darles más financiamiento, a pesar de que Passo Fundo tiene la calidad de ” ciudad nacional  de la Literatura”, reconocimiento ganado por la tenacidad de Tania y otros impulsores de la lectura en esa ciudad brasileña.

Las carpas de los promotores brasileños y la ” gran mediagua”, como stand de Chile, son comparables al estado de abandono en el que se encuentra la ciencia en nuestro païs. La reciente protesta de los científicos chilenos es una muestra de la profunda molestia después de tantos años de postergaciones.

La  comunidad científica está cansada de esperar un cambio respecto de la ciencia en Chile, y decidió salir a la calle y repetir la mítica manifestación que realizara hace seis años en la plaza frente a Conicyt convocando a lo que llamaron un “Morin2012”.

Los más de 600 manifestantes que se reunieron sí tienen claro el rol que les cabe en la sociedad. Sus planteamientos son clarísimos: que Conicyt no sea traspasado al Ministerio de Economía, Fomento y Turismo; que se restituya el carácter de Comisión Asesora Presidencial que tuvo Conicyt desde su creación hasta 1973 y que la nueva institucionalidad científica del país sea discutida ampliamente por el Ejecutivo y el Parlamento, incorporando al debate al mundo académico, científico y a la sociedad civil. De aquí que se levantaran con la fuerza de la razón para decirle a las autoridades políticas, en particular, al presidente de la República, que están cansados de sentarse en la “mesa del pellejo” para observar cómo pasan las bandejas repletas de recursos hacia otros ámbitos de la vida nacional. Que no les faltan atuendos ni modales para acceder a la mesa principal, donde se piensa y planifica el país que queremos ser. Que los científicos sí tienen una voz política que se quiere expresar, que la escuchen ahora, que ya el tiempo de las comilonas partidistas repartiéndose el país se ha terminado.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.