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Análisis Internacional:

Paraguay, entre el fin del aislamiento y la “fórmula hondureña”

Los mandatarios del continente ya han dado señales de distensión al presidente electo Horacio Cartes, lo que anticipa el fin de una degradación regional de la que participaron gobiernos de todos los signos. La pregunta que ronda, sin embargo, es sobre una nueva y “blanqueable” fórmula de tumbar administraciones progresistas, inaugurada ayer en Honduras y reproducida hoy en Paraguay.

Patricio López

  Martes 23 de abril 2013 16:40 hrs. 
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Aunque en los días previos se hablaba de la permeabilidad del sistema electoral paraguayo ante los eventuales intentos de fraude, la limpieza del triunfo de Horacio Cartes fue rápidamente despejada por el reconocimiento de su contendor, el liberal Efraín Alegre. Con ello se concreta el regreso del Partido Colorado al poder, lo que no es tanta novedad pues así ha sido durante los últimos 60 años y con la excepción de los últimos cuatro. Lo que sí tiene ribetes interesantes es la reinserción de Paraguay en la escena regional, luego de un año de aislamiento y desaires. Ejemplo de ello es el bochornoso intento de exposición ante la OEA del presidente designado, Federico Franco, el pasado 5 de abril. En una sala donde debía haber 34 delegaciones presentes, apenas llegaron 11, en lo que es considerado el mayor ninguneo de la historia de la organización a un jefe de Estado.

Esa fase parece quedar atrás. El coordinador pro témpore de Mercosur, José Mujica, ya dio la bienvenida a la coalición a la suspendida Paraguay. Lo mismo hizo a través de su omnipresencia en Twitter la presidenta argentina, Cristina Fernández. Sucesivamente, la mayoría de los presidentes latinoamericanos han saludado a Cartes y le han reconocido como un par. Esta buena voluntad deberá, sin embargo, resolver problemas como las relaciones energéticas de Paraguay con sus vecinos, su negativa al ingreso de Venezuela al Mercosur y su declaración de persona non grata al entonces canciller y actual presidente de ese país, Nicolás Maduro.

Lo que preocupa más es la repetición, en el caso paraguayo, de una fórmula de blanqueo anti progresista que ya operó a la perfección en Honduras, con la destitución en junio de 2009 del presidente democráticamente elegido, Manuel Zelaya. El patrón, perfectamente aplicable al caso del ex presidente Lugo en Paraguay, consistiría en: a) la reacción de las oligarquías locales ante el intento de reformas estructurales del gobierno de turno (en el caso de Lugo, la Reforma Agraria); b) el bajo perfil aunque la aprobación a la usurpación de las Fuerzas Armadas y Estados Unidos; c) la apariencia de institucionalidad al inundar el Ejecutivo con otro poder del Estado (el Parlamento, en el caso paraguayo); d) la anulación política del líder progresista e) la represión, menos brutal que en dictaduras militares, a los partidarios del líder; f) la resistencia temporal al ninguneo internacional, especialmente si no tiene efectos en la economía del país; g) la realización de elecciones donde los progresistas ya están debilitados como para ser competitivos.

El círculo se completa con el reconocimiento internacional al nuevo presidente, quien fue elegido en impecables elecciones democráticas pero que además es funcional a los intereses oligárquicos de turno. En el caso de Cartes, la afirmación es literal, puesto que se trata de uno de los multimillonarios del Paraguay y un novato en las lides políticas, al punto de haber confesado este martes que era la primera vez que concurría a votar en elecciones.

Cuando apenas han pasado algunas horas de las elecciones, el presidente entrante ya negocia el reingreso de Paraguay al Mercosur, puesto que el designado Franco no es considerado un interlocutor válido. Incluso fue invitado por Mujica a la próxima cumbre en el mes de junio, pero debido a que asume en agosto sólo podría ir como observador. Ante las muestras de gentileza, Cartes respondió defendiendo la importancia del bloque para los países que lo integran: “no es lo mismo golpear las puertas como Paraguay o Uruguay que hacerlo como Mercosur”, dijo.

Como hombre de negocios, la fórmula ya anunciada por el presidente electo será la del pragmatismo: convencer al Senado de aceptar el ingreso de Venezuela al Mercosur y normalizar las relaciones con ese país. Todo en nombre, como él mismo dijo, de favorecer las inversiones.

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