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Experiencias internacionales de Asamblea Constituyente: Del caos a la estabilidad

Distintos países del mundo han optado por la asamblea constituyente en diversos periodos de la historia. Lo que pareciera ser un eje transversal de todas estas experiencias es que fueron gatilladas por procesos de crisis institucional y devinieron en una mayor estabilidad social y política.

Oriana Miranda

  Sábado 8 de junio 2013 20:59 hrs. 
nueva constitución

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“La propuesta de Asamblea Constituyente afectaría la inversión, impediría el crecimiento económico y se interpondría en el camino de Chile al desarrollo”. Estas declaraciones emitidas durante la semana por el Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, se enmarcan dentro de muchas otras que intentan establecer una relación directa entre asamblea constituyente y caos, amenazando con que, de seguir ese camino de reforma a la Constitución, nuestro país se convertiría en una “nueva Venezuela”.

Pero esta relación no sería tal. Son muchos los países en el mundo que han optado por una asamblea constituyente por distintas razones y en distintas épocas.

Esta medida tendría su origen en Francia, con la redacción de la primera Constitución republicana que vino como resultado de la Revolución Francesa. “Ahora, podemos debatir entre juristas y politólogos si fue tan democrática”, expresa el analista internacional y Director del Programa de Bachillerato en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Diego Portales, Sébastien Dubé.

“En las últimas décadas se han multiplicado los casos, hoy día en el 2013 tenemos casi la mayoría de regímenes democráticos y ese no era el caso hace cien años. Así que si lo miramos en un contexto histórico, es un fenómeno bastante nuevo”, precisa Dubé.

Experiencias constituyentes

“Hay casos de asambleas constituyentes que nacieron bajo un contexto o de crisis o de cambio de régimen político”, explica Sébastien Dubé. “Por ejemplo la Constitución de la India después de la independencia o el caso más reciente de la Constitución de Islandia. Más cercano podemos citar el caso de Colombia en 1991, en el contexto del conflicto armado interno, y también el caso de Paraguay el mismo año, que siguió al derrocamiento de Alfredo Stroessner”. 

Para Dubé, “la asamblea constituyente le da una mayor legitimidad al nuevo marco constitucional. Hubo constituciones que contribuyeron a dar una mayor estabilidad al país, podemos pensar en el caso de Bolivia que, estemos o no de acuerdo con la línea política de Evo Morales, si miramos en su historia política constitucional, la asamblea constituyente y el proceso de cambio constitucional le dio al país una mayor estabilidad”.

Esto, debido a que “la historia política de Bolivia fue marcada por mucha inestabilidad. Y la Constitución del 2008, al reconocer a la mayoría indígena y la plurinacionalidad del país, provocó un efecto simbólico muy fuerte. Hoy día podemos decir que a los indígenas en Bolivia se les respetan sus derechos y tienen un reconocimiento cultural del que no gozaban antes. En ese sentido, fue un proceso muy democrático de inserción en el sistema político de una población que no estaba realmente considerada anteriormente”.

Dubé destaca también la Constitución de Colombia en el año 1991, la que “permitió abrir el espacio político, debilitar a las guerrillas, incluir y pacificar a algunas de ellas, que entregaron las armas vía ese proceso”. Sin embargo, posterior a esta pacificación, muchos dirigentes sociales fueron asesinados. Por ello, el analista advierte que “no hay que pensar que la asamblea constituyente resuelve todos los problemas, pero tampoco que lleva siempre al caos”.

Causas y consecuencias

“La asamblea constituyente es una demanda progresista de izquierda”, consigna el abogado constitucionalista de la Universidad de Chile, Eric Palma. Sin embargo, ese matiz no estaría relacionado necesariamente a revoluciones o a caos.

Ello, debido a que en los países en que se ha implementado, “la experiencia de la asamblea constituyente no contribuyó a exacerbar ni a incrementar los niveles de violencia e intolerancia, sino que al contrario. Produjo un fenómeno de valoración y acercamiento de la ciudadanía a la política”, comenta Palma.

A su juicio, los habitantes de esos países mejoran su valoración de la política y los políticos después de la experiencia de la asamblea constituyente.

En ese sentido, las críticas a las naciones que han optado por  esta vía responderían más a la “típica contingencia política”: es decir, se les criticaría de igual forma  independientemente de que hubiesen optado o no por esta vía.

“Podrá decirse lo que uno quiera respecto a la experiencia venezolana, pero es un hecho concreto que los niveles de corrupción que existían en Venezuela fueron acotados después de la experiencia constituyente. Lo mismo en Bolivia y Ecuador, donde curiosamente han contribuido a dar cierto grado de estabilidad. Esto quiere decir que la asamblea constituyente no fue experimentada como un proceso revolucionario que destruyera o fraccionara a la sociedad en dos, que la polarizara, que surgiera una sociedad de amigos y enemigos”, relata el abogado.

En esa misma línea, para el analista internacional Guillermo Holzmann “la causa de la asamblea constituyente tiene que ver mucho más con la inactividad o estancamiento de la elite respecto a la capacidad de poder procesar los cambios en la sociedad”. Ante ello, “se constituye una contra elite, en términos concretos de poder enfrentar a una elite que no ha hecho los cambios que la ciudadanía necesita”.

Para el especialista, “es natural pensar que la contra elite normalmente es de izquierda, lo cual no siempre es cierto no obstante la izquierda participe en ello”. Por ello, enfatiza que la motivación principal de una asamblea constituyente es “la idea de generar cambios en la distribución de poder, de riqueza y de los beneficios que el Estado puede entregar a los ciudadanos”.

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