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Siria: Con el dedo en el gatillo

Columna de opinión por Pablo Jofré Leal
Viernes 30 de agosto 2013 13:42 hrs.


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En este caso hablamos de Siria, pequeño país en el levante mediterráneo, que desde el inicio del conflicto, en marzo del año 2011 suma 100 mil muertos, enormes daños materiales y el desplazamiento de 1.7 millones de sirios y que al cierre de esta edición esperaba los primeros andanada de misiles crucero lanzados desde naves estadounidenses ancladas frente a sus costas. Peligrosa espera que algo de luces de postergación tenía o al menos de búsqueda de alternativas con las declaraciones del Secretario general de la ONU, Ban Ki Moon que se pronunció por una solución política al conflicto que amenaza con hacer estallar Medio Oriente. “Dénle una oportunidad a la paz” sostuvo el diplomático surcoreano.

Lo consignado por Ban Ki Moon se une a Las afirmaciones emitidas por su enviado especial a Siria, el argelino Lahdar Brahimi quein señaló categóricamente que “la ley internacional es clarea respecto a que el lanzamiento de todo operativo militar requiere de autorización del Consejo de Seguridad. Si Estados Unidos tiene pruebas de que Siria uso armas químicas que las compartan. De momento no las conocemos” finalizó el diplomático internacional dejando un halo de sospechas respecto a las reales pretensiones de Estados Unidos y sus aliados, que han tenido en las últimas horas un duro revés frente a la exigencia que cualquier acción que se inicie debe contar con pruebas claras y con el apoyo de la ONU so pena de repetir el denominado Síndrome de Irak.

Todo ello se da en el marco de un conflicto entre el gobierno presidido por Bashir al Assad y fuerzas opositoras agrupadas en la Coalición Nacional Siria y su brazo armado, el Ejército Sirio Libre, apoyados en su tarea por Turquía, las Monarquías del Golfo y el paraguas de Estados unidos y potencias occidentales como Inglaterra y Francia. Ello acompañado de un discurso bélico y aprontes para la batalla que amenazan con hacer estallar Medio Oriente.

Las declaraciones de condena de los gobiernos occidentales liderados por Estados Unidos, el movimiento de naves de guerra en el mediterráneo, la certeza declarada pero no comprobada por parte de Kerry, que al Assad sí uso armas químicas contra sus oponentes, la campaña comunicacional sostenida por medios de prensa de las grandes potencias enemigas del régimen sirio, hacen prever que los dados están lanzados en materia de iniciar un ataque militar contra el pueblo sirio y que este tendrá su expresión con una lluvia de fuego y muerte que caerá del cielo levantino.

Las presiones contra Obama se han intensificado de tal manera, desde los sectores más guerristas en Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Israel, que el Secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel, sostuvo que Obama había pedido al Pentágono prepararse ante posibles acciones militares. En declaraciones efectuadas ante la BBC, Hagel afirmó que “las fuerzas estadounidenses están “listas” para lanzar un ataque sobre Siria si el presidente Barack Obama da la orden. Hemos movilizado el contingente al lugar para estar en condiciones de satisfacer y cumplir cualquier opción que el presidente desee tomar. El Departamento de Defensa le ha proporcionado al presidente Obama todas las opciones para todas las contingencias, él las revisó y estamos preparados”

El aliado fiel de Estados Unidos, la Inglaterra de David Cameron, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, William Hague, declaró que “no descartamos nada con relación a Siria, incluida una reacción sin que se cuente con la autorización de las Naciones Unidas. Esto porque la presión diplomática no ha funcionado”. Lo señalado hace plantear la pregunta del ¿para qué sirven entonces las Organizaciones internacionales si las potencias actuarán a su manera si esas organizaciones no avalan sus ideas? Esa postura tuvo que frenar su ímpetu por la ola de críticas a la postura belicista del gobierno de Cameron, que finalmente presentó una resolución que fue vetada por Rusia y China, en el seno del Consejo de seguridad.

La jefa de la Diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, ha sido más cautelosa que los jefes de gobierno de Francia, Alemania e Inglaterra y aseguró, a pesar de las pruebas en contra, que la organización supranacional no ha tomado ninguna decisión respecto a una eventual intervención militar en Siria pues “sigue siendo extremadamente importante el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ante cualquier acción ante el conflicto sirio. Hacemos hincapié en la necesidad de alcanzar una solución política lo antes posible para detener el derramamiento de sangre en Siria. Y en esto es importante que los inspectores de la Organización de las Naciones Unidas en Siria sean capaces de examinar las pruebas lo más rápido posible y alcanzar conclusiones claras sobre un ataque con armas químicas”.

DE RUSIA CON AMOR

En ese marco de declaraciones occidentales, uno de los aliados de Siria, la potencia euroasiática, Rusia, a través de su presidente, Vladimir Putin, llamó por teléfono al primer ministro británico, David Cameron, para decirle que no hay pruebas de que se haya realizado un ataque con armas químicas en Siria o de quién sería responsable si lo hubo. Ante ello, la oficina del premier británico respondió a Putin que todas las evidencias apuntan al uso de armas químicas por parte del gobierno sirio, bajo el argumento que sólo el tiene la capacidad de emprender semejante ataque.

Rusia critica a occidente su discurso beligerante y las escasas iniciativas para acercar a las partes a un acuerdo que detenga un conflicto que tiene ya 18 meses de sangriento desarrollo. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, advirtió que las declaraciones de algunos altos cargos en Washington, Londres y París recuerdan inevitablemente a las semanas previas a la guerra de Irak en 2003, cuando una coalición liderada por Estados Unidos invadió ese país sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. “La campaña del miedo ya ha empezado tal como aconteció en Irak hace diez años con todos los resultados que ha tenido”, Lavrov criticó a los países de Occidente por acusar al régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, de haber “traspasado la línea roja” , sin presentar pruebas del presunto ataque con armas químicas en la periferia de Damasco.

Lavrov, en encendidas declaraciones ha señalado que Estados Unidos, Francia y Reino Unido hablan oficialmente de la existencia de “pruebas irrefutables” del uso del armas químicas por las autoridades sirias, sin presentar prueba irrefutables, generando un marco de histeria y confrontación con relación a las informaciones sobre el uso de armas químicas por parte de las autoridades de Damasco. Bajo este pretexto, crece la acumulación de medios militares en la región y se escuchan llamamientos e incluso amenazas del uso de la fuerza militar contra el régimen de Damasco.

Para Rusia y China – miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y contrarios a la idea de intervenir militarmente en Siria – así como también para Teherán, las acusaciones contra Damasco contradicen los recientes acuerdos alcanzados en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno del G8 en Lough Erne – Irlanda del Norte) y que establecieron expresamente que cualquier información sobre el uso de armas químicas en Siria debe ser investigada de la forma más rigurosa y profesional y los resultados de tales pesquisas debían ser llevados al Consejo de Seguridad de la ONU.

Rusia señaló a través del canciller Lavrov que “bien saben nuestros socios occidentales que acordamos en la Cumbre de los G8 que el uso de armas químicas en Siria debe ser investigado rigurosamente pero…la incorregible seguridad de tener la razón que demuestra occidente, que ya claman a los cuatro vientos que no necesitan ninguna investigación, que ya lo saben todo, que su inteligencia ya tiene datos irrefutables sobre el ataque, hace previsible su postura en el Consejo de Seguridad”. El análisis ruso, como chino, iraní y de medios independientes de las grandes cadenas internacionales señala que el gobierno sirio, no tiene en absoluto necesidad de recurrir a las armas químicas, ni en el plano político ni en el militar, y mucho menos con los expertos de la ONU sobre el terreno. El peligro no es sólo que se ataque a Siria sino que se aleje la posibilidad de la paz, postergando la convocatoria de la Conferencia de Paz para Siria en Ginebra.

Bashir Al Assad frente a las amenazas contra su país advirtió, en declaraciones efectuadas al diario ruso Izvestia – cercano al gobierno de Putin – que “una intervención extranjera en nuestro país tendría graves consecuencia, que puede hacer arder a todo Oriente Medio. La posible intervención de Estados Unidos en mi país está destinada al fracaso…Las acusaciones respecto al uso de armas químicas por parte de nuestras Fuerzas armadas no tienen sentido, son un insulto al sentido común”

Como prueba de sus afirmaciones el gobierno sirio difundió llamadas telefónicas de supuestos terroristas sirios implicados en el uso de sustancias químicas, como también recordaron que el pasado 19 de marzo, los rebeldes lanzaron un misil cargado con productos químicos en la región de Jan al-Asal, en la ciudad noroccidental de Alepo, donde murieron 26 personas. Igualmente el Ejército sirio señaló que sus fuerzas irrumpieron en un almacén situado en el barrio de Jobar, en Damasco, donde encontraron barriles de gas tóxico con etiquetado que especificaba su origen saudí.

Unido a lo mencionado, la ofensiva política siria ha sacado a colación un tema que debe motivar un análisis serio con perspectiva histórica, aseverando que un posible ataque contra Siria “serviría a los intereses de Al-Qaeda y ayudaría a los objetivos del régimen de Israel” El ayudar hoy a esas fuerzas es permitir que los enemigos de Siria que hoy son aliados circunstanciales de los agresores del país levantino, se levanten el día de mañana con quienes hoy los proveen de armas y financiamiento, con posibilidades ciertas que tengan, además, acceso a armas de destrucción masiva.

El peligro mayor radica en que Siria está en una zona compleja, explosiva donde se cruzan intereses económicos, políticos, religiosos y de conflictos de dominio que no sólo tienen a Estados Unidos, Inglaterra, Turquía e Israel como actores contrarios al régimen sirio, sino también aliados de damasco como Rusia, China, Irán y movimientos políticos que son parte de otros países de la región como El Líbano y Palestina. Una zona cargada de tensiones y que cualquier chispazo, intervención militar directa o a través de bombardeos selectivos puede desencadenar una crisis global.

EL FACTOR IRANI

Uno de los actores claves en la región y que debe ser considerado sí o sí para cualquier salida negociada que se tenga con relación a Siria, es Irán. Así se entiende no sólo en el mundo medioriental sino también en los análisis de especialistas como el alemán Jakob Augstein quien afirma que “Si Estados Unidos está determinado a cesar la crisis en Siria, debe dejar de lado sus amenazas de guerra y poner en su agenda el diálogo con Irán, reconociendo el relevante papel del país persa en vías del restablecimiento de la paz en Siria” El análisis político señala que otro de los elementos a considerar, para detener la violencia en Siria es que regímenes como el israelí, turco, las Monarquías del Golfo, tienen que “quitar el dedo del gatillo”

Desde el inicio del conflicto, ya sea con Ahmadinejad ahora con Hasan Rohani, Teherán se ha mostrado como un país con el cual se puede contar en materia de búsqueda de soluciones. Prueba de ellos es el Plan de 6 puntos, ofrecido a fines del año 2012 que contempla: poner fin a los actos violentos y armados bajo la supervisión de la ONU. Envío de ayuda humanitaria al pueblo sirio tras el fin del conflicto. Continuar el diálogo entre el gobierno y representantes de todos los grupos sirios sin exclusiones. Acabar con la manipulación mediática que se emplea contra Siria. Poner en libertad a todos los sirios detenidos por motivos políticos y finalmente, formar un comité para evaluar los daños causados en la infraestructura de Siria y determinar sus prioridades de reconstrucción.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.