Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 20 de abril de 2024


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Testimonio:

Radio Corporación y los techos de La Moneda

Los recuerdos brotan sin querer y vuelan hacia atrás, cuando, como joven periodista y conductor de noticias en Radio Corporación, tuve el triste privilegio de ser testigo presencial del bombardeo al palacio de La Moneda, hace 40 años.

Luis Schwaner U.

  Miércoles 11 de septiembre 2013 14:17 hrs. 
bombardeo la moneda

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Primero fueron planchas de zinc retorcidas volando por los aires. Enseguida una cortina espesa de polvo y tierra en suspensión. Luego, una gruesa columna de humo negro y, finalmente, el rojo de las llamas. En décimas de segundo, todo fue confusión, estruendo, explosiones, trémolo aterrador de aviones que pasaban a baja altura y en paralelo aquella cascada de vidrios pulverizados por la onda expansiva que caía desde los pisos superiores del edificio del Banco del Estado y de los ministerios que rodean al palacio de La Moneda.

Refugiado detrás de las persianas de una vacía Gerencia General, a la misma altura que el segundo piso del palacio de Gobierno, había esperado el momento del anunciado bombardeo en silencio, temblando de ansiedad y con un sabor amargo que me subía desde la boca del estómago.

CB-114, Radio Corporación, emisora del Partido Socialista que transmitía en Amplitud Modulada (Onda Larga le llamábamos entonces), era una de las más potentes del país, incluidas sus Ondas Cortas de alcance internacional. Los estudios de Radio Corporación se situaban en una privilegiada ubicación: en el edificio del Banco del Estado, calle Morandé Nº 25, sobre el pasaje Antonio Varas, directamente frente a la esquina sur-oriente del palacio de La Moneda. De las cinco alocuciones que el Presidente Allende dirigiera al pueblo en aquella aciaga mañana del golpe militar, al menos tres o cuatro fueron emitidos a través de nuestra emisora, aunque sus ya míticas “Últimas palabras”, pronunciadas alrededor de las 09.10 hrs., pudieron ser transmitidas únicamente por Radio Magallanes (la emisora del Partido Comunista), la única que a esa hora aún no había sido silenciada. Minutos antes de aquel histórico discurso de Allende, los Hawker Hunter que ya surcaban los silentes cielos de la capital como premonitorios halcones de la muerte, habían ametrallado los transmisores y torres radiantes de Radio Corporación, dejándonos completamente fuera del aire… excepto por un pequeño transmisor FM situado en la azotea del edificio…

El encargado político de Radio Corporación por parte del Partido Socialista era el senador Eric Schnake, presente en los estudios ese martes 11 de septiembre de 1973. Por aquella pequeña estación de FM, Schnake realizó sendos llamados a los trabajadores a ocupar sus centros de trabajo y a resistir pacíficamente a los golpistas. Detenido horas más tarde, un Consejo de Guerra montado por la Fuerza Aérea lo condenaría a muerte meses después, precisamente debido a los llamamientos hechos esa mañana. Su sentencia fue conmutada por extrañamiento, gracias a las gestiones que realizó personalmente ante la Junta Militar un joven político español poco conocido entonces, de nombre Felipe González.

Otro intento de Schnake aquella mañana fue ofrecer el concurso de quienes estábamos en la Radio -unas 25 personas, más o menos- para pasar a reforzar la defensa de La Moneda. La idea, que contaba con nuestra absoluta anuencia, era simple: caminaríamos parapetándonos de los eventuales disparos en vanos, intersticios y puertas del edificio del Ministerio de Obras Públicas, hasta llegar frente a la emblemática puerta de Morandé 80, a un costado del palacio presidencial. Una vez allí, los defensores de la sede de gobierno, alertados por walkie-talkie, nos franquearían el acceso… y entonces, tal vez otra hubiera sido nuestra suerte.

Sin embargo, dos situaciones echaron por tierra tan temerario impulso. Primero, a eso de las 9,45 hrs., avanzando desde Alameda hacia Morandé, los militares irrumpieron sorpresiva y violentamente disparando a diestra y siniestra, escoltados por una media docena de tanques. Incluso, justo bajo los ventanales de la emisora y en medio de las columnas de acceso al pasaje Antonio Varas, procedieron a instalar un nido de ametralladoras con los sacos de arena que portaban sobre los blindados, colocándose tres soldados en tenida de combate y fuertemente armados en su interior. Segundo: a través del teléfono a magneto conectado directamente con el despacho presidencial, el senador Schnake se comunicó con el periodista Augusto Olivares en una conversación que todos pudimos oír por el altavoz de la sala de Control. Olivares, en evidente estado de shock y sonando profundamente deprimido, le rogó que no hiciéramos tal, señalando (textual) “aquí vamos a morir todos”…

Permanecimos, pues, encerrados en la radio, ignorantes de la tragedia que se desarrollaba apenas a metros del lugar donde nos encontrábamos. No nos enteramos de la muerte del Presidente Allende, ni del asalto final de los militares a La Moneda. Pero en medio de la angustia y el abatimiento, presentíamos lo peor. Cuando los bandos de la auto ungida Junta Militar que transmitía radio Agricultura advirtieron a la población que el primer toque de queda a nivel nacional había sido fijado para las 17,30 hrs., decidimos salir al pasaje Antonio Varas y entregarnos a los militares, pues permanecer en Radio Corporación ya no tenía ningún sentido. Y si los golpistas llegaban a allanar los estudios y nos encontraban allí, sería aún peor… Mal que mal, Radio Corporación había sido la voz oficial del Gobierno Popular.

Con un pañuelo blanco en la mano, un colega encabezó el grupo y bajamos hasta el pasaje Antonio Varas. Apenas asomamos allí fuimos inmediatamente rodeados y detenidos por soldados fuertemente armados que nos apuntaban con sus fusiles, bala pasada. Llevaban brazaletes blancos en el brazo izquierdo y unos petos de color salmón al cuello para identificarse entre sí. Nos chequearon y, cuando preguntaron por qué estábamos allí, dijimos lo acordado: que éramos funcionarios del Banco del Estado atrapados en los pisos superiores. Nos llevaron, siempre apuntándonos, al hall central del banco. Para nuestra sorpresa, el lugar estaba repleto de gente. Nos mantuvieron formados, pero media hora más tarde anunciaron que íbamos a abandonar el edificio. Siempre formados, nos sometieron a un nuevo chequeo. Esta vez fue más riguroso pues incluyó olfatear nuestras manos para comprobar si olían a pólvora (por si hubiéramos disparado armas de fuego).

Uno tras otro fuimos saliendo por el mismo pasaje Antonio Varas a la calle Bandera, frente al Club de la Unión. Todavía sin dimensionar exactamente lo vivido, me atreví a preguntar ingenuamente a un carabinero a qué lugar nos llevarían ahora. Me miró de arriba abajo e indicándome con la punta de su metralleta la Alameda, a unos cuantos metros, respondió seca, militarmente:

– Váyase pa’ su casa, no más…

El 11 de septiembre de 1973 marcó mi vida para siempre. Yo tenía sólo 26 años.

(Nota: Radio Corporación fue incautada por el gobierno militar y se convirtió posteriormente en Radio Nacional de Chile, la emisora de la dictadura de Pinochet).
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