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Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Falsa dicotomía: lucro inmobiliario o democracia urbana

Columna de opinión por Julio Hurtado
Miércoles 23 de octubre 2013 13:30 hrs.


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Algunos estudiosos del tema urbano (académicos, profesionales y funcionarios), desde una perspectiva “progresista”, sostienen que existe una contradicción entre el lucro privado y la democracia urbana. Para sostener esta afirmación ponen como ejemplos, entre otros, el costo social que significan las externalidades negativas de las carreteras urbanas concesionadas; los resultados de las inversiones públicas; la expulsión de pobres de las zonas centrales de la ciudad ante todos los procesos de renovación urbana; la segregación producto de la política de vivienda; etc.

Desafortunadamente, esta apreciación es real, ya que lamentablemente los procesos de crecimiento de la ciudad, de modernización y de renovación urbana han dejado un claro deterioro en las condiciones de vida de sectores de bajos ingresos, los cuales, en la mayoría de los casos, son expulsados de las zonas privilegiadas de la ciudad, lo cual explica el escandaloso proceso de segregación en nuestras ciudades. Es así que son muy pocas las comunas en las cuales conviven sectores de diferentes ingresos, y en aquellas que así sucede, al no ser acompañado de eficientes programas sociales integradores, han aparecido rejas, muros y franca animosidad cultural y social.

En la generación de este fenómeno está presente el lucro del sector privado, a través de la renta del suelo urbano, lo cual es reforzado por la inhabilidad, indiferencia y a veces corrupción del sector público. A lo cual se suma el generalizado comportamiento cultural de los chilenos,  que no quieren vivir cerca de aquellos que son distintos por pertenecer a otro estrato socioeconómico.

Dado lo anterior, es posible pensar que realmente existe una contradicción entre el desarrollo democrático de la ciudad con el lucro privado. No obstante lo anterior,  esta es una falsa contraposición.  Con voluntad política, debería ser posible compatibilizar el desarrollo armónico y democrático de la ciudad con las legítimas ganancias de los agentes privados.

En este punto, cabe señalar que se hace absolutamente necesario generar una instancia de dialogo y participación entre todos los actores involucrados en la construcción de la ciudad. Este es un típico caso en el cual todos los actores pueden mejorar sus condiciones. Es decir, se puede aumentar el bienestar de los habitantes, a la vez que preservar o aumentar el lucro de los agentes privados, y construir una ciudad más bella y amable.

Esta instancia de dialogo y participación para la construcción de la ciudad no es una tarea sencilla, ya que se deberán superar viejas costumbres y comportamientos y sobre todo habrá que superar el corsé institucional que significa la constitución vigente que niega toda posibilidad de participación al sector publico. Pero, es una tarea necesaria y posible.

 Una pregunta final:

¿Sera posible construir una ciudad no segregada, bella y democrática en cuya gestión participen las autoridades, el sector público y la población organizada? o, dicho en otras palabras ¿querrá el sector privado,-inmobiliario y bancario-, compartir la exclusividad que hoy tiene en la construcción de las ciudades chilenas?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.