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Corea del Norte

Purgas con signo chino

La nueva orientación en las relaciones bilaterales norcoreanas, impulsadas por Beijing, son las que parecen condicionar la conducta política del joven dictador norcoreano y la verbalización crítica de éste frente al hermano mayor.

Pablo Jofré

  Viernes 20 de diciembre 2013 19:07 hrs. 
corea del norte

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La detención pública y la posterior ejecución sumaria de Jang Song-thaek, tío del líder norcoreano Kim Jong- un, considerado el segundo al mando de la hermética nación asiática, son la muestra palpable de las turbulencias que agitan un régimen que se debate entre sus problemas internos y las nuevas relaciones con China.

Y hablamos de nuevas relaciones con el gigante asiático, principal aliado y sostén de Pyongyang, porque precisamente esta nueva orientación en las relaciones bilaterales, impulsadas por Beijing son las que parecen condicionar la conducta política del joven dictador norcoreano y la verbalización crítica de éste frente al hermano mayor. Además del análisis de la detención del personaje ejecutado y los signos políticos explicitados por el joven Kim Jong-un, se vislumbra que la purga de los sectores más pro chinos dentro del establishment norcoreano no se detendrá. La ejecución de Jang Song-thaek hay que leerla más en clave de mensaje a Beijing, que en disensos internos.

Chivo expiatorio

Recordemos, que en la supuesta confesión, al más puro estilo Estalinista, de Jang Song – thaek, considerado un interlocutor privilegiado con las autoridades chinas, éste reconoció sus “crímenes”: ser defensor de reformas económicas ajenas a los principios de la filosofía Juche. Cometer actos deshonrosos, ser un depravado y corrupto, además de intentar dar un Golpe de Estado junto a otros miembros de las Fuerzas Armadas. Entre los cargos imputados, sobresalen aquellos vinculados en su supuesto intento de desafiar al liderazgo político del país; el control de temas económicos, jurídicos y de seguridad e intentar formar su propia facción rival dentro del gobernante Partido de los Trabajadores. Larga sumatoria de delitos, que se explicitaron y comunicaron ampliamente, elemento inédito en la historia política norcoreana, de manera tal, de fundamentar el por qué alguien, pariente y considerado mentor del actual líder norcoreano, cayó en desgracia de la noche a la mañana.

La caída de Chang ha sido entendida como otro signo más de la autoridad de Kim Jong-un, que muestra una estrategia política cuidadosamente planificada para demostrar el control que tiene del aparato político y del Ejército. Ello le permite mostrar independencia tanto en el plano interno: ejecuta a su mentor y pariente. Como también independencia externa, pues elimina al hombre más cercano a las autoridades chinas. Las acusaciones, dan muestra de la inexperiencia y arrebatos del joven Kim Jong-un, lo que ha despertado las alarmas, no sólo en la vecina Surcorea, sino también en China que tras la ejecución de Jang Song-thaek declaró que el ajusticiamiento del político norcoreano era un asunto interno de Corea del Norte y deseó que su aliado mantenga la estabilidad política y económica.

El premier chino ha dado muestras que los acontecimientos en Corea del Norte preocupan a Beijing, que considera a Kim Jong-un como un líder inexperto e incoherente, que lo mismo trabaja y verbaliza por lograr atraer inversión extranjera, como lo mismo desatar el pánico regional con su verborrea y conducta belicista. Bien sabe China, que las tensiones internas de Corea del Norte desbordan el paralelo 38, sus propias frontera y suman nuevas inquietudes en una región de por si explosiva. “La paz es como el aire y el sol de los que nos beneficiamos sin darnos cuenta. Uno no puede agitar una región y el mundo entero por intereses egoístas” señaló en su oportunidad el líder chino Xi Jinping, cuando Norcorea amenazó con desatar una lluvia de fuego sobre su vecino del sur.

Mientras las tensiones en Pyongyang se suceden y se esperan nuevas purgas al interior de la clase política y el ejército, las Fuerzas Armadas Chinas, llevaron a cabo – en plena purga norcoreana – y tal como en marzo de este año cuando Pyongyang amenazó con las penas del infierno a Seúl, maniobras militares a gran escala en la zona de Changbai (frontera noroeste con Corea del Norte) Ejercicios que significaron la movilización de 5 mil soldados “en maniobras militares de invierno, que simulan situaciones reales de combate en condiciones de frío extremo y poniendo énfasis en la preparación para operaciones de guerra electromagnética, incluidas las interferencias y otros tipos de guerra electrónica” sostuvo ante medios chinos el general Pan Liangshi.

La BBC de Londres consigna las palabras del analista Paik Haksoon, del Instituto Sejong de Seúl, quien pone paños fríos a esta decisión de ejecutar al tío del líder norcoreano “si las divisiones en la elite de Pyongyang fueran serias, el régimen no las hubiese difundido tan públicamente ni las hubiera resuelto tan rápido. La purga es un signo que el joven Kim Jong-un ha superado a su tutor. Jang Song-thaek cumplió su rol de puente entre el pasado y el futuro”. El l poder de Jang significaba un problema para su sobrino, que necesitaba afirmar su poder y una manera de romper con esa pesada carga era eliminar a ese mentor, que luego de ser una estrella cayó estrepitosamente con acusaciones difícilmente comprobables pero comunicacionalmente poderosas.

China y su nuevo enfoque

En un interesante análisis sobre el viraje del otrora apoyo irrestricto de los gobernantes chinos a su aliado norcoreano, a críticas más abiertas, el sociólogo estadounidense James Petras consigna que este cambio obedece “en principio al carácter político-económico que ha tomado China con relación al capitalismo y sobre todo los vínculos con el gran capital de su clase política y dirigente, generando esta unión política-dinero al estilo occidental. Con enormes inversiones en el exterior. 85 mil millones de dinero de China se fugan anualmente y van a Singapur, Hong Kong, van también a los bancos del exterior, tiene propiedades en la Riviera francesa, en Londres, en Manhattan, lo que muestra una clase social y política en China que tiene estrechos vínculos económicos con los países capitalistas”.

En segundo lugar, se concluye del análisis de Petras, China ha multiplicado sus vínculos económicos con Corea del Sur en una forma que supera ampliamente al comercio Chino-Norcoreano. El intercambio entre Beijing y Seúl multiplica por diez el que se tiene entre China y el régimen de Kim Jong-un y se han dado los paso para ampliar esta relación hasta alcanzar los 104 mil millones de dólares anuales. En ese marco, situaciones como la ampliación de la Zona de de Defensa Aérea China cercana a zonas económicas exclusivas de Seúl, no han sido impedimento para concretar nuevos negocios entre rivales ideológicos pero socios comerciales. En este entorno de relaciones comerciales multimillonarias genera más ruido el programa nuclear norcoreano y sus amenazas de desatar una hecatombe – aunque ello sea irreal – que la presencia de Estados unidos en Corea del Sur, en Japón o Singapur y las bases militares que suelen acompañar esa presencia.

Existe además, un tercer punto explica este nuevo enfoque. La ideología del grupo gobernante chino actual piensa que con la conciliación con los Estados Unidos pueden bajar las presiones de la superpotencia en su contra. En ese contexto se entienden entonces las presiones soterradas y las declaraciones de crítica a la política exterior llevada a cabo por Pyongyang y Kim Jong-un a quien se le considera menos cercano a la nomenklatura china, que la que se tenía con su padre Kim Jong-il y su abuelo Kim Il sung. En materia de acuerdos Beijing prefiere mantener a raya a su aliado norcoreano, que enfrentarse abiertamente a un rival de envergadura como Estados Unidos y sus socios en el área Asia-Pacífico.

China enfrenta hoy peligros no sólo para su estabilidad interna tras las luchas intestinas que se dan en su seno partidario, sino también peligros en su política externa en la lucha por la supremacía con la superpotencia. China enfrenta hoy peligros no sólo para su estabilidad interna tras las luchas intestinas que se dan en su seno partidario, sino también peligros en su política externa en la lucha por la supremacía con la superpotencia hegemónica hoy, como es estados Unidos. A Washington no le preocupa tanto que China logre superávit comercial o tenga un PIB que llegue a superar el propio sino que el afán de Beijing de proyectarse globalmente a través de su intervención en áreas como África, Latinoamérica y Medio Oriente donde la chequera China se abre generosa.

En un trabajo realizado un año atrás, sostuve a partir de las impresiones del analista Xulio Rios Director del Observatorio de la política China que todas las presiones de Estados Unidos a China se orientan a asegurar su propio estatus hegemónico y para ello, no sólo intenta atrae a China a una carrera armamentista, interviniendo en los embrollos con sus vecinos en las aguas próximas (como ha visto en el tema de las isla Diaoyu, en la decisión China de ampliar su ZIDA) o tratará de entorpecer la viabilidad de sus alianzas exteriores, como ha sido el último lustro con relación a Corea del Norte, con gran énfasis en los propios errores de la dirigencia de Pyongyang, sino también presionar sobre sus procesos internos echando mano de los argumentos tradicionales: Tíbet, Xinjiang, derechos Humanos entre otros.

En esta lucha, Estados unidos también se vale de las mismas armas utilizadas por China prioritariamente, es decir la economía, incluyendo la presión sobre el Yuan, unido a la presión militar, que se ha dejado sentir con fuerza en los dos últimos años. Primero, como parte de las grandes maniobras militares previas al XVIII Congreso del PCCH del año 2012, que han impulsado a las autoridades chinas a aumentar los gastos en materia de reforzamiento de sus Fuerzas Armadas – con 25 años de retraso respecto a estados Unidos – al 11,5% de su PIB lo que implica cuatro puntos más que su crecimiento proyectado. Todo ello en momentos que Washington en clara advertencia ha reforzado sus bases militares en Australia, Thailandia, Filipinas y Singapur.

Unan a ello la decisión estadounidense de seguir ampliando el cerco militar sobre China y por extensión contra Corea del Norte. Tengamos en cuenta que tras la fuerte flota naval que Estados Unidos mantiene en el Golfo Pérsico y sus alrededores, la mayor cantidad de recursos militares y navales se encuentran en el pacífico occidental, frente al mar de la China, que tendrá un aumento mayor tras las declaraciones del presidente Obama quien sostuvo a fines del año 2012 que “en los próximos años el 60 % de la marina de guerra de EE.UU se desplegará alrededor de China” Despliegue que incluiría un sistema de escudos antimisiles que se supone estarían dirigidos contra Corea del Norte. Pero, el análisis más fino indica con claridad que estaría orientado a anular el modesto arsenal nuclear chino y el creciente empuje económico de este país, no sólo en la región sino que en el conjunto del Asia-Pacífico. Sumen a ello el retorno de Bombardeos estratégicos B-1a la base de Guam, y la reconstrucción de las alianzas militares con los países de la región, cuyo puntal es la alianza militar con Japón.

En todo ese marco Norcorea, con sus problemas, las dificultades que plantea a la región y a la propia China representan un punto en la agenda de trabajo de las autoridades de Beijing, insoslayable. Para el ex Ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur y actual profesor de la universidad de Seúl Yoon Young – kwan la actitud que tome China frente a Corea del Norte es clave para resolver los problemas que se generan en la península coreana y por extensión hacia esa zona de Asia y “parece ser que China está buscando un nuevo enfoque al respecto.

El interés de China en una nueva política hacia Corea del Norte no es del todo nuevo. Después de todo, en las últimas dos décadas ha ido cambiando poco a poco en una dirección más constructiva, reflejando su creciente prominencia internacional. Inmediatamente después de la segunda prueba nuclear norcoreana en 2009, las autoridades chinas llevaron a cabo una revisión de la política de su país hacia Corea del Norte, decidiendo separar el problema nuclear de la relación bilateral general. Los líderes chinos creían que inducir al Norte de adoptar el modelo chino de apertura económica daría origen a un ambiente político más abierto a la desnuclearización”.

Como consecuencia de esa política se profundizó la dependencia económica norcoreana de China. Pyongyang concretó una política nuclear que no debería temer las presiones de Beijing, lo que llevó a que su conducta exterior se volviera más osada y provocadora. Prueba de ello fue el hundimiento de la Fragata Surcoreana Cheonan el año 2010, además del bombardeo a la isla Yeonpyeng de ese país. Sumemos a ello las amenazas nucleares a Corea del Sur en marzo del 2013, que movilizó a los países de la región, Xi Jinping parece haber llegado a la conclusión que hay que pasar a una nueva etapa en la relación con su arisco aliado. “Las críticas de Xi a las ambiciones nucleares del Norte se han vuelvo inusualmente públicas y claras, sostiene Yoon Young – kwan. Puede que el gobierno chino siga viendo a Corea del Norte como a un Estado tapón, pero su condición de potencia mundial lo está llevando a adoptar un nuevo enfoque”.

Esta perspectiva debería favorecer la estrategia global de China, que se sustenta en el deseo de Xi Jinping de desarrollar un nuevo tipo de relación, principalmente con Estados Unidos, bajo el paraguas de “potencias principales” en la idea de reequilibrar sus clásicos intereses geoestratégicos con sus objetivos actuales, que le permitan conducirse como un país que se sabe con liderazgo regional y afanes internacionales. Lo más probable es que esa visión, que se ha esbozado por parte del nuevo liderazgo chino implique ir desvinculándose paulatinamente de Corea del Norte y de un líder, que no tiene la férrea lealtad de su padre y abuelo.

Tarea difícil, pues en el establishment chino existe un fuerte sector, que aboga por mantener el status quo con Norcorea ya sea por razones de mantener lo que se denomina un Estado Tapón, como también evitar que ante un posible colapso del régimen, millones de norcoreanos busquen refugio en China, lo que crearía problemas económicos, políticos e internacionales adicionales a los que se tienen hoy en día. Pero, prima en esta idea de no variar las relaciones bilaterales, la amenaza de una Corea reunificada, alineada con Estados Unidos y sus socios del Asia Pacífico, estrechando aún más el cerco militar y económico que las autoridades chinas han denunciado en foros internacionales, sobre todo en los mares de China meridional y Oriental.

Los problemas crecientes que suelen venir de Pyongyang y que tras la ejecución de Jang Song-thaek, tienen un claro destinatario, son elementos que la administración de Xi Jinping no está dispuesto a tolerar. Las palabras fuertes, la retórica que implica criticar más abiertamente a Kim Jong-un y no oponerse a las sanciones que la ONU ha decretado contra el régimen de Pyongyang muestran que China puede avanzar en acciones más directas y que impliquen cortar el apoyo energético y alimentario que aún mantiene en pié al gobierno de un joven que no tiene el mismo respeto con sus mentores, que su padre y abuelo.

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