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Venezuela en la estacada

La República Bolivariana de Venezuela vive una situación política, económica y social de enorme tensión y complejidad, definida por el gobierno de Nicolás Maduro como un Golpe Suave. A fines del año 2013 y en el marco de las dificultades económicas que vivía Venezuela: especulación, alza de precios, diferencias abismales entre el dólar oficial y el paralelo, nuestra revista, sostuve la idea que el país llanero estaba experimentando un proceso político signado como similar al experimentado entre los años 1970 y 1973 por el gobierno del ex presidente chileno Salvador Allende y que condujo, finalmente, a un cruento Golpe Militar.

Pablo Jofré Leal

  Sábado 1 de marzo 2014 20:28 hrs. 
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¿Objetivo opositor? Maduro debe caer

Hoy, como parte del conflicto que  vive Venezuela,  desde el miércoles 12 de febrero cuando comenzaron las manifestaciones opositoras, el gobierno chavista acusa a La derecha venezolana de intentar derrocar su gobierno, poyado en ello por acciones de injerencia de Estados Unidos en sus asuntos internos. Venezuela aparece así, dividida, ya sea con posturas de férrea defensa del proceso bolivariano y otras que se  niegan a cualquier acercamiento al gobierno de Maduro, convencidos que es el momento de ver caer  al chavismo ¡como sea!.  El deseo opositor ha sido una constante a lo largo de los gobiernos de Chávez y Maduro, donde en 19 elecciones: presidenciales, legislativas, municipales y hasta un referéndum revocatorio, el chavismo ha triunfado en 18 de ellas.

Lo descrito, sumado a la ya veintena de muertos, los daños millonarios a la infraestructura y bienes públicos, la tensión política que encrespa los ánimos y voluntades de buscar soluciones, parece encaminar sus pasos hacia una fractura social irreversible. Con una escalada de declaraciones y acciones,  que muestran la intención del antichavismo de ocupar todas las formas de lucha contra el gobierno de Maduro y a éste con escaso sentido de autocrítica frente a sus propios errores e imposibilitado de convocar, en forma efectiva, a un diálogo amplio de pacificación.

Para analistas cercanos al gobierno “Los ataques contra el proceso chavista provienen del momento mismo en que el fallecido comandante Chávez asumió el gobierno. Han sido 15 años de ataques, de desestabilización, de uso de todas las formas de lucha en el plano político, económico, paramilitar.  Uso de medios de comunicación contra los gobiernos bolivarianos y al mismo tiempo con denuncias que no existe libertad de expresión. Se suma a ello el papel desestabilizador crónico desempeñado por Estados Unidos,  que a través de declaraciones de miembros de su gobierno o el financiamiento económico sin pudor (valorado en 100 millones de dólares durante los últimos tres años por el canciller Elías Jaua) pretenden lograr el fin del proceso bolivariano”

En ese campo opositor no todo es miel sobre hojuelas. Desde la derecha considerada menos radical de la Mesa de Unidad Democrática (MUD)  agrupada en torno a Henrique Capriles y aquella derecha más extrema y menos dispuesta al diálogo,  encabezada por personajes como el encarcelado Presidente de la Ultraderechista Voluntad Popular, Leopoldo Lopez y la Diputada María Corina Machado; no existe una estrategia política que avizore planes de desarrollo para una eventual Venezuela sin el chavismo. El antichavismo está entrampado en su propia dinámica oposicionista sin atender a llamados del gobierno al diálogo y apostando a un eventual vacío de poder.

La conducta opositora muestra el convencimiento, que el escenario electoral es una exigencia que hay que violar  y por tanto es la hora de comenzar una lenta pero sostenida estrategia política,  para socavar los cimientos económicos y políticos de la revolución bolivariana. Para el analista Mario Silva “La escalada de desestabilización que sufre el gobierno de Venezuela tiene un objetivo que no posee una doble lectura: derrocar el gobierno de Nicolás Maduro pues Washington y la oposición estaban convencidos que el chavismo no iba a ser capaz de sobrevivir a la muerte de Chávez. El estrecho triunfo de Maduro significo un duro varapalo del cual les ha sido muy difícil reponerse por ello este afán desestabilizador”

Si bien es cierto la votación presidencial del año 2013 significó una estrecha diferencia entre el presidente Nicolás Maduro y el candidato opositor, Henrique  Capriles, la elección en el campo del poder local (las municipales) representó un enorme triunfo para el chavismo, que  ocupó el 73% de las alcaldías del país, alzándose con el triunfo en 242 de las 335 de ellas, generando una plataforma de poder popular que convenció a la oposición que por medios electorales, difícilmente podrían derrotar el legado político de Chávez. Sobre todo porque esa elección fue definida por Capriles como un plebiscito a la obra del chavismo y se perdió.

Ante esa constatación, la derecha venezolana comenzó un proceso de rearticulación de fuerzas encaminada a negarle “la sal y el agua” a Maduro. Ello significó, a la par de los propios errores del gobierno;  la agudización de la especulación monetaria elevando el precio del dólar hasta cifras diez veces superior al cambio oficial. Sumando el acaparamiento de productos de primera necesidad, una campaña mediática y política fuertemente crítica y la búsqueda de apoyos externos contra un gobierno que se ha visto acorralado en sus propias contradicciones internas y señaladas dentro del mismo sector gobernante: sectarismo, signos de corrupción, luchas de poder al interior del chavismo, que le hicieron perder meses valiosos para enmendar rumbos y enfrentar de mejor forma a la oposición.

 

Cada día más divididos

Venezuela ha devenido en una sociedad atomizada, propio de procesos políticos, que suelen romper con lo que se denomina en  ciencia política como “el viejo orden” y la pugna ideológica, política y económic,  que tal hecho genera. En un claro contexto de dificultades con problemas de administración, de gestión en sus líneas de producción, distribución, control y eficacia económica, que son resorte gubernamental, se adiciona un dólar volátil, con ataques especulativos, acaparamiento de insumos básicos muy sensibles para la población, todo ello bajo crecientes movilizaciones sociales a favor y en contra del gobierno. La lucha se da también en el campo de las ideas y líneas discursivas donde los aún poderosos medios de comunicación opositores y la violencia callejera de los grupos de la derecha más radical, encuentran terreno fértil para que se imponga un discurso que signa el hecho que Maduro representa un gobierno incapaz de ofrecer seguridad.

La sostenida campaña de deslegitimación del gobierno, por parte de grupos radicales vinculados al detenido  Leopoldo López (ex alcalde del Municipio de Chacao en Caracas y jefe del Partido Ultraderechista Voluntad Popular)  y la diputada de Súmate, María Corina Machado, han logrado sacar de primera línea a la derecha menos radical creando con ello las bases de un mundo opositor con el cual difícilmente se pueda dialogar -y que ha dado a conocer su objetivo superior: la caída del gobierno de Nicolás Maduro. En esto, difícilmente habrá vuelta atrás lo que augura un vencedor y un derrotado,  a menos que las fuerzas en pugna lleguen a un consenso de paz social.

Prueba de las dificultades que enfrenta el diálogo en Venezuela es el hecho que el propio Henrique Capriles, que estaba dispuesto a conversar con el gobierno y que ya lo había hecho en el mes de diciembre del 2013, ha echado marcha atrás, cediendo protagonismo a un encarcelado López, que desde su papel  de víctima del chavismo reditúa día a día apoyos para su proyecto antichavista.”Maduro cayó en su trampa, nos señaló una fuente cercana al gobierno, pues López perseguía justamente el ser detenido y desde allí conseguir aún más apoyo, sobre todo internacional para una postura abiertamente sediciosa. Lo mejor que puede hacer Maduro es liberarlo, de otro modo estamos consolidando a una víctima de la supuesta “opresión chavista” y no dejar al descubierto a un extremista”

Para otros, en cambio, como el analista político Atilio Borón “la justicia venezolana debe hacer caer todo el peso de la ley a estos personajes (López y Machado) pues llevan varias muertes en sus mochilas y lo peor que le podría pasar a Venezuela seria que el gobierno y la justicia no advirtieran lo que se oculta dentro del huevo de la serpiente. En situaciones como estas y ante enemigos como estos, cualquier intento de reconciliación nacional o de línea blanda es la ruta segura hacia su propia destrucción. Los fascistas y el imperialismo sólo entienden el lenguaje de la fuerza. López y Machado deben recibir un castigo ejemplar, siempre dentro del marco de la legalidad vigente…para aventar el riesgo de un brutal derrocamiento de gobierno bolivariano”.

Al cierre de esta edición el gobierno venezolano convocó a una  Conferencia Nacional por la Paz y la Vida, al que fueron invitados todos los sectores políticos, económicos y sociales del país, cuyo objetivo será elaborar una agenda de paz. El evento tuvo lugar  en el Palacio de Miraflores (sede del Gobierno), en Caracas. Pero el MUD dio un portazo a la iniciativa señalando que “no estamos para distracciones” .  El gobierno enmarco el debate en el respeto a la Constitución Nacional y el apoyo a la creación de una Comisión por la verdad, presidida por Diosdado Cabello. Está por verse los resultados de tal llamado a la pacificación, por el momento ¡no se oye padre!

En las últimos días desde el Palacio de Miraflores,  se  echó más leña a esta intríngulis política, denunciando que la guerra sicológica opositora  había sacado a la luz la teoría del autogolpe, es decir, que toda la situación de tensión política y social que vivía Venezuela tenía su base en la pretensión del Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, de asumir el control del país. Tal hipótesis tendría su sustento en las fuertes pugnas al interior del chavismo, sobre la manera en que Maduro ha llevado las riendas de control del país y la necesidad de dar un viraje a un gobierno, que tras la muerte de Chávez trata de encontrar un rumbo propio bajo el marco del legado chavista. Fuentes cercanas al gobierno señalaron a nuestro medio que es un error asignar toda la responsabilidad a la oposición, sin hacer una crítica sobre los propios errores en materia de gestión gubernamental.

Venezuela, según el gobierno, vive un marco de lucha política similar al vivido en Chile previo al Golpe de Estado del año 1973.  Tal idea desmentida por la oposición,  que ve en ello un argumento que no da  cuenta de la necesidad de buscar una salida a la crisis venezolana. La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa sostenía en el siglo XIX Karl Marx, afirmación utilizada en nuestra revista para detallar las dificultades que enfrentaba Venezuela hace un trimestre. Hoy,  esperamos que no sea realidad en Venezuela en ninguna de sus dos vertientes ya que el menú de división está servido, los comensales preparados y pocas posibilidades de frenar esta espiral que puede desembocar en una tragedia de marca mayor.

Golpe Suave

El análisis fino de estos meses de acción política opositora devela que la estrategia para conseguir sus aspiraciones se enmarca en lo que se conoce  como el desarrollo de un “Golpe Suave o Blando” con una serie de etapas definidas por el cientista político estadounidense Gene Sharp. Estas etapas se ven claramente explicitadas en la actual coyuntura venezolana y consisten, básicamente en: generar una primera etapa denominada Ablandamiento donde se genera y promociona un clima de malestar social, con denuncias sobre corrupción, rumores y creación de matrices de opinión recogidas por la prensa afín. Una segunda etapa llamada Deslegitimación donde se acusa al gobierno de totalitarismo, falta de libertad de expresión y vínculos con el comunismo.

Una tercera etapa , signada como Calentamiento de Calles en que parte de la población sale a las calles exigiendo soluciones a problemas de seguridad, económicos y llamados a libertades políticas, generando paralización de la vida cotidiana y ataques a instituciones públicas. Una cuarta etapa: Combinación de Formas de Lucha con operaciones de guerra sicológica, toma y ataque a instituciones gubernamentales, creación de opinión sobre la supuesta ingobernabilidad del país. Finalmente,  una quinta etapa denominada Fractura Institucional donde el llamado es a la renuncia del mandatario, llamado a intervención de fuerzas extranjeras y la consolidación de un clima de presión en las calles hacia una virtual guerra civil. Prueba de esta última etapa la hemos vivido en los últimos días con el caso Ucraniano y que ha hecho asimilar también ese proceso al que vive la nación llanera.

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