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China, una política exterior para el siglo XXI

Columna de opinión por Sergio Rodriguez G.
Miércoles 23 de abril 2014 9:16 hrs.


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El contexto mundial actual hace que algunas personas se pregunten con duda y otras con preocupación acerca de las consecuencias que pudiera tener, -para el funcionamiento del sistema internacional en general o para el transcurrir de su país y del propio individuo- la transformación de China en primera potencia del orbe. El desconocimiento de un país que se encuentra geográficamente muy distante y que está construyendo un Estado y una sociedad con particularidades propias en el planeta, coadyuvan en la creación de fábulas y mitos al respecto.

La aseveración más socorrida es aquella que dice relación a que no tiene sentido salir del dominio estadounidense para caer bajo el de China. La historia de nuestra región ayuda a alimentar dicha preocupación. Pasamos del control absoluto de los imperios español y portugués durante tres siglos para caer bajo la égida neocolonial británica al finalizar las luchas por la independencia y posteriormente a vivir bajo hegemonía estadounidense cuando este país se transformó en primera potencia mundial y entró en su etapa imperialista a finales del siglo XIX.

Vale entonces, exponer algunos elementos que coadyuvan a conocer mejor la política exterior de la República Popular China (RPCh). Los sustentos del comportamiento chino en el escenario internacional se basan en una opinión independiente respecto de los problemas internacionales. Su objetivo diplomático radica en defender la paz mundial y crear un ambiente pacífico que le permita su desarrollo. Se opone a la hegemonía de un país o alianza de países y a la aplicación de acciones de fuerza. Su política exterior se propone desarrollar relaciones con todos los países independientemente de cuál sea la orientación ideológica de su gobierno o el sistema social imperante. Prioriza las relaciones con los países en vías de desarrollo y con sus vecinos, lo cual constituye la piedra angular de su quehacer en el ámbito exterior. El fin primordial de sus relaciones internacionales es construir un nuevo orden económico-político internacional.

La política exterior de China está sustentada en los cinco principios de coexistencia pacífica que regulan sus relaciones con otros países. Son ellos: respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial, no agresión, no intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia pacífica.

Aquí se comienzan a marcar algunas diferencias respecto de la política exterior de Estados Unidos. Consecuente con los principios enunciados, la República Popular China ha desarrollado su potencial militar con carácter estrictamente defensivo. No posee bases militares en el extranjero, salvo pequeñas estaciones de control y protección de la ruta marítima que deben seguir sus buques petroleros desde el Golfo Pérsico hasta su territorio. Desde el año 1979 cuando China invadió Vietnam durante dos meses, soldados de este país no han salido de su territorio para hacer la guerra en otra nación. Desde 1949, además de esta ocasión, solo durante la guerra de Corea, el ejército chino ha realizado operaciones bélicas fuera de sus fronteras. En ambos casos, al finalizar las guerras, todo el contingente militar chino regresó a su territorio.

Así, el énfasis de la política exterior de la RPCh se ha puesto en la cooperación en materia económica, financiera y tecnológica y en la diversificación de sus relaciones. En ese sentido, China basa su crecimiento económico en dos motores: la exportación y la inversión.

Particular importancia ha tenido el manejo de sus vínculos con otros centros de poder mundial. La apertura que inició Deng Xiaoping fue continuada por los presidentes Jiang Zemin, Hu Jintao hasta el actual mandatario Xi Jinping. Según éste “China es un león dormido. Hoy, el león se ha despertado. “Pero es agradable, pacífico y civilizado” y añadió que “China no creará problemas, pero tampoco tiene miedo a los problemas”.

En una reciente visita a Alemania a finales del mes de marzo pasado, el presidente chino fue extremadamente cuidadoso al referirse al tema de Crimea. Explicó que como es tradicional en la política exterior china, su país no tiene que elegir ningún bando respecto de este conflicto. Sin embargo, durante un discurso en el Colegio de Europa en Bruselas, al referirse al tema, Xi dijo que ” Para cualquier país en el mundo, el pasado siempre es la clave para el presente y el presente siempre está enraizado en el pasado. Sólo cuando sabemos de dónde ha venido un país, podríamos posiblemente entender por qué ese país es lo que es hoy, y sólo entonces podríamos darnos cuenta en qué dirección se dirige”.

Wang Yiwei, director del Instituto de Relaciones Internacionales y profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de China explicando las diferencias entre el comportamiento ruso y el de su país en materia internacional expone que China creció mirándose hacia adentro y valorando la riqueza de su cultura, a diferencia de Rusia que creció permanentemente más allá de sus fronteras originales.

Con respecto a Europa el reciente viaje del presidente chino a esa región marcó una nueva etapa en las relaciones con la Unión Europea. Dicho encuentro presentó tres oportunidades estratégicas para ambos. En primer lugar permitió dar continuidad y profundizar la reforma de China, Además, fue una posibilidad de desarrollo de los vínculos bilaterales y finalmente consintió fortalecer la cooperación internacional en materia de paz y seguridad. Al respecto Xi dijo que “Los sensatos buscan el terreno común, mientras que los insensatos se aferran a las diferencias”. Sobre el mismo tema, el Doctor Wang opinó que “China y Europa deben respetarse mutuamente, tratarse como iguales, buscar terreno común poniendo de lado las diferencias y mantener la cooperación de beneficio mutuo. Al hacer todo esto, promoveremos nuestro diálogo y compromiso, maximizaremos los intereses comunes, compartiremos oportunidades y haremos frente a los retos de manera conjunta”.

Al participar en la III Cumbre de Seguridad Nuclear que se celebró en La Haya del 24 al 25 de marzo de 2014 el presidente chino quiso dar prueba del compromiso de su país para mejorar la seguridad universal. Fue también una manifestación de la importancia que el gobierno chino concede a la seguridad nuclear y a la seguridad internacional en su conjunto. El país asiático se ha propuesto elevar su perfil de seguridad nuclear entendiendo su creciente fuerza nacional e influencia internacional sobre los principales temas de la agenda, sabiendo que éste es uno de los más trascendentales.

En otro ámbito, el mandatario chino ha establecido ciertos parámetros que fundamentan el comportamiento internacional de la potencia asiática. En ese sentido, ha recalcado la diversidad de las civilizaciones que componen el espectro planetario y ha destacado la necesidad de “ los intercambios y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones”. Según Xi, estos no deben construirse sobre el elogio o el menosprecio exclusivos de una civilización en particular. Enfatizó que las civilizaciones son iguales y todas tienen fortalezas y defectos, pero ninguna debe ser considerada superior a otra.

En un discurso pronunciado en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en París, a finales de marzo el presidente chino desmontó la hipótesis occidental esbozada por el historiador británico Arnold J.Toynbee, y desarrollada por el politólogo estadounidense Samuel Huntington quien en 1993 imaginó una idea de futuro basada en el choque de civilizaciones como escenario de conflicto más probable para el siglo XXI. Xi expuso que el elemento central de las relaciones entre civilizaciones debe ser la inclusividad basada en el intercambio y el aprendizaje mutuo. Dijo que “Si todas las civilizaciones pueden defender la inclusividad, el llamado ‘choque de civilizaciones’ quedará descartado y la armonía de las civilizaciones se convertirá en realidad”.

En su primer año de gobierno el presidente chino ha trazado el rumbo de lo que será su gestión encaminada a proyectar la “política exterior como la locomotora de su ´Sueño Chino` o rejuvenecimiento nacional, que pretende mejorar la calidad de vida de la gente, la prosperidad general, construir una sociedad mejor y fortalecer las fuerzas armadas” como lo señala Swaran Singh profesor de Diplomacia y Desarme en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi.

En este marco, la visita de Wang Yi Canciller de la RPCH a América Latina se inscribe en el objetivo de fortalecer las relaciones de su país con la región. La misma se propone vigorizar los intercambios de alto nivel e impulsar la cooperación. Según estadísticas del Ministerio de Comercio de China sus inversiones en América Latina subieron de 200 millones de dólares en 1975 a más de 100 mil millones en 2010. Así mismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (CEPALC) estima que en unos 5 años China desplazará a la Unión Europea como segundo socio comercial de América Latina. Del 7,6% del total de ventas a la región en 2009, pasará a 19,3% en 2020.

Tal vez a eso se refirió el presidente Xi cuando en París, -al pensar en la necesidad del intercambio y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones- expuso que lo que su país busca es “el Sueño Chino” que según él, “puede lograrse a través del desarrollo equilibrado y el refuerzo mutuo del progreso material y cultural”, por lo que “el pueblo chino alentará cambios creativos y un desarrollo innovador de la civilización china de conformidad con el progreso de la época”.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.