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El día en que Estela de Carlotto encontró a su nieto

Columna de opinión por Antonia García C.
Miércoles 6 de agosto 2014 6:44 hrs.


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Temprano esta mañana sonó el teléfono en la casa. Era un llamado de Francia. Un llamado de una amiga de la familia preocupada por la situación en que se encuentra la Argentina. Pero nosotros, los habitantes de la casa, le dijimos la verdad, nuestra verdad. “No te preocupes, querida, este país sabe vivir y sabe morir y cada vez que muere, renace y vuelve a vivir”. Algunas horas más tarde, la noticia llegó por correo, un poco antes de que se difundiera masivamente en los diarios: Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, había encontrado a su nieto después de 36 años de búsqueda.

Pocas veces los medios de comunicación tienen ocasión de presentarle al público una buena noticia. Las buenas noticias escasean y a menudo me he preguntado si realmente escasean o si es que uno ya no las sabe ver. Sea como sea esta es una buena, una excelente noticia. Porque como resaltó hace algunos minutos Taty Almeyda “ustedes buscan desaparecidos con vida”. Son 114 los nietos recuperados por las Abuelas. Se estima que hay otros 400 jóvenes que aún desconocen su identidad. Vale decir que fueron “apropiados” durante la dictadura, a menudo nacidos en cautiverio, sus padres siendo asesinados y ellos entregados en adopción, cuando no adoptados por sus propios secuestradores.

Hoy se trata de Guido (nombre que le dio su madre antes de morir). Hijo de Laura Carlotto (militante de la Juventud Universitaria Peronista) y de Oscar Montoya (militante de Montoneros). A estas horas ya ha trascendido que el nombre con el que ha vivido estos años es Ignacio Hurban, que es músico y que se acercó voluntariamente a la CONADI (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad) para realizar los trámites pertinentes ya que tenía dudas sobre su identidad. En los días que vienen se sabrá más, sin duda, pero la alegría de hoy, es de hoy. Envuelve por completo. Es cosa de ver las fotos, los videos, los reportajes, es cosa de ponerse a escuchar: a Estela de Carlotto, a sus familiares, a todos los que, de a poco, van dejando sus mensajes.

Es cosa también de salir a la calle. Uno mismo transformado porque, de pronto hay una buena noticia para compartir. Y uno siente que todos los que luchan, todos los que se obstinan, tienen razón en hacerlo. La tendrían aún si estuvieran condenados al fracaso por el mero hecho de no darse por vencidos. Pero qué bueno es poder decir que, ciertos días, los esfuerzos de una vida se ven recompensados.

Entre todas las cosas que se han dicho, hay una que nos llamó especialmente la atención y uso el plural porque en esta casa, desde la que escribo, somos unos cuantos y a veces nos comportamos como una sola persona. Es lo que dijo Remo Carlotto (hijo de Estela de Carlotto, tío de Ignacio Hurban, diputado del Frente para la Victoria) cuando un periodista le hizo una mención a su padre, a ese abuelo que este nieto ya no podrá conocer. Y entonces, recordando esa figura paterna, lo que encarna, le contó al periodista que a ese padre, a ese abuelo, este nieto lo iba a encontrar un poco en todos ellos, en todos los miembros de la familia, en sus convicciones, en su manera de vivir y de pensar.

Y es ahí donde uno siente que, efectivamente, esto es un triunfo. Un triunfo de la vida sobre la muerte. Un triunfo que se ha hecho posible no sólo por el esfuerzo de una mujer excepcional, como sin duda lo es Estela de Carlotto, sino también por el esfuerzo compartido. Son unos cuantos los que forman parte de Abuelas de Plaza de Mayo. Son unos cuantos los que apoyan a Abuelas de Plaza de Mayo. Son unos cuantos los que apoyan a los que apoyan, etc. Se puede decir: hace más de diez años que el gobierno de este país ha desplegado una serie de medios para acompañar la lucha de las Abuelas, de las Madres y del conjunto de las agrupaciones que conforman el universo de los organismos de derechos humanos en Argentina. Y es que no es lo mismo trabajar eternamente a contra-corriente de los gobiernos que trabajar codo a codo con ellos.

Recuerdo haber visto hace unos meses atrás un episodio de “Cosa de todos” con mi hija de 8 años. “Cosa de todos” es uno de los tantos programas de Paka Paka, el canal de televisión infantil que depende del Ministerio de la Educación. Y es un programa interesante porque se abordan temas de educación cívica con niños de la enseñanza básica en un formato atractivo. En ese episodio intervenía Estela de Carlotto abordando el tema de la identidad de los niños apropiados durante la dictadura. Por lo mismo, sé que hoy fuimos unas cuantas las madres que pudimos ir a buscar a nuestros hijos al colegio con una sonrisa de oreja a oreja porque estaba esta noticia, “histórica” sin lugar a dudas, inolvidable: “A qué no sabes lo que pasó hoy…” Y todos nuestros hijos habrán puesto una carita parecida: “Estela de Carlotto encontró a su nieto”. Y después ya no hay palabras para describir la carita de los niños.

Estela de Carlotto encontró a su nieto y no me cabe la menor duda de que mañana, en las aulas de la escuela pública argentina, esa noticia será también debatida. Y así se hacen los países, paso a paso. Pero además con los brazos abiertos. Para que el dolor de uno, no sea de uno solo. Para que la alegría de uno, no sea de uno solo. Para que la esperanza de uno, no sea de uno solo. Para que la voluntad de buscarnos y encontrarnos,
nos permita exactamente eso. Encontrarnos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.