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Ébola: La imprevisión cobra más víctimas

El doctor Thomas Frieden, director del Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos, menciona en una entrevista que probablemente el contagio de las enfermeras se produjo cuando se quitaban la ropa protectora. Sin embargo, por fotos divulgadas en la prensa y basado en algunas entrevistas a otras enfermeras que atendieron a Duncan, pareciera que la protección inicial que ellas tenían no era la más adecuada. En una foto divulgada en los diarios, por ejemplo, se puede ver claramente como una de ellas tenía el cuello descubierto y expuesto mientras atendía a Duncan.

Cristián Fierro, desde Estados Unidos

  Lunes 20 de octubre 2014 9:20 hrs. 
ebola estados unidos

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Pareciera que el virus Ébola se transmite o contagia de manera más fácil de lo que se ha supuesto inicialmente. El mecanismo de transmisión no ha cambiado, es decir se transmite al contactar los fluidos del paciente, como son su saliva, el sudor, o un vómito. El virus no ha mutado hasta los extremos donde se contagie a través del aire. Sin embargo, el contagio parece producirse ante el más mínimo descuido o desatención. Recientemente esto se puso en evidencia al comprobarse el contagio de dos enfermeras del equipo médico que atendían al primer paciente Ébola de los Estados Unidos, el señor Duncan. Este primer paciente se había contagiado a su vez después de prestarle ayuda a Marthalene Williams, de 19 años de edad el pasado 15 de Septiembre, en Monrovia, Liberia. La trasladó en taxi al Hospital ante la imposibilidad de conseguir una ambulancia. Desgraciadamente no tuvo suerte ya que el hospital estaba completamente colapsado y sin cupos, de manera que la tuvo que llevar de regreso a casa donde falleció al día siguiente.

Marthalene fue ayudada por Duncan cuando ya presentaba convulsiones y vomitaba copiosamente, lo que la transformaba en una paciente altamente contagiosa y de peligro. Sin sospechar un potencial contagio, el 19 de septiembre Duncan tomó un vuelo hacia Dallas, para visitar familiares, haciendo escalas en los aeropuertos de Bruselas y Washington. El jueves 24 de septiembre presentó los primeros síntomas y al día siguiente fue al Hospital Presbiteriano de la Salud de Texas. En el Hospital, y pese a que respondió positivamente cuando se le consultó si había visitado Liberia, fue mandado de regreso a su casa con aspirinas. Lo triste es que pese a todas las iniciativas que el hospital habían tomado para enfrentar a un paciente Ébola esa crucial información –la visita a Liberia- no fue compartida entre los miembros del equipo médico que lo atendió. Duncan para ese entonces ya estaba en una etapa de alto peligro ya que incluso vomitó en la calle, al salir del hospital, dispersando fluidos contagiosos sobre la vereda. El domingo 28 de Septiembre regresó al Hospital donde fue finalmente aceptado. La infección fue confirmada el lunes 30 de Septiembre. Unos pocos días después, el miércoles 8 de Octubre, fallecería en medio de convulsiones y vómitos, confirmando lo rápido y letal que puede llegar a ser el virus. De más está preguntarse la triste suerte del chofer y los usuarios que usaron posteriormente el taxi que usó Duncan.

Aparentemente los protocolos a seguir en el Hospital de Texas, para enfrentar a este primer paciente, no estaban muy claros. A los pocos días Nina Pham, enfermera de pacientes críticos, resultó infectada y manejó personalmente a la emergencia al detectarse fiebre. Pocos días después se divulgaba el contagio de Amber Joy Vinson otra de las enfermeras que atendió a Duncan. El sindicato de enfermeras divulgó un texto donde se menciona “confusión y cambio frecuente de protocolo”. Deborah Burger, presidenta del Sindicato Nacional de Enfermeras Unidas menciona que las enfermeras han indicado que simplemente no habían protocolos específicos para afrontar el virus. Y que las enfermeras que atendían al Sr. Duncan, en su momento más contagioso, continuaron con otras tareas rutinarias y viendo a otros pacientes.

El doctor Thomas Frieden, director del Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos, menciona en una entrevista que probablemente el contagio de las enfermeras se produjo cuando se quitaban la ropa protectora. Sin embargo, por fotos divulgadas en la prensa y basado en algunas entrevistas a otras enfermeras que atendieron a Duncan, pareciera que la protección inicial que ellas tenían no era la más adecuada. En una foto divulgada en los diarios, por ejemplo, se puede ver claramente como una de ellas tenía el cuello descubierto y expuesto mientras atendía a Duncan. Después de estos contagios las reglas federales han cambiado y se han hecho más estrictas.

Desgraciadamente ya son más de 4 mil los casos que han sido reportados en Liberia y más de 2300 han muerto. En una ciudad como Monrovia, de 1.5 millones de habitantes solo existen 15 ambulancias recogiendo pacientes y solo quedan tres centros abiertos. Los casos se doblan cada 4 semanas. Frente a esta situación es fácil preveer que a medida que transcurra el tiempo se presentarán nuevos casos en los países africanos vecinos.

Los sistemas de salud de Liberia y Sierra Leona están completamente colapsados. Como se menciona en un reciente artículo del The New York Times, en este momento solo el 18 por ciento de los pacientes de Liberia, por ejemplo, están siendo atendidos en hospitales o centros especializados. El resto, trágicamente, está en sus casas. En uno de los escenarios de contagio más agresivos se postula que Liberia y Sierra Leona pueden llegar a la exorbitante cifra de 1.4 millones de infectados para el 20 de Enero, cercano al 10% de la población combinada, de 10.3 millones de habitantes. Frente a estos trágicos números, es previsible esperar el contagio de los países vecinos. Recientemente las agencias internacionales están actuando más enérgicamente en los tres países africanos afectados. Si no se ataca la fuente misma, donde el virus está completamente fuera de control, con el transcurso del tiempo aumentarán las posibilidades de que se presenten nuevos casos en Europa, los Estados Unidos y otros países lejanos.

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