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Medio ambiente pone en jaque progresismo en América Latina

Cientos de conflictos ambientales aquejan a los gobiernos progresistas de Latinoamérica: la devastación de los bosques en el Amazonas, la resistencia a los proyectos de inversión, en especial en megaminería, y la contaminación o escases del agua son los principales temas, pero ¿cómo los están enfrentando?, ¿se puede observar un real interés de estos países de reflexionar sobre su modelo de desarrollo actual?

Paula Correa

  Martes 28 de octubre 2014 17:44 hrs. 
contaminacionaire

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Cuestionada ha sido el último tiempo la bandera del crecimiento y desarrollo que han levantado los llamados “gobiernos progresistas” de América Latina cuando, desde José Mujica en Uruguay hasta Rafael Correa en el Ecuador, han enfrentado una serie de dificultades con los temas ambientales, que se han traducido en el estallido de una fuerte conflictividad ante emprendimientos mineros, petroleros o agrícolas.

El investigador del Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES), Eduardo Gudynas, advirtió esta paradoja. En conversación con Radio Universidad de Chile afirmó que pese a tener una fuerte retórica de integración regional, la mayoría de estos gobiernos termina compitiendo de forma despiadada por la venta de sus recursos. Por lo mismo, puso en evidencia las inconsistencias ideológicas de esta “nueva izquierda”.

Eduardo Gudynas

Eduardo Gudynas

“En todos los casos esos emprendimientos están asociados, por vías directas e indirectas, con empresas transnacionales y por lo tanto allí aparece otra contradicción con el viejo discurso de la izquierda de nacionalizar y recuperar el control de los recursos y, por otro lado, nos dejan aún más dependientes de la exportación de materias primas como base para sostener el desarrollo, lo que también va en contra del imaginario de la izquierda”, afirmó.

Para el uruguayo lo que más sorprende es que la situación se ha agravado en los últimos meses en todos los países.

Según indicó, en Brasil, a finales de su periodo, el gobierno de Dilma Rousseff tuvo que enfrentar indicadores de empeoramiento debido a la deforestación en la Amazonía. En Argentina, el gobierno de Cristina Fernández ha tenido serias dificultades con el convenio firmado con la transnacional Chevron, para explotar hidrocarburos vía fracking en la Patagonia. El gobierno de Bolivia sigue insistiendo con carreteras en las tierras bajas tropicales para liberar espacios al extractivismo y el presidente Rafael Correa en Ecuador enfrenta múltiples resistencias locales en temas de territorio, minería y aguas.

Gudynas también fue crítico con el gobierno de José Mujica en Uruguay ya que éste, afirmó, sigue promoviendo la megaminería de hierro a cielo abierto e intentando reformular la institucionalidad ambiental del país, en una etapa que define “de retrocesos, cierta trasferencia al sector privado y falta de controles”, lo que se puede observar en la caída de la calidad del agua por contaminación en la cuenca hidrográfica que alimenta de agua potable a Montevideo.

Minería a cielo abierto en Uruguay

Minería a cielo abierto en Uruguay

“La situación ha empeorado en lugar de mejorar”, sostuvo el ambientalista, para quien no existe un real interés en superarla.

“No está en la agenda de los gobiernos progresistas salvarlo, por el contrario. Los gobiernos progresistas y es muy claro en el caso del Frente Amplio en Uruguay, piensan que este problema no es grave, que es pequeño y que deben tolerarlo, porque hay otras cosas más importantes”, afirmó y añadió que son gobiernos desarrollistas a la vieja usanza, pero más que desarrollistas son gobiernos “proexportación”.

El especialista se refirió también a la situación de Chile con la megaminería y manifestó su inquietud sobre la falta de resistencias.

“Hay muchos conflictos locales pequeñitos, pero es muy incipiente la discusión transversal, que articule esos conflictos para poder organizar un debate a escala nacional, a nivel de grandes políticas sobre cuál es el papel que debería tener el extractivismo”, dijo.

Para Gudynas se debe avanzar en un modelo en que sólo se extraigan de la naturaleza los recursos realmente necesarios, además de recuperar las materias primas y sumar el costo económico adicional por salud o contaminación, lo que requiere una coordinación regional. Y si bien algunos países del continente han avanzado en recuperar la renta o la propiedad de los recursos, ahora, al no dar un segundo salto hacia el cambio de paradigma, se puede advertir un estancamiento.

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