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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Análisis medioambiental:

¡Aguante Santiago!: Conflictos socio-ambientales por los cuatro costados

El futuro de Santiago y su entorno está en juego, y mientras mayor sea la articulación de las organizaciones y redes que hoy actúan separadas en diferentes conflictos socio-ambientales, tanto dentro como en el entorno de Santiago, será mayor la posibilidad de frenar la acción avasalladora del poder empresarial y neoliberal, y constituir un poder ciudadano que sea la base para una ciudad más democrática, justa y sustentable.

Eduardo Giesen

  Sábado 1 de noviembre 2014 12:22 hrs. 
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Nuestra capital, ya completamente enferma de adentro, sufriendo -día tras día- nuevos actos de destrucción de su patrimonio construido, sumida en la contaminación del aire que mata -invierno tras invierno- a miles de personas, especialmente niños y ancianos, vive en sus márgenes cada vez más conflictos socio-ambientales que agravan su malestar.

Precisamente este entorno natural y rural, hermoso como el de pocas metrópolis del mundo, ayuda, cada vez con más dificultad, a darle vida y bienestar a Santiago y su población.

Aguas arriba

El proyecto Andina 244 de la estatal CODELCO pretende triplicar la capacidad de procesamiento de esta División, amenazando -con toda certidumbre- la estabilidad e integridad de numerosos glaciares que aportan agua a los ecosistemas, cultivos agrícolas y asentamientos urbanos y rurales del valle del Aconcagua, así como de la cuenca de Santiago, incluyendo el Santuario de la Naturaleza Yerba Loca y el abastecimiento de agua potable de parte de la ciudad.

La central hidroeléctrica Alto Maipo, de la estadounidense AES-GENER, afectaría seriamente a buena parte del Cajón del Maipo, dañando los caudales, ecosistemas y usos humanos –consumo, producción agrícola, recreación- asociados a los principales tributarios y el cauce principal del río. ¿Para qué? Principalmente para llevar energía a la Minera Pelambres, del grupo Luksic, que por su parte ha afectado seriamente la vida y el ambiente de comunidades, como Caimanes, en la región de Coquimbo.

Precordillera

En el contrafuerte andino de Santiago, a los pies del macizo del cerro San Ramón, la industria inmobiliaria amenaza con depredar los últimos grandes paños del bosque esclerófilo que queda en esta zona, principalmente en las comunas de La Florida, Peñalolén y La Reina, y que, además de su valor natural, juega un rol fundamental en el bienestar de nuestra ciudad, en términos de infiltración de aguas lluvia, prevención de riesgos aluvionales, ventilación atmosférica y retención de partículas contaminantes, recreación y contemplación de la naturaleza.

En el lado poniente de la cuenca, en la comuna de Maipú, operaciones de exploración y extracción –legal e ilegal- de minerales (principalmente óxidos de cobre) destruyen el bosque nativo –de alta biodiversidad y endemismo- y afectan cursos naturales de agua en el sector de la Quebrada de La Plata, al interior de la Hacienda La Rinconada de la Universidad de Chile.

Por el sur

Los Huertos familiares de la Pintana, de tradición histórica y únicos en nuestra región, ya empiezan a sufrir los impactos de la expansión urbana concretada por la modificación al Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS 100), que dejó sus terrenos, de uso comunitario, a merced del desarrollo inmobiliario y de sus impactos sobre el suelo, el aire y, especialmente, sobre la disponibilidad y calidad de agua para riego.

Por el norte

En pocos lugares, la especulación inmobiliaria se ha expresado de manera tan clara y con consecuencias de tanta injusticia social e insustentabilidad, como en Chicureo, en la comuna de Colina, donde –tras irregulares cambios de uso de suelos agrícolas- los condominios de viviendas orientadas a la clase alta incluyen amplios parques, “stripcenters”, colegios y lagunas artificiales navegables, mientras los sistemas de Agua Potable Rural (APR) de la misma comuna están sufriendo la peor sequía y la falta de apoyo para la acumulación temporal de agua.

Pero … ¡Santiago resiste!

Y se niega a entregarse a los poderes económicos que están detrás de estas agresiones a las comunidades y a la naturaleza.

Aun cuando el proyecto Alto Maipo está aprobado en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, la comunidad organizada continúa una férrea campaña de oposición, que ha concitado el apoyo de organizaciones de todo Santiago y otras comunidades que también luchan por el derecho al agua, como un bien público, lo que se manifestó en una masiva marcha por la Alameda el pasado 2 de agosto, como también fue aquella del 16 de agosto, en La Florida, en apoyo a la Red por la Defensa de la Precordillera, que, tras una larga y exitosa historia de lucha ciudadana, demanda la expropiación del bosque el Panul para convertirlo en un parque comunitario.

Recientemente se suma la constitución del Movimiento por la Precordillera Santiago Falla, que busca articular actores sociales en la defensa del contrafuerte cordillerano de Santiago y persigue la creación y fortalecimiento de lazos entre la comunidad y la precordillera, así como normativas coherentes para su protección.

También se ha constituido en Maipú una activa Red de Defensa de la Quebrada de la Plata, que, mediante movilizaciones y acciones legales, busca que el sitio sea reconocido como un parque para la preservación ecológica y la recreación comunitaria.

Por su parte, los actores menos urbanos, como los pequeños agricultores en los márgenes norte y sur de la ciudad de Santiago, también han ido asumiendo nuevos grados de conciencia y organización para manifestarse y oponerse a estas agresiones que intentan ser mostradas por sus promotores -del sector privado y público- como signos propios de una forma de desarrollo inevitable.

El futuro de Santiago y su entorno está en juego, y mientras mayor sea la articulación de las organizaciones y redes que hoy actúan separadas en diferentes conflictos socio-ambientales, tanto dentro como en el entorno de Santiago, será mayor la posibilidad de frenar la acción avasalladora del poder empresarial y neoliberal, y constituir un poder ciudadano que sea la base para una ciudad más democrática, justa y sustentable.

 

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