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Adiós al sexo real

Columna de opinión por André Jouffé
Domingo 16 de noviembre 2014 9:27 hrs.


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El fenómeno arrojó sus primeras muestras en Japón cuando una encuesta del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar dio la cifra que el 35.1 de los varones y el 59 por ciento de las mujeres sentían aversión o desinterés total hacia el sexo. Y la gran mayoría ni siquiera lo había experimentado.

Los argumentos iniciales fueron ingenuos; falta de tiempo o de privacidad. Pero con el tiempo se descorrió el telón y surgieron otras causas; les daba lata, era mejor hacerlo por Internet y otros recursos virtuales.

Pronto estas encuestas fueron realizadas en Europa donde cifras importantes, especialmente en varones, demostraron que sin información o intercambio de por medio, el desinterés sexual de los hombres, especialmente, había caído bajo la línea de flotación.

En este caso los argumentos esgrimidos fueron malas experiencias, que ya eran adultos y habían vivido lo suyo, que tenían hijos grandes, que era más fácil sublimar con footing o gimnasia, que era más económico y, lo más grave, eludía la tarea de la seducción. Ellas por su parte también aludieron a que los piropos y métodos eran siempre los mismos y que la consecuencia final, todo esto en el universo de solteros y separados, era la soledad.

Chile tampoco esta ajeno. En la calle General Holley de Providencia en un pequeño departamento comenzó a funcionar un local llamado “Happy Jane”, abastecedor de juguetes, así los denominan, especialmente para mujeres. Pronto abrió otra sucursal al lado del bar The Clinic en la calle José Miguel de la Barra y en la actualidad la empresa realiza envíos por pedido vía Internet. El Happy Jane es un fenómeno sobre el cual poco se ha escrito pero cuya clientela es enorme.

Fríamente una clienta me comentó en el mes de noviembre pasado que sus motivos eran en este orden: comodidad (se presiona un botón y el sustituto funciona), higiene, ausencia de riesgo y adaptación a gusto. La persona fue casada, tenía hijos, pretendientes pero optó por un elemento adaptable aunque reconoce que no es lo mismo pero ofrece otras compensaciones.

Este tipo de juguetes, que comenzaron a circular a fines de los años sesenta en forma burda como nuevos horizontes para el sexo (alargadores, bolitas chinas, cremas que provocan escozor), se han ido sofisticando y constituyen un comercio mundial de consideración.

En el caso de los hombres, sin apelar a los objetos de Happy Jane, los entrevistados en Estados Unidos y Europa, ejercitan la fantasía y con eso ahorran la seducción, la salida y el compromiso.

El tema dista de ser gracioso, ni siquiera debería despertar curiosidad. Porque si sumamos esto a las campañas obligatorias abortivas como ocurre en la República Popular China cuando la ecografía demuestra una niña en camino o en otros lugares que apelan a recursos tan brutos, es cierto que la demografía mundial tenderá a la baja por mucho que digan que negros y musulmanes generan tres críos contra uno de otra raza o creencia. Hambre va a existir siempre mientras se mantenga la espantosa distribución del alimento. Mientras una mujer de Etiopía deba caminar cinco kilómetros diarios para llenar su balde de agua. Cuando los masai de Kenya continúen buscando agua con su tremendo bastón en mano a pata pelada. ¿Por qué el bastón se preguntará usted? Para dar un golpe certero en la cabeza de la serpiente que se le cruza en el camino en las interminables sabanas cerca de Mombasa o Nairobi. Mientras tanto, vamos procreando en masa.

Los resultados que dimos anteriormente concuerdan con otro sondeo hecho por O-net entre 800 japoneses menores de 20 años, según el cual 83,7 por ciento de hombres confesaron que no estaban en una relación sentimental y 49,3 admitieron no haber tenido nunca novia.

Se les llama herbívoros por su extrema timidez al seducir a una mujer o por tener muy poco interés en el sexo opuesto. “Sin duda hay un creciente desinterés por las relaciones humanas en una sociedad que vive muy ocupada”, dijo al diario The Wall Street Journal Kunio Kitamura, quien participó en el estudio.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.