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José Luis Ugarte por reforma laboral: “Un híbrido típico de la transición”

La fuente originaria de redistribución de la riqueza es el trabajo, pero los cuatro gobiernos de la Concertación negaron eso, tratando de crear una sociedad más igualitaria vía políticas sociales, Auge, pilar solidario, etcétera, sin tocar el mundo del trabajo. El resultado está a la vista: tenemos la misma desigualdad que el 90. Los países más igualitarios son donde la negociación colectiva es del 90 por ciento.

Yasna Lewin R.

  Lunes 24 de noviembre 2014 10:12 hrs. 
josé ugarte

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En vísperas del envío al Congreso de una reforma laboral atenuada, el abogado laboralista José Luis Ugarte denuncia que el supuesto efecto inhibidor de inversiones que tendrían los derechos sindicales “es la falacia que sustentó el chantaje a los trabajadores desde el primer día de la democracia. Y es la falacia que aparece cada vez que se intenta hacer una reforma”.

Titulado en la Universidad de Chile, Ugarte cursó estudios avanzados en Derechos del Trabajo en la Universidad de Salamanca y ejerce como académico y como director de la Sociedad de Derecho del Trabajo.  Se manifiesta crítico a los anuncios de la ministra Javiera Blanco, quien ha relativizado los compromisos del gobierno en materia de fin al reemplazo en huelgas y titularidad sindical. “La reforma laboral terminará siendo una gran decepción para el mundo del trabajo, pues no cumplirá ni siquiera los compromisos adoptados con la CUT”.

-Es probable que la ministra Javiera Blanco quiera mantener tranquilos a los empresarios ante la desaceleración y evitar que dejen de invertir.

-La negociación colectiva no siempre es para que los trabajadores ganen más, sino para que tengan el poder de participar en las decisiones. Es falso que constituya una espiral de costos sin control. Al revés, los derechos sindicales permiten entregarle poder a los trabajadores, incluso para adoptar reformas que pudieran beneficiar transitoriamente las condiciones de empleabilidad y de estabilidad laboral. Por ejemplo, en Chile un empleador cuando tiene problemas lo primero que hace es despedir trabajadores; entonces se puede negociar colectivamente para rebajar remuneraciones en lugar de despedir.

– Entre los compromisos está terminar con el reemplazo de trabajadores en huelga, pero la ministra del Trabajo ha dicho que debe haber excepciones   

– Uno podría discutir si en Chile efectivamente existe el derecho a huelgo, porque en todo el mundo la huelga significa alterar la normalidad productiva y aquí eso no ocurre en absoluto. La empresa sigue trabajando. El plan laboral de José Piñera fue diabólico, porque crea la ilusión de que hay huelga, pero todo sigue igual.  Por lo tanto, hoy día toda huelga en Chile es una aventura condenada al fracaso, en un escenario desigual.

“La ministra tiene una total confusión, porque la eliminación del reemplazo busca restablecer el derecho real a huelga y no puede tener excepciones. Está tratando de cuadrar el círculo. En cualquier país desarrollado la prohibición del reemplazo en huelga no tiene restricciones. Aquí, para variar, buscamos híbridos típicos de la transición, que al final dejan a los trabajadores en el mismo lugar. Se están buscando alternativas como ponerle un plazo a las huelgas  o permitir la sustitución interna, todas fórmulas que dejan todo igual, porque el derecho a huelga es justamente el derecho a paralizar la producción.  Ahora, si creen que no es bueno eliminar el reemplazo, que lo digan, que digan que no creen correcto entregar esa herramienta a los trabajadores, pese a que la entregan todos los países de la OCDE.

Quizás el Gobierno no disponga de la mayoría parlamentaria porque habría discrepancias en el seno de la propia Nueva Mayoría

-En ese caso uno esperaría que dieran la cara y explicaran por qué no quieren darle esa herramienta a los trabajadores. En Chile negocia colectivamente el 8% de los trabajadores, mientras el promedio OCDE es del 60%. De cada 10 trabajadores menos de uno negocia; si eso le parece bien a la Nueva Mayoría, que lo digan.

-Quienes lo dicen son los empresarios, especialmente los pequeños y medianos. Sienten que quedarían desprotegidos con una huelga que paralice faenas y los lleve a la quiebra

– En ningún país de nuestra tradición jurídica hay reemplazo y las pymes no quiebran. Uno no puede estar suponiendo que los trabajadores son personas irracionales que deseen que su trabajo deje de existir. Solo buscan un mínimo de equilibrio. Por lo demás, estas reformas no llegan a las pymes, porque en Chile las empresas deben tener un mínimo de 8 trabajadores para formar un sindicato. El 60% o más de los trabajadores se desempeña en esas empresas pequeñas, de modo que la supuesta reforma laboral es para una ínfima minoría. Salvo cuando podamos debatir una reforma de verdad, que es el nivel de negociación, para que ésta no se haga a nivel de empresa, sino suba y sea por rama o línea de actividad, como es en Argentina, Uruguay, Brasil, etc.

-¿Es cierto que la sindicalización eleva los consensos?

-No, ese es el argumento del que no cree en la huelga. No se puede decir que voy a fortalecer las huelgas para que no las haya. El efecto disuasivo solo se produce con una paralización efectiva. Hay que aceptar la existencia del conflicto; la huelga es un derecho constitucional en toda la tradición capitalista occidental, con excepción de EEUU, donde de todas maneras es un derecho legal. Es como la propiedad privada, un derecho constitucional.

– Pero no siempre las demandas de los trabajadores son razonables o viables ¿Qué hace un empresario frente a un sindicato que no cree que existan restricciones económicas en su empresa  y levanta demandas que puedan llevarlo a la quiebra?

– En primer lugar, la huelga como derecho fundamental no solo se refiere a la negociación colectiva, también sirve para enfrentar demandas de higiene y seguridad o de despidos. Ya en la negociación colectiva, la huelga es un derecho instrumental para lograr un equilibrio en la negociación. Por el efecto de coacción, la huelga también permitirá que el empleador tenga más cuidado en transparentar la información que, por ejemplo, justifique la restricción de algún beneficio.

“Pero hay un buen ejemplo. En el caso de los funcionarios públicos, vemos las huelgas más grandes, porque no están permitidas, pero se hacen igual, de manera desregulada. Y nadie puede decir que el Estado se haya ido a la quiebra por un paro de la Anef. ¿Por qué no entregarle esa herramienta a todos los trabajadores chilenos?

El empeño de fondo es mejorar la posición de los trabajadores, lo que obedece al desafío de eliminar la desigualdad.  Cuesta entender que la Concertación o la Nueva Mayoría pretenda resolver los problemas de la desigualdad sin tocar el mundo del trabajo.

-En esto es muy sintomático el lenguaje. Los empresarios dicen ser el motor de la economía, ¿acaso no son los trabajadores el motor?

-Bueno y con similares términos dicen que ellos ofrecen trabajo, en circunstancias que quienes ofrecen trabajo son los trabajadores. El capitalismo no funciona sin trabajadores, lo que pasa es que hemos construido un tipo de capitalismo que niega el factor trabajo y lo hace individualizando al trabajador, quien es considerado un bien del mercado. Como es sólo un individuo, se negocia individualmente con él en una situación de igualdad cero.  Por eso es que en el derecho laboral comparado se crean los derechos colectivos. La tríada básica es sindicato, huelga, negociación colectiva. Nosotros lo negamos y por eso  somos el país con menos cobertura de negociación colectiva.

La fuente originaria de redistribución de la riqueza es el trabajo, pero los cuatro gobiernos de la Concertación negaron eso, tratando de crear una sociedad más igualitaria  vía políticas sociales, Auge, pilar solidario, etc., sin tocar el mundo del trabajo. El resultado está a la vista: tenemos la misma desigualdad que el 90. Los países más igualitarios son donde la negociación colectiva es del 90%

-Pero se trata de países con un nivel de desarrollo que les permite eso. Al menos ese es el clásico argumento, que aún no estamos en condiciones de llegar a esos niveles

– Bueno, pero ahí tienes Uruguay, con casi el 90% de los trabajadores negociando colectivamente; y el país creció más que Chile en los últimos años.

“¿Por qué los gobiernos de centroizquierda le han tenido un temor total a hacer reformas laborales de verdad? Hay dos razones. Una es ideológica y consiste en que hay defensores del plan laboral de Piñera, como Andrés Velasco. Para ellos el tema laboral se reduce a empleabilidad. Pero la segunda razón es más espuria y es no dotar a los trabajadores de herramientas políticas que le puedan dar poder propio y soltarlos del control de los partidos.  La CUT sigue bajo la esfera de acción del PC y el PS, ha habido temor político de darle herramientas de poder autónomo.

En Europa, después de la ola neoliberal impulsada por Alemania, la resistencia a las políticas de ajuste provino del mundo sindical. La única herramienta con que quedaron los sectores afectados fueron las huelgas generales organizadas por el mundo sindical. En Chile eso no podría pasar, porque el poder del movimiento sindical deriva de su conexión con los partidos, entonces por eso hoy la CUT es más relevante, porque está dirigida por partidos de gobierno, no porque los partidos crean que debe haber una gran organización de trabajadores fuertes, que puedan movilizarse autónomamente.

– La ministra del trabajo ha explicado que no puede haber titularidad sindical absoluta porque no se puede obligar a los trabajadores a sindicalizarse. Iría en contra de la libertad.

– Pero eso no lo propone nadie. La titularidad sindical significa que los beneficios de la negociación colectiva queden radicados sólo en los afiliados de los sindicatos; porque hoy día el sindicato no controla los beneficios y una vez que los obtuvo, el empleador puede extender unilateralmente esos beneficios a los trabajadores que no están sindicalizados. Normalmente el empleador extiende los beneficios a los otros trabajadores, porque no pueden tener distintos regímenes laborales y mal clima laboral. O sea, no se puede obligar a los trabajadores a sindicalizarse pero  el empleador sí puede obligar a sus trabajadores a estar bajo el contrato colectivo y por lo tanto, pagar su cuota sindical. O sea ahí no hay problema con la libertad. Eliminar esa facultad de los empleadores pondría al sindicato no como una organización obligatoria, sino como un referente para sus derechos.

 

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