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Inti Illimani Histórico, Patricio Manns y las canciones de la radio

El grupo acaba de publicar "Canta a Manns", donde recogen diez de sus composiciones pero eluden los clásicos más conocidos. Horacio Salinas repasa aquí el repertorio y también habla de bandoleros, Tom Waits, el ego de su amigo y las letras que le aportó al grupo. “¿Qué sería de nosotros sin ‘Vuelvo’, ‘Sambalandó’, ‘Medianoche’?”, se pregunta.

Rodrigo Alarcón

  Jueves 25 de diciembre 2014 11:39 hrs. 
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Diez canciones contiene el nuevo disco de Inti Illimani Histórico, pero ninguna fue compuesta por el grupo. Todas son de un viejo aliado, Patricio Manns, y la grabación se titula simplemente así: Canta a Manns.

“Era una vieja idea. Su repertorio es muy vasto, tiene etapas interesantes y diferentes y es muy llamativo por la contundencia de la creación lírica y musical. Tiene por lo menos un puñado de 20 canciones emblemáticas, lo que no es poco”, explica Horacio Salinas en los estudios de Radio Universidad de Chile, un tanto preocupado por un resfrío que se trajo de un reciente concierto en Puerto Octay.

Preocupado, porque este sábado 27 y domingo 28 Inti Illimani Histórico tiene que presentar Canta a Manns en el Teatro Nescafé de las Artes. Ahí, el mismo Salinas, junto a Horacio Durán, José Seves, Camilo Salinas, Fernando Julio, Danilo Donoso y Hermes Villalobos se harán acompañar por un cuarteto de cuerdas y por el propio cantautor nacido en la región del Biobío.

Horacio Salinas en Radio Universidad de Chile.

Horacio Salinas en Radio Universidad de Chile.

“Hace tiempo pensábamos visitar estas canciones -continúa Salinas. Hacer un arreglo y aprovecharnos de la sonoridad actual del grupo, que es bastante versátil y tiene una gama de sonidos que nunca antes tuvo. En base a eso, rendir un homenaje a su creatividad”.

Podrían haber hecho un disco en que él cantara o una antología con las composiciones clásicas en que han colaborado, pero eligieron una tercera opción, con canciones de amor, más antiguas y menos conocidas. ¿Cómo llegaron a esa decisión?

Las canciones que hemos hecho juntos, que son más de 30, constituyen una parte interesante de nuestros trabajos, pero era particular enfrentar un repertorio exclusivo de él, salvo “Ya no canto tu nombre”, que tiene letra de Edmundo Vásquez. Buscamos también una consistencia del repertorio, es bonito que sean canciones de amor.

Se trataba de tomar canciones que están en nuestra memoria, en un recuerdo muy cariñoso de lo que escuchábamos en la radio en los ’60: “Bandido”, “Ya no canto tu nombre”, “Canto esclavo”, solíamos escucharlas en la radio, muy impactados por la belleza de los textos y estos personajes que no eran usuales en la canción chilena, incluso en la de raíz folclórica. La música típica describía el paisaje, tenía una visión bucólica, más desde la ventana del dueño del campo que de la propia gente, pero Manns introdujo esto de los mineros, la guitarrera –que es una cerámica muy bonita de Quinchamalí- y el bandido, el cuatrero. Son personajes de la chilenidad, pero nos muestra este país con una gran poesía.

Siempre nos gustó eso de Manns y quisimos recoger estas canciones. Incluso hay gente que dice que no las conoce y se sorprenden. Es decir, el disco tiene el valor de mostrar un repertorio patrimonial, desconocido en parte y que corresponde a las canciones que escuchábamos en los tiempos de aquella Nueva Canción Chilena.

Entonces fue una opción deliberada dejar afuera los grandes éxitos, como “Arriba en la cordillera” o “El cautivo de Tiltil”.

Sí, son archiconocidas. Además, nos propusimos mirar las canciones con cierta contemporaneidad en cuanto a la sonoridad y los arreglos. Metí mano, cambié algunos acordes, había que acercarse con este pie forzado de no solo rendir pleitesía  a un repertorio notable, sino que ponerlo al día respecto de la sonoridad del Inti Illimani Histórico, y tratar “Arriba en la cordillera” o “El cautivo de Tiltil” no es tan fácil para buscar una manera de interpretarlas. Han sido cantadas tantas veces, que no es fácil encontrar algo original para decir.

Inti Illimani siempre ha sido un grupo que cuida los detalles instrumentales, pero me parece que en este disco predominan las voces. ¿Compartes esa visión?

Es por la lírica. Creo que es el segundo disco completamente cantado que hacemos, después de Chile resistencia (1977). Igual que tú, noto que el canto es muy primordial, hay una primacía del timbre de José Seves, pero también hay una búsqueda instrumental distinta. “Elegía sin nombre”, por ejemplo, tiene una instrumentación casi de época, media renacentista, porque es un poema que parece sacado del romancero español antes que de la Nueva Canción Chilena. Eso me indujo a pensar que había que trasladarlo a esa versión.

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También es interesante cómo enfrentamos lo instrumental. Si escuchas “Valdivia en la niebla”, el violonchelo hace una introducción en que también canta, no solo acompaña armónicamente, sino que dialoga con la voz. Son fenómenos nuevos en la búsqueda del arreglo de una canción, lo que me tiene muy contento. Por muchos años nuestra instrumentación fue muy de pizzicato, de sonidos breves. Salvo la quena y luego la flauta, no había sonoridades largas que permitieran mantener una armonía. Con el piano y con el acordeón hemos creado esta atmósfera nueva en el grupo.

¿Por qué hacen la excepción con “Bandido”, que es la única que canta Patricio Manns?

Es curioso, porque la última canción del disco es la primera que hizo Manns. Nos pareció propicio que el disco terminara con su voz, que lo cerrara su canto un poco a lo Tom Waits, con esa canción ensoñadora y tan linda. Uno se remonta al dial de la radio de esos años, es una canción que todos los mayores de 60 años deben recordar con mucho cariño, porque se tocó muchísimo. Incluso ganó el Festival de Cosquín en Argentina. Es lindo, porque sacando a colación estos personajes, Manns nos muestra un país más humano. Toda su música va a contracorriente de lo estereotipado, de siutiquerías en relación a nuestra propia identidad, eso es muy interesante.

Hay una buena porción de público en sus conciertos que tiene menos de 60 años, entonces para ellos podrían ser un descubrimiento estas canciones.

Es el propósito escondido de hacer un disco homenaje a Manns: mostrar su repertorio a las nuevas generaciones. No solo ir de manera arqueológica a buscar el disco en que canta estas canciones, sino que reproponerlas con timbres, sonoridades e incluso ritmos cambiados, para las generaciones actuales. No es mucho lo que tenemos en Chile y Patricio es uno de los pilares importantísimos de la canción.

¿Qué dijo él cuando escuchó el disco?

Se emocionó. Cuando escuchó “Canto esclavo” dijo “bah, no sabía que tenía ese ritmo”. Me fustigó un poco y me dijo que le cambié las armonías, pero le respondí que eran suyas, que estaban un poco tratadas de otra manera. Le salieron lágrimas cuando lo escuchó. Fue en el estudio, con buen volumen, y lo más curioso es que su mujer, Alejandra, no conocía algunas, como “Elegía sin nombre”. Ahí Manns se aprovechaba para mostrar su ego diciendo “hay muchas canciones mías que tú no conoces” -dice Horacio Salinas entre risas.

¿Recuerdas cuando conocieron a Patricio Manns?

Fue alrededor del ’68, cuando el grupo estaba partiendo, pero todos lo conocíamos de antes. Cuando era chico, con 13 años, lo iba a ver a La Peña de los Parra, donde fue artista estable, con personas como Rolando Alarcón. En esos años ya era celebérrimo y además tenía un aspecto muy atípico en el mundo de la Nueva Canción o neofolclor, porque era una especia de gringo o alemán rubiecito, como un James Dean cantando canciones de arrieros y bandidos.

"Canción para matar a una culebra" (1979) incluye canciones como "Vuelvo" y "Sambalando".

“Canción para matar a una culebra” (1979) incluye canciones como “Vuelvo” y “Sambalandó”.

Nos conocimos y le gustó una de las primeras cosas que hicimos, que fue el arreglo de una canción argentina, “Juanito Laguna remonta una barrilete”. Incluso nos propuso entrar al grupo, porque había tocado con Voces Andinas y con otros grupos. Hicimos amistad y descubrimos que nuestras madres habían sido compañeras en la Escuela Normal de Angol, en los ’30, y que fueron muy buenas amigas. Todo esto le permite decir que a lo mejor somos hermanos –vuelve a carcajear Horacio Salinas.

Es cierto entonces que quiso entrar a Inti Illimani.

Sí, pero en ese tiempo era un gitano, andaba cantando por aquí y por allá. Al igual que Violeta Parra, recorría todo Chile y nosotros estábamos viviendo los inicios del grupo en Santiago y empezando a entender lo que hacíamos, entonces eran situaciones distintas. Él tiene 15 años más que yo, entonces tenía mucho trabajo avanzado. No sé si hubiera sido lo correcto, pero diez años después nos juntamos y fue casi como que hubiese entrado al grupo, porque hicimos muchas canciones sin las cuales Inti Illimani no sería el grupo que es.

Pero antes participaron de su disco homónimo de 1971.

Sí, participamos en “La exiliada del sur” y “Fiesta”, una canción de Joan Manuel Serrat. También participamos del segundo Festival de la Nueva Canción Chilena y cantamos juntos una canción de él, “La ventana”, pero no ganamos.

Mucho tiempo después se encuentran en el exilio y colaboran en canciones clásicas. Visto con el tiempo, ¿qué le aportó él al grupo?

Hicimos canciones que marcaron una característica del grupo, como “Vuelvo”, “Sambalandó”, “Retrato”, más tarde “Medianoche”. Lo notable y que al mismo tiempo fue un problema es que le imprimió al Inti Illimani un sello de un tipo de canciones. Sacudirnos del rigor que impuso en los textos no ha sido fácil. Después de esas canciones, escribir un texto siempre nos resultó muy cuesta arriba. En el grupo nunca hubo letristas duchos, espontáneos, las canciones eran partos bastante trabajados. ¿Qué sería Inti Illimani sin ‘Vuelvo’, ‘Sambalandó’, ‘Medianoche’? Ahí está su contribución.

Inti Illimani Histórico presenta Canta a Manns. Sábado 27 y domingo 28, 21:00 horas, Teatro Nescafé de las Artes (Manuel Montt 032, Providencia). Entradas entre $14.000 y $28.000 disponibles en Ticketek.

Imagen destacada: Teatro Nescafé de las Artes.
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