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Análisis internacional:

Netanyahu pone más gasolina en la hoguera

La política belicista de los gobernantes israelíes no tiene freno, no existe posibilidad alguna de esperar un viraje que avizore paz para la región o el reconocimiento de los derechos de millones de palestinos que están tras los muros de la ocupación o aquellos que malviven en los campos de refugiados en una diáspora que no acaba. Ni la ultraderecha representada por el Likud ni los supuestos progresistas del Partido Laborista han dado el ancho en materia de responsabilidad, no sólo para la paz en el seno de sus sociedad, sino en el conjunto de una región que vive bajo la constante amenaza del único país dotado de armamento nuclear – se calcula que posee unas 200 cabezas nucleares como mínimo – que no ha firmado el Tratado de No Proliferación (TNP) y que se niega, permanentemente, a recibir inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)

Pablo Jofré

  Domingo 29 de marzo 2015 21:16 hrs. 
netanyahu

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El régimen de Tel Aviv supone la peor violencia en la región, con una visión y una práctica colonial donde el sionismo deviene en equivalente a colonialismo

Ello nos lleva a combatir la postura victimista del régimen israelí de presentar la oposición al régimen de Israel como una postura de antisemitismo. Estar contra el sionismo no es antisemitismo, es estar lisa y llanamente contra el colonialismo y su conducta brutal y atentatoria contra los derechos de los pueblos. El régimen de Israel ocupa un territorio que no le pertenece, genera guerras y una agresión permanente contra el pueblo palestino y sus vecinos.

Netanyahu: Un Moderno Dr. Jekyll y Mr. Hyde

La victoria de la derecha guerrerista en el régimen de Israel, los votos obtenidos por el partido del primer ministro, el Likud, quien formará su cuarto mandato consecutivo es un signo preocupante sobre una sociedad israelí, que sigue apostando por el juego que le marcan los sectores belicistas. Ha votado por el Likud y sus socios ultraderechistas y ultra religiosos a pesar de las dificultades económicas y del clima de tensión reinante con Estados Unidos y con la etapa de mayor desprestigio del régimen sionista en la arena internacional.

Ese panorama de triunfo a pesar del marco local, regional y mundial en que se desenvuelve el régimen de Israel es clara muestra que no habrá un cambio en el enfoque de la política de este régimen y el pueblo palestino. El día 31 de marzo debe quedar constituido el nuevo gabinete – que requiere 61 escaños – y lo más probable es que esté conformado por el Likud y las formaciones ultranacionalistas Hogar Judío e Israel Beitenu, que tienen 14 escaños entre ambos, además de los partidos ultraortodoxos Shas, con 7 escaños, Judaísmo Unido de la Torá también con siete asientos en el Knesset y el partido centroderechista Kulanu, con 10.

Los pronósticos, frente al nuevo período de Netanyahu, han consolidado los presagios negativos con sus declaraciones tendientes a reafirmar que mientras él esté a cargo del mandato del régimen de Israel no habrá un Estado palestino, develando aún más la cara de un Netanyahu definido por el intelectual Noam Chomsky como “Hipócrita, atrevido y agresivo”. Hipócrita pues, con la misma cara con que señaló su nula disposición a trabajar por el reconocimiento del Estado palestino – previo a las elecciones y como un guiño a los sectores ultranacionalista de Israel  apelando al voto del miedo, pasadas las elecciones y en menos de 48 horas dejó al descubierto su rostro más oportunista, al abrir de nuevo las puertas a la posibilidad de dar cabida a la solución sostenible y pacífica de los dos estados. Sostuvo el premier israelí “No quiero una solución de un estado. Quiero una solución sostenible y pacífica con dos estados, pero para eso, las circunstancias tienen que cambiar”.

¿A quién creer frente a estas contradicciones, al Netanyahu preelectoral o al que frente a los micrófonos estadounidense se muestra conciliador y abierto a mejorar las relaciones con su valedor más importante? La experiencia de los años de mandato del más belicista de los políticos que han ocupado el cargo de primer ministro en Israel, indican que no se puede creer en ninguna de las dos caras de este moderno Dr. Jekyll and Mister Hyde. Su discurso de respeto a la palabra empeñada es otra artimaña de Netanyahu, hábil tahúr en materias relacionadas con la violación de los derechos del pueblo palestino.

Es una táctica destinada a responder frente a las numerosas críticas del mundo político internacional, incluyendo a sus socios estadounidenses. Pero, en la práctica la política de colonización, de ampliación de asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados, de la destrucción de casas y traslado de palestinos de sus hogares históricos. La agresión contra la Franja de Gaza, los puestos de control, la ampliación del muro de la vergüenza, seguirá siendo parte permanente de la política del régimen sionista, está en su ADN.

Para Saeb Erekat, miembro de la Autoridad Nacional Palestina, las palabras de Netanyahu respecto a aceptar – bajo ciertas condiciones – dos Estados, le merece sospechas “Si es verdad lo que dice, voy a su casa en forma inmediata y hablamos del tema”, señaló con sorna el funcionario palestino afirmando a renglón seguido que “Netanyahu ha hecho todo lo posible para enterrar la solución de dos Estados. Esto no es nada nuevo y nuestro balance de las elecciones en Israel muestran resultados muy peligrosos porque Israel va a seguir incumpliendo los compromisos acordados y el nuevo gobierno va a enterrar del todo la solución de los dos estados, Washington, en este panorama, debe reconocer de forma inmediata al Estado palestino”.

En este plano de la lucha política hay que recordar que la diplomacia palestina ha conseguido importantes victorias, que deben ser complementadas con acciones más decididas de los organismos internacionales contra el régimen de Israel, léase sanciones, bloqueos, exigencias de cumplimiento de las resoluciones de la ONU entre otras. Esos triunfos palestinos se refieren al reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU en el año 2012, lo que permite su incorporación de pleno derecho a organizaciones de la ONU como es el Tribunal Penal Internacional que permite denunciar los crímenes cometidos por el régimen de Israel contra el pueblo palestino. Súmese a ello el trabajo efectuado con una serie de parlamentos de la Unión Europea (UE) que han emitido sendas declaraciones dando cuenta del compromiso de reconocer al Estado palestino, a contrapelo de cualquier amenaza israelí o del Departamento de Estado norteamericano.

Estados Unidos, en este panorama ha tenido que ir sumándose a la ola de condena contra lo obtuso de la política israelí, que incluso ha entrado en abiertas contradicciones con la administración de Obama de la mano de la oposición republicana, lo que significó tener a Benyamin Netanyahu a inicios del mes de marzo dando conferencias y discursos tanto en el AIPAC (American Israel Public Affairs Committee – Comité de asuntos públicos Estados Unidos-Israel) como también en el Congreso estadounidense, sin contar para ello  con la invitación del gobierno.

El triunfo de Netanyahu y su cuarto mandato exige a las autoridades palestinas cambiar su estrategia respecto al establecimiento del Estado palestino, y pone en su verdadera dimensión la real capacidad de la ANP de encabezar el proceso de autodeterminación. La autoridad de Ramalá tenía puestas su esperanzas en un triunfo de la Unión Sionista dirigida por Isaac Herzog, creyendo que podía ser un interlocutor más favorable al entendimiento con Palestina, pero la porfiada realidad muestra que, cualquiera sea el que encabece el ejecutivo israelí no cederá un ápice en aquello que les permite formar gobierno o conservar el establishment sionista: mantener e incluso ampliar  los asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados. Intensificar la maquinaria bélica israelí. Tratar de cerca a Irán en materia de negociaciones con el Grupo 5 + 1. Implementar una política de desestabilización de Siria e Irak, avalando la formación, financiamiento y entrega de material militar y logística a los grupos takfirí en Oriente Medio. Y si ello implica unirse al Wahabismo saudí o al régimen turco, bienvenido sea.

La responsabilidad de la Sociedad israelí

Aunque la Autoridad Nacional Palestina manifieste en público que la victoria de Netanyahu es una mala noticia, algunas fuentes reconocen que quizás sea positiva para la ofensiva diplomática palestina. En esta línea se sitúa el análisis de Mohammad Darawshe, director de Givat Haviva, para quien con el triunfo de Netanyahu “comienza una época dura y en ello los palestinos tienen dos posibilidades: o cambian de estrategia y apuestan por la solución de un Estado para poner a los israelíes entre las cuerdas o van a la confrontación. Este estado de no paz, pero de no guerra, que mantiene la ANP no va a ningún sitio. La ANP podría intentar disolverse y provocar el caos y así dejarlo todo en manos de la comunidad internacional”.

Lo sostenido por Darwshe no es tan descabellado si pensamos que el cambio de las relaciones entre Palestina e Israel no vendrá desde el interior de la sociedad israelí, que ha vuelto a inclinarse por sus líderes más violentos y refractarios a la paz. Difícilmente habrá sanciones económicas, diplomáticas y militares que obliguen al régimen de Tel Aviv a virar su política belicista, porque Estados Unidos, al margen de ciertas declaraciones, no está dispuesto a abandonar a quien considera su más fiel aliado en Medio Oriente.

Para Gideon Levy, columnista del periódico Haaretz, la victoria del Netanyahu no es una buena noticia  ni para el pueblo palestino ni para la salud de la sociedad israelí “Netanyahu merece al pueblo israelí y este se lo merece. Los resultados indican la dirección que toma el país. Una proporción significativa de israelíes ha terminado por separarse de la realidad. Es el resultado de años de lavado de cerebro y de provocación. Esos israelíes votaron por el hombre que llevará a EE.UU. a adoptar medidas duras contra Israel, por el hombre del que el mundo está harto hace mucho tiempo. Votaron por el hombre que admitió que engaño a la mitad del mundo durante su discurso de Bar-Ilan; ahora se ha sacado la máscara y ha desautorizado esas palabras de una vez por todas. Israel dijo “sí” al hombre que dijo “no” a un Estado palestino”

Gideon Levy se pregunta “Queridos votantes del Likud, ¿a qué diablos le dicen “sí”? ¿Otros 50 años de ocupación y ostracismo? ¿Creen verdaderamente en eso?… La lista del daño que ha cometido es larga. Pero es el elegido por la nación, o gran parte de ella. Hay que respetar esa elección, incluso si dificulta que se llegue a un buen resultado. El único consuelo es que otro período de Netanyahu provocará la acción del mundo. Esa posibilidad es nuestro único refugio”

Más allá de la política ficción frente a lo que se espera del nuevo periodo de Netanyahu, lo claro es que la actual situación que vive el pueblo palestino es insostenible. La violación constante de los derechos humanos de su población a cargo de las fuerzas ocupantes israelíes no es posible volver a aceptarlo. Plomo Fundido, Margen Protector o cualquier otro eufemismo Hollywoodense, destinados a pisotear los derechos de la sociedad palestina y asesinar a su pueblo no debe ser sólo condenado. La comunidad internacional si algo de moral y respeto tiene, debe implementar todas las medidas económicas, diplomáticas, políticas y militares, que sus organizaciones y el derecho internacional le permiten, para sancionar con la mayor severidad esta política colonial sionista. La conducta genocida del régimen sionista no puede seguir impune y su sociedad tiene una gran responsabilidad en permitirla.

No hay más posibilidades para Israel que ceñirse a la legalidad internacional y Washington tiene un papel fundamental en esto modificando su conducta de apoyo constante, su aval financiero y militar. Si el poder israelí permanece intocable lo más probable es que las masacres contra el pueblo palestino se intensifiquen, tensionando la región y obligando a los aliados de Palestina a no sólo condenar sino que actuar con contundencia. Ya no es posible seguir en el marco de las de esas viejas, añosas y caducas fórmulas de paz,  que sólo han servido para seguir estrechando y estrangulando a los palestinos, poniendo en peligro a otras sociedades de la región, facilitando el desarrollo de movimientos terroristas como EIIL (o Daesh en árabe), Frente Al-Nusra y otros grupos takfiríes que al amparo del apoyo occidental, las monarquías árabes del Golfo Pérsico, el wahabismo y los servicios secretos israelíes han florecido como mala hierba. La única alternativa para la región es consolidar alternativas justas, viables y que tengan como centro, la definitiva autodeterminación del pueblo palestino.

La política belicista de los gobernantes israelíes no tiene freno, no existe posibilidad alguna de esperar un viraje que avizore paz para la región o el reconocimiento de los derechos de millones de palestinos que están tras los muros de la ocupación o aquellos que malviven en los campos de refugiados en una diáspora que no acaba. Ni la ultraderecha representada por el Likud ni los supuestos progresistas del Partido Laborista han dado el ancho en materia de responsabilidad, no sólo para la paz en el seno de sus sociedad, sino en el conjunto de una región que vive bajo la constante amenaza del único país dotado de armamento nuclear – se calcula que posee unas 200 cabezas nucleares como mínimo – que no ha firmado el Tratado de No Proliferación (TNP) y que se niega, permanentemente, a recibir inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)

Ilan Pappe, profesor de historia y director del Centro Europeo de Estudios Palestinos de la Universidad de Exeter, Inglaterra, ex profesor de ciencias políticas de la Universidad de Haifa en los territorios ocupados palestinos, considera que es la comunidad internacional la que debe jugar un papel relevante en materia de presionar al régimen de Isarel para el logro de la autodeterminación del pueblo palestino. Pues ni la derecha ni el laborismo son entidades a permitir un cambio en el status quo, “El laborismo estuvo en el poder, afirma Pappé, el tiempo suficiente como para que supiéramos que era incompetente para proponer el acuerdo más moderado a los líderes palestinos que les garantizara una soberanía genuina; ni siquiera en Cisjordania y en la Franja de Gaza, que solo es la quinta parte de la Palestina histórica. La razón es muy simple: la raison d’etre de una sociedad colonialista es el alejamiento de los nativos y su reemplazo por colonos. En el mejor de los casos, los nativos pueden ser confinados en enclaves cercados; en el peor, condenados a la expulsión o eliminados”

Esa es la postura del sionismo en Israel, sea este bajo la figura de un Benjamín Netanyahu o un Isaac Herzog, bajo la clara marca del belicismo militante del Likud y sus aliados ultraderechistas y ultra ortodoxos o el camuflaje semi-progresista del laborismo. Para los analistas como Pappé, la comunidad internacional tiene que llegar a la clara conclusión que sólo“la descolonización del Estado Colonial puede conducir a la reconciliación” y para ello se afirma que hay que utilizar los mismos métodos que se emplearon contra el estado racista sudafricano en los tiempos del Apartheid. Veo en ello una visión un tanto idealista pues la diferencia radica que el estado sudafricano era uno, donde la mayoría negra era oprimida por una minoría blanca que manejaba el Estado y su superestructura. Entre Israel y Palestina existe un estado de diferencia, donde uno de ellos no reconoce al otro, le niega la autodeterminación y ocupa los territorios bajo una política de colonización a sangre y fuego. Difícil hablar de reconciliación cuando el 99, 9% de las muertes y destrucción están en el campo palestino.

Mahmoud Nawajaa, del Comité Nacional Iniciativa BDS: Boicot, Desinversión y Sanciones (BNC, por sus siglas en inglés), un numeroso grupo de organizaciones de la sociedad civil palestina que lidera este movimiento en el ámbito internacional sostiene: “La verdadera cara de la clase dirigente israelí se ha revelado ante el mundo. Rechazando la categoría de Estado para Palestina y declarando que no entrará en ninguna negociación sustancial con los palestinos, Netanyahu ha eliminado cualquier excusa para que los gobiernos no impongan sanciones a Israel y acaben con el apoyo de un régimen colonial y de apartheid. Ésta es una victoria del apartheid y el colonialismo que debería recibirse con sanciones contra Israel por parte de los gobiernos del mundo y la ONU.

La denominada iniciativa BDS nunca ha sido tan válida como ahora, sostienen los propios judíos contrarios al sionismo como Pappé, Uri Avnery e intelectuales como Chomsky. Esa iniciativa, junto a una política de “resistencia popular en el propio Israel, atraiga al menos a una parte de la segunda y tercera generaciones de la sociedad colonialista judía y se una a la tarea de detener el proyecto sionista de colonización. La presión desde fuera y desde el movimiento interior de resistencia es la única forma de forzar a los israelíes a la reformulación de la relación con todos los palestinos, incluyendo los refugiados, sobre la base de los valores de la democracia y la igualdad”, concluye Pappé en un razonamiento que comienza a tomar cuerpo.

Para Netanyahu, el apoyo a la creación del Estado Palestino, ya sea por los pasos dados por Suecia, el Parlamento británico, España, el aviso ruso respecto a apoyar una resolución definitiva sobre el reconocimiento de ambos Estados en Medio Oriente, las propias declaraciones estadounidenses criticando el doble estándar de Netanyahu respecto al reconocimiento de Palestina, han sido un balde de agua fría a sus crónicas pretensiones de no aceptar presiones políticas de gobiernos y entidades internacionales, que han solido dejar pasar sus continuas violaciones a los derechos humanos de la población palestina y quebrantamientos a múltiples resoluciones internacionales de condena a su actuar político y militar en la zona.

La realidad política del Medio Oriente tiene, en el seno del conflicto israelo-palestino, un polvorín que estalla cada cierto tiempo, pero puede desembocar en un conflicto regional de imprevisibles consecuencias, si no se pone atajo a la política de asentamientos israelí, tal como lo ha señalado el secretario general de la ONU y lo ha advertido el gobiernos sueco y el parlamento británico. El régimen de Tel Aviv ha hecho caso omiso de la decisión de la ONU respecto al nuevo carácter de Palestina y de las opiniones internacionales, que lo instan a avanzar en un camino de reconocimiento del Estado palestino. Los pasos de Suecia, el del Parlamento británico son pasos importantes, escasos aún pero que van en el camino correcto para terminar con décadas de agresión de Israel contra el pueblo palestino.

El régimen de Israel se enfrentará a una oposición internacional más dura que la experimentada hasta ahora, y la posibilidad cierta que si no se avanza en materia de lograr la autodeterminación del pueblo palestino estalle la III Intifada, como lo han reconocido los propios medios de comunicación israelíes como Haaretz. “Tras el fin de colaboraciones de seguridad con los palestinos y las políticas erróneas y provocativas del régimen de Israel, es posible que en los próximos meses seamos testigos del comienzo de la Tercera Intifada de los palestinos en toda Cisjordania”. El ejército israelí realizó hace pocos días una serie de maniobras en Cisjordania y en las fronteras con la Franja de Gaza para mantener en estado operativo y alerta a sus fuerzas de ocupación, ante la posibilidad de un estallido de la población palestina. En este panorama, el triunfo de Netanyahu ha significado poner más gasolina en la hoguera.

Artículo del autor cedido por Hispantv

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