Señor Director:

Se nos inculca en las escuelas de Periodismo sobre la necesidad de informar bien y además respetar a la persona de la cual es parte de la noticia. Resulta que en los últimos meses hemos sido testigos de algunas coberturas noticiosas, cuya dignidad de quienes han sido parte de la noticia fue denigrada por la manera en que se abordó, así como el acoso mediático del cual fueron objeto. No es justo que los medios de comunicación aborden de manera premeditada y emitiendo prejuicios sobre ciertos hechos, que afectan la dignidad del ser humano y sus familias. Se inculca en la carrera de Periodismo el respeto a los Derechos Humanos de las personas al momento de informar.

Empero al parecer eso queda en el olvido cuando vemos noticias, especialmente en redes sociales, donde cualquier información errada o emitida de manera mal intencionada, es replicada por los usuarios sin siquiera comprobar el hecho o bien respetar a la persona que es objeto de esa noticia. Por ejemplo, a un proceso penal, donde el imputado no sea juzgado por la prensa como culpable sin antes que el juez dicte sentencia, ejemplos hay de sobra en este país.

También se da cuando un medio de comunicación tergiversa la información, acusa a una persona sin pruebas o bien lo trata de manera despectiva ya sea por su origen social o raza. Entonces la inquietud que surge de todo esto es el rol del periodista como comunicador social y su contribución en una sociedad que cada vez exige información responsable para formarse una opinión.

Un ejemplo sobre el informar de manera errónea a la ciudadanía fue el tratamiento noticioso que tuvo el litigio en la Corte Internacional de La Haya en Países Bajos hace unos meses atrás. Pude apreciar con estupor la cantidad de errores en conceptos jurídicos y de contingencia política que se cometieron en los diversos medios de comunicación. Se informó erróneamente sobre la historia diplomática de los países en el litigio, además de improvisar sobre el proceso legal en la Corte, incluso proyectando escenarios sin medir las consecuencias para el país.

El problema pasa porque toda esta información errada que entregan los medios, en general, la recibe la ciudadanía y en base ello emite sus juicios de valor, apreciaciones que algunas veces pueden tener nefastas consecuencias.

Continuaré en una próxima carta.

Francisco Darmendrail
Periodista
Universidad de Concepción