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Canal del Fútbol: Una oportunidad para cambiar de rumbo

Hoy se necesita la generosidad de los poderosos para fortalecer a los más débiles y transformar nuestro fútbol. Si los presidentes de la U, Católica y Colo-Colo quieren superarse y ser competitivos en el ámbito internacional, entonces deben procurar que la competencia local eleve su nivel, que se formen más y mejores jugadores en todos los rincones del país y que ese trabajo dé frutos deportivos que se traduzcan después, en premios y futuras ventas al extranjero de sus jugadores destacados.

Francisco Cárdenas

  Lunes 21 de septiembre 2015 8:49 hrs. 
anfp

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A mediados del mes de agosto, en la reunión extraordinaria de la Asociación Nacional del Fútbol Profesional (ANFP) se anunció la creación de una comisión que analizaría la compra total del canal del fútbol (CDF) y la distribución actual de los dineros excedentes por la gestión de la misma estación. El próximo viernes, dicha comisión (conformada por Colo Colo, Universidad de Chile, Audax Italiano, O’Higgins, Huachipato, Copiapó, Unión San Felipe y Ñublense) tendrá que exponer sus resultados y presentar la ruta para la nueva repartición del dinero. Esta decisión determinará en gran medida el futuro y calidad de nuestro fútbol a corto y mediano plazo.

El 15 de abril del año 2010 el consejo extraordinario de presidentes aprobó la fórmula actual que ha regulado el reparto de dineros entre los diferentes clubes profesionales en los últimos cinco años. Esa fórmula favorece a los que más tienen, perjudica a los equipos de menor popularidad y condena al olvido a los clubes de las categorías de ascenso. De este modo y basados en su mayor popularidad y convocatoria, Colo-Colo recibe un 9,5 por ciento, la “U” un 8,6 y la Católica un 6,9 de los excedentes totales. El resto de los clubes de primera división recibe cada uno un 3,8 por ciento y los equipos de la categoría B perciben un 1,6 cada uno. Las diferencias son notorias y tienen repercusión visible también. Este año la proyección en pesos podría retribuirle a cada uno de los tres grandes ingresos por arriba de los 1500 millones de pesos, un botín nada despreciable.

Para entender por qué hay tanta plata hay que saber que el CDF cuenta con todos los derechos de transmisión televisiva de los partidos de la liga chilena y también de sus goles. No tiene competencia alguna ni necesidad de una gran estructura programática por lo que opera con costos muy bajos. Es un negocio redondo que ha ido creciendo y que tiene perspectivas de seguir en alza. Por ello la adquisición total del canal por parte de la ANFP es sin duda un paso importante que debe concretarse pues se pagaría con créditos bancarios y garantizaría ingresos generosos que permitirán planificar y mejorar las condiciones generales de la actividad y todos los equipos bajo una mirada solidaria y equitativa.

Pero al parecer no todos lo ven de ese modo en la ANFP pues la primera vez que se planteó la posibilidad de distribuir los ingresos del canal en partes iguales, en boca de Harold Maine-Nicholls, la idea le costó al ex presidente una rebelión de los equipos grandes quienes, con promesas en lo oscuro, convencieron a los equipos pequeños para sacarlo de la dirección de la asociación y trabajar tranquilamente en una nueva distribución favorable a sus intereses. Es mucho el dinero en juego y nadie quiere ceder, menos los dirigentes de los 32 clubes profesionales. En la mayor parte de los casos, estos ingresos representan oxígeno vital para cubrir los gastos operativos anuales. Para otros, es una fuente de ingresos desequilibrante que les permite mantener su posición aventajada.

Pero no es solo dinero lo que hay detrás de esta negociación pues en dicho trámite entre cuatro paredes, los dueños de los clubes profesionales decidirán también la competitividad del torneo nacional, el objetivo del fútbol formativo y una serie de detalles que repercuten en las selecciones nacionales y las estructuras deportivas del país. ¿Por qué? Porque en la diferencia económica de hoy los clubes grandes sostienen su “superioridad” inmutable y en la ausencia de competencia justa, el nivel del juego ha caído estrepitosamente. Los últimos años hemos visto un torneo local sin sorpresas y con partidos de muy bajo nivel. Las diferencias de infraestructura, formación, capacidad profesional y salarial son enormes, groseras y notorias. Por otra parte, salvo la selección mayor todos los otros representativos nacionales han fracasado rotundamente, lo que muestra que se viene invirtiendo y trabajando mal. Las divisiones inferiores son tratadas con poca seriedad y la escasez de jóvenes debutantes es la mejor muestra del fracaso del sistema vigente.

Si queremos mejorar deportivamente necesitamos cambiar de rumbo y repartir los excedentes del CDF al menos de manera equitativa. Por el contrario, si miramos el fútbol únicamente como un negocio, entonces los empresarios, los dueños legales, tendrán todo el derecho de velar por sus bolsillos y sus intereses propios. Otra vez es un dilema ético. El bien común y el crecimiento deportivo o la conservación de este desnivel grosero que beneficia siempre a los mismos y que mantiene un negocio redondo para los tres grandes. Hoy se necesita la generosidad de los poderosos para fortalecer a los más débiles y transformar nuestro fútbol. Si los presidentes de la U, Católica y Colo-Colo quieren superarse y ser competitivos en el ámbito internacional, entonces deben procurar que la competencia local eleve su nivel, que se formen más y mejores jugadores en todos los rincones del país y que ese trabajo dé frutos deportivos que se traduzcan después, en premios y futuras ventas al extranjero de sus jugadores destacados.

El campeonato se eleva nivelando la competencia y para ello es indispensable que todos los equipos profesionales de primera, segunda y tercera división cuenten con equipamiento deportivo adecuado, canchas y espacios de entrenamientos de buena calidad, entrenadores capacitados para cada nivel formativo y una reglamentación dura que proteja del robo de talento y la compra de figuras infantiles. Es importante que los jugadores jueguen en sus clubes de origen, que sirvan de ejemplo a los más jóvenes y que puedan ser disfrutados por su gente y su afición antes de salir a otro club nacional o extranjero. Además, se debe promover la creación de un fondo solidario para infraestructura que crezca en el tiempo y que con moderada proyección, permita elevar constantemente la calidad de los espacios deportivos de todos los equipos afiliados.

Hay que entender que subir el nivel del torneo local repercutirá decisivamente en la calidad de nuestros jugadores y de nuestras selecciones nacionales. Tendremos así un mejor espectáculo deportivo, mayor asistencia en los estadios, elevaremos la competitividad internacional e incrementaremos el interés por nuestra liga y sus figuras. De ser así, incluso crecerían aún más los bolsillos de los empresarios miopes que hoy solo claman por plata fresca sin mirar responsablemente hacia el porvenir.

Esperamos con ilusión que esta vez la propuesta del Presidente y la Comisión sea generosa e inteligente aunque bien sabemos que esos atributos suelen estar lejos del egoísmo y la avaricia que mueve a los empresarios actuales. Sin embargo y pese a la costumbre, mantendremos la esperanza de que esta vez haya sorpresas y seamos nosotros los equivocados. Ojalá así sea.

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