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Más dinero a la cultura: ¿Para sueldos o para qué?

Cuando la Presidenta Michelle Bachelet anuncia a través de cadena nacional el presupuesto de la nación para el año 2016 y dice textualmente que el CNCA verá incrementado sus recursos de manera significativa, no deja de despertar suspicacias y muchas preguntas:

Vivian Lavín

  Viernes 2 de octubre 2015 12:55 hrs. 
Centro Gabriela Mistral-002

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A poco de asumir, hace unos meses, el ministro de Cultura, Ernesto Ottone, posó su mirada sobre el Centro Cultural Gabriela Mistral, el GAM. Quien salía de la dirección del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile para dirigir el Consejo de la Cultura y de las Artes, máximo órgano cultural encargado de ejecutar las políticas públicas en relación a la cultura en Chile, había podido observar, durante más de cinco años, la gestación e instalación del vecino GAM, ubicado a pocas cuadras de distancia del Teatro de la Universidad de Chile.

De modo que no causó tanta extrañeza que una de sus primeras decisiones fuera en torno a este centro cultural. Lo que sí despertó revuelo fue la solicitud a su directora ejecutiva, Alejandra Wood, que se rebajara el sueldo en un 40 por ciento. Las razones que esgrimió el secretario de Estado para tal petición fue la de homologar los salarios, con un tope máximo de seis millones 100 mil pesos en cifras brutas, para todos aquellos y aquellas funcionarias que trabajen en corporaciones y fundaciones sin fines de lucro que reciben aportes directos del Estado. De esta manera, Alejandra Wood vio expuesto en la prensa el sueldo de más de nueve millones de pesos que recibió durante cinco años frente al GAM, desde cuando fue nombrada por el ex ministro de cultura Luciano Cruz-Coke. Una situación desagradable para la afectada pero que estaba en regla, cuando su condición para aceptar el cargo que le ofreciera el ex ministro de Piñera era mantener el nivel de ingresos que había tenido tanto en el área de asuntos externos de la minera BHP Billiton, como de asuntos corporativos en el Scotiabank. El público conocimiento de esta cifra, que fue aceptada sin problemas durante un quinquenio por el directorio de la entidad, hizo remecer la conciencia en algunos, la envidia en los más, pero, sobre todo, y una vez más, la discusión sobre cómo el Estado invierte en cultura.

A partir del impasse del sueldo, surgieron las críticas desde la asociación de funcionarios de la entidad que no aceptaban que la directora hubiera percibido cada mes, 33 veces el salario más humilde del GAM. Una crítica que hace eco en una de las sociedades más inequitativas del planeta y que obliga a detenerse en el GAM y en muchas otros organismos relacionados con el Estado, sin ser necesariamente estatales, donde deben existir ciertos criterios mínimos de equidad.

La renuncia de Alejandra Wood esta semana a la dirección ejecutiva del GAM deja a uno de los centros culturales más exitosos de nuestro país, con cinco millones de visitas en la bitácora de vida y una gestión de excelencia en muchos aspectos, pero con una deuda ética y administrativa, sobre remuneraciones y la manera de elegir a su altos cargos, pendiente.

De modo que cuando la Presidenta Michelle Bachelet anuncia a través de cadena nacional el presupuesto de la nación para el año 2016 y dice textualmente: “El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes verá incrementado sus recursos de manera significativa, en un 13,3%. Ello le dará un fuerte impulso a la creación y expresión artística y a la difusión de la cultura de los pueblos indígenas”, no deja de despertar suspicacias y muchas preguntas: ¿cómo es el criterio de asignación de recursos para centros culturales en nuestro país, si consideramos que Santiago no es Chile? ¿Por qué el Estado está de manera permanente solicitando a la ciudadanía especializada en temas culturales de su ayuda, sea en la creación de políticas públicas o como solicitando información valiosa para evaluar programas de fomento, por ejemplo, sin que por ello se cancelen honorarios ni se les atienda con esmero?

¿Vendrá la asignación de estos recursos en cultura a profundizar el concursismo o se abrirán nuevas modalidades para que quienes ya tienen una trayectoria consolidada puedan seguir desarrollando su aporte, aunque no sea con sueldos de mercado? Este aumento del 13,3 por ciento al presupuesto de cultura y que busca difundir la cultura de nuestros pueblos originarios, ¿será coordinado con educación para complementar los programas de interculturalidad o seguirán la cultura y la educación en veredas diferentes, como ha sido hasta ahora?

Por cierto que son solo algunas preguntas… surgen muchas más.

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