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El colmo de las momias Chinchorro

A pesar del trabajo que han venido desarrollando durante décadas arqueólogos y otros ciudadanos sensibles a la cuestión patrimonial, no ha sido suficiente que los ariqueños hayan decidido proteger los vestigios de la cultura milenaria sobre la que están asentados. Cuesta entender que a solo cinco cuadras del centro de la ciudad haya un vertedero, aunque sea pequeño sobre un sitio patrimonial.

Vivian Lavín

  Viernes 16 de octubre 2015 10:48 hrs. 
momias

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Imagine que esta viendo uno de estos canales del cable en el que aparece un locutor hablando en castellano neutro, explicando las condiciones en que se encuentra el patrimonio de una cultura de más de cinco mil años de antigüedad. Con ese acento de “estos pueblos son demasiado rústicos y no entienden la joya patrimonial que tienen”, siga imaginando que en su relato se describe una zona en la que se pueden encontrar vestigios funerarios, osamentas y hasta momias de una data que ni sus similares de Egipto tienen. En un esfuerzo mayor, suponga que las imágenes muestran un terreno que está en la ladera de un pequeño cerro, donde a pocos metros de profundidad se pueden encontrar fácilmente estas momias y osamentas milenarias y que está convertido en un basural.  Un minivertedero ubicado además, a escasas cinco cuadras de la principal Iglesia de la ciudad.

El relato corresponde a lo que sucede en el norte de Chile, específicamente en los faldeos del Morro de Arica, próximo a un sendero peatonal que es el que lleva a los visitantes a la cima del histórico emplazamiento. Allí  se encuentra un terreno que está cercado y que a sabiendas que es una zona plagada de vestigios de la cultura Chinchorro, lo que hay allí es un basural. A pesar de que a escasa distancia, hay también casas y calles que comparten la riqueza de uno de los sitios arqueológicos más ricos de nuestro país.

Quizás haciendo cuenta de que si esta historia la viéramos en un canal por cable y al estilo de documental de denuncia, podríamos dimensionar el atentado patrimonial que esto significa. Porque a pesar de que en Arica sea común la frase que dice: “Cuidado si excavas, porque puedes hallar una momia”, no ha sido suficiente para que la conciencia de sus habitantes haya ido al rescate de la cultura Chinchorro.

De aquí que se conozca con cierto escepticismo la reciente noticia que el Concejo municipal de esa ciudad haya decidido realizar una consulta pública para definir la ubicación del nuevo Museo de la Cultura Chinchorro.

Se trata de un proyecto millonario, superior a los 40 millones de dólares, y que sus autoridades han optado por darle la voz a los ciudadanos para que ellos decidan el lugar donde se erigirá el edificio que conserve tanto las momias del basural como las que han sido prudentemente conservadas por la Universidad de Tarapacá y otros investigadores que desde hace años entendieron la importancia de la cultura Chinchorro.

Porque a pesar del trabajo que han venido desarrollando durante décadas arqueólogos y otros ciudadanos sensibles a la cuestión patrimonial, no ha sido suficiente que los ariqueños hayan decidido proteger los vestigios de la cultura milenaria sobre la que están asentados. Porque cuesta entender que a solo cinco cuadras del centro de la ciudad haya un vertedero, aunque sea pequeño sobre un sitio patrimonial.

¿Será el plebiscito que el alcalde de la ciudad ha propuesto una oportunidad para educar y hacer conciencia en los ciudadanos o se utilizará, en cambio, como una plataforma política?  ¿Incluye el plebiscito una campaña de educación sobre este delicado tema o será al final, un a encuesta de popularidad reduccionista  Me gusta o No me gusta, tipo Facebook?

Llama la atención que cuando pareciera haber suficiente consenso y bastante urgencia con temas como el constitucional y este, de tipo patrimonial en torno a la cultura Chinchorro, surja una vocación democrática inédita que busca escuchar la voz de los ciudadanos, silenciados por décadas, cuando, si las autoridades escucharan mejor podrían oír perfectamente el clamor republicano.

En el caso de las momias Chinchorro, habría que escuchar más al Consejo de Monumentos Nacionales y a los especialistas de las Universidad de Tarapacá, que hace mucho tiempo han venido explicando lo que está sucediendo frente a sordera política.

Quizás habría que hacer esa película de denuncia patrimonial y mostrársela al Concejo Municipal para que la den por la televisión regional… quizás entonces, sentirían la vergüenza y el escándalo de lo que está sucediendo.

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