Quisiera hacer un comentario positivo de la intervención de los cuatro presentadores – los senadores Hernán Larraín e Isabel Allende, el diputado Felipe Kast y la presidenta de la CUT Bárbara Figueroa- del libro La Solución Constitucional, el jueves recién pasado en la sede del Congreso en Santiago.

Como era esperable, la intervención más coincidente y entusiasta con el trabajo editorial y no por ello falta de interés ni de agudeza para discriminar aspectos importantes, fue la de la senadora Allende. El diputado Felipe Kast, por su parte, hizo una crítica positiva, planteando algunas aprensiones por la prolongación e incertidumbre en el proceso anunciado por la Presidenta Michelle Bachelet, pero anunciando la participación de su sector político y dejando asentado que el modelo de Constitución a la que aspira es una de carácter mínimo, lo que a mí también me parece la opción más sensata y con mayores posibilidades de éxito.

A su vez, creo que Bárbara Figueroa da en el clavo al afirmar que el proceso constituyente que estamos iniciando representa o encarna aquella tan voceada transición a la democracia plena, la que nunca llegó, no obstante que el Presidente Aylwin diese aquella por finalizada ya al inicio de su administración.

Finalmente, el senador Larraín tiene toda la razón en su crítica a la ausencia de tratamiento del contenido de una nueva Constitución. Sin embargo, los editores Claudio Fuentes y Alfredo Joignant restringieron este trabajo a la recopilación de ensayos sobre el procedimiento de elaboración de la nueva Constitución, lo que hace presagiar una segunda parte relativa a contenidos.

Como sea y después del anuncio presidencial, creo que se debe privilegiar el debate sobre contenidos y, específicamente, sobre un cambio de nuestro régimen político y también estimo que hay que aprovechar los diversos pasos del proceso constituyente anunciado para plantear cuestiones como el fin del presidencialismo o la constitución de un Parlamento unicameral.