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Fred Frith: Un músico en oposición

Su vínculo con Chile no sólo tiene que ver con sus varias visitas a la fecha, el hecho de haber visto a Quilapayún e Inti Illimani durante sus exilios europeos o la inclusión de poemas de Pablo Neruda en su trabajo, sino que principalmente con Violeta Parra.

Vicente Clua

  Martes 3 de noviembre 2015 11:35 hrs. 
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Quinientas treinta y cuatro presencias en discos puede ser todo un logro o quizás un récord a batir. Pero al mismo tiempo, puede ser un número vacío de todo significado, si lo que importa realmente, y en palabras del propio responsable de esa cifra, es muchas veces no hacer nada y tener la capacidad de escuchar.

Así lo siente el compositor e intérprete británico e ícono de la música experimental Fred Frith (Heathfield, 1949). En una entrevista de 2012, dijo que “la manera de distinguir a un buen improvisador es por su capacidad para escuchar y lo que decide hacer con la información que recibe; pero si estás siempre ocupado tocando, no tienes tiempo para escuchar ni para decidir. Se necesita mucha disciplina para no intervenir cuando no hay que hacerlo”.

Frith empezó a los cinco años tocando violín, hasta que -como explica- “un día alguien puso una guitarra en mis manos. Inmediatamente supe que ese era mi instrumento. Es algo que no puedo explicar. Fue una de esas experiencias misteriosas”. Hoy es considerado uno de los más importantes multinstrumentistas del planeta y el gestor, a finales de los setenta, del influyente movimiento Rock in Opposition.

Este concepto surge en un festival organizado por el grupo británico Henry Crow, del cual Frith formaba parte junto a su compañero de la Universidad de Cambridge, Tim Hodgkinson, realizado el 12 de marzo de 1978 en el The New London Theatre de Londres. Y nace como rechazo al accionar de la industria discográfica de la época, la que mostraba poco interés y apoyo a músicos más vanguardistas y “no clasificables”, mientras se enriquecía con el rock más tradicional de mediados de los setenta.

El músico fue luego un miembro activo de la escena de Nueva York, siendo parte de Massacre, Skeleton Crew, Maybe Monday, Keep the Dog y, como bajista, de Naked City, junto al saxofonista John Zorn. Su extenso currículum incluye una extensa lista de colaboraciones: The Residents, Ensemble Modern, Brian Eno, Laurie Anderson, Arditti String Quartet, Mike Patton y Robert Wyatt, entre otros, además de componer música para películas, teatro y danza.

Su vínculo con Chile no sólo tiene que ver con sus varias visitas a la fecha, el hecho de haber visto a Quilapayún e Inti Illimani durante sus exilios europeos o con la inclusión de poemas de Pablo Neruda en su trabajo Pacifica (1994), sino que principalmente con el trabajo de Violeta Parra. Como ha explicado algunas veces, su interés por la cultura musical chilena comenzó en 1969, “cuando un amigo regresó de un viaje a Chile con algunos discos de Violeta Parra. Su música me impactó profundamente y aún lo hace”.

Pero si Frith era para muchos “inclasificable” en los setenta, su trabajo hasta la actualidad y el hecho de no haberse casado con ningún género musical específico, sino que el seguir tomando para sí elementos del jazz, el rock, el metal, el folk, el punk, la música docta y la experimentación, lo siguen instalando en esa categoría. Además, Frith permite, gracias a su obra gigantesca y de profundo interés, que cualquier persona pueda comprender gran parte del desarrollo de la música de nuestro tiempo.

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