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Entre maquillaje y camuflaje


Lunes 21 de marzo 2016 19:20 hrs.


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La realidad parece haber obligado a los políticos a entrar aceleradamente en el terreno de las definiciones. Los obliga una demanda a nivel mundial, con las particularidades de cada rincón. Pero son muchas las evidencias de que las cosas no caminan globalmente. En todas partes, ante las acusaciones y manifestaciones de decepción, se escuchan promesas de honradez, transparencia y consideración a la opinión de la gente -recuerden que el término pueblo ha quedado en desuso. Pero todo indica que las nuevas propuestas transitan entre el maquillaje y el camuflaje.

En Chile ya entramos en un período preelectoral, con los políticos marcando una muy baja consideración ciudadana. La derecha, que es oposición al actual gobierno, se muestra inquieta. Perdió la última elección presidencial y el peso que tiene en el Parlamento está por debajo de sus expectativas. Además, las encuestas no señalan mejorías. Con la mirada puesta en las elecciones municipales del 23 de octubre de este año, Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI) realizaron este fin de semana sus Consejos Generales. Ambos Partidos conforman la alianza Chile Vamos. Sus votos políticos muestran claramente el espíritu que los anima.

La UDI prolongó la conducción de su actual presidente, el senador Hernán Larraín, hasta que se reinscriba el Partido, en noviembre. Fue una de las decisiones trascendentes. Otra, el cambio de imagen de la colectividad.  De “UDI popular” pasó a exhibirse solo como UDI. El cambio fue justificado como una reafirmación de un Partido que “privilegia la unidad”, se define claramente como “defensor de la democracia” y es “independiente”.

RN, por su parte, también resolvió postergar sus elecciones internas, prolongando la presidencia del diputado Cristián Monkeberg hasta diciembre próximo. En términos políticos, la resolución más crucial fue el llamado de su máximo dirigente a reforzar el rol opositor del Partido “y evitar que la Nueva Mayoría siga dinamitando el país”.

En resumen, la derecha ha optado por el maquillaje. Si bien es evidente su preocupación por la escasa sintonía de sus propuestas con las demandas ciudadanas, aún no decide entrar en cambios de fondo. La UDI borró su definición de popular, porque ya parecía un slogan vacío y extemporáneo. Pero no optó por nuevas posturas. Ni siquiera por jugarse a favor de un cambio generacional. En RN ocurre otro tanto, porque llamar a hacer una oposición más cerrada no resuelve los problemas de fondo, que tienen que ver con postulados que puedan identificarse con los electores. Otra apuesta por el maquillaje. Algo que parece demostrar que la derecha sigue creyendo que su credo respecto de la propiedad y el respeto a los valores religiosos tradicionales son suficientes. Posturas que la mayoría ciudadana parece no compartir. Rechazo que abarca una amplia gama institucional. En la elección presidencial de 2013, la abstención alcanzó al 59 por ciento del electorado.

Pero los problemas no son solo de la derecha. En la otra vereda el centro y la centroizquierda enfrentan una realidad similar. La Democracia Cristiana (DC) viene dando muestras claras de incomodidad respecto de su pertenencia a la Nueva Mayoría, coalición que apoya al actual gobierno. En forma reiterada, el ala conservadora del Partido, encabezada por los senadores Andrés Zaldívar y Patricio e Ignacio Walker, da muestra de su malestar frente a las reformas que impulsa la administración de la presidenta Bachelet. En esta misma postura se encuentra Mariana Aylwin, hija del ex presidente Patricio Aylwin. En un seminario del grupo denominado “Progresismo con Progreso”, Mariana lanzó severas críticas contra el Gobierno y la dirigencia de la DC. “Hemos hecho un llamado a nuestra dirigencia -dijo- a mirar lo paradojal que es que nosotros estemos participando en un gobierno, que se supone es el más progresista, y que estemos corriendo el riesgo de que el país no solo no progrese, sino que se estanque”. En otra parte de su intervención, señaló: “Lo que no podemos aceptar es terminar siendo el vagón de cola de un gobierno de izquierda”. Palabras que, inevitablemente hicieron recordar los discursos de su padre cuando era presidente del Senado y abogaba por la salida de Salvador Allende de la presidencia de la República. Todo esto hace pensar que hasta ahora una parte importante de la DC se ha camuflado. El objetivo: seguir disfrutando de las ventajas del poder que entrega la administración del Estado.

Pero en el resto de la coalición de gobierno, las cosas no están más claras. Socialistas y comunistas no aportan visiones nuevas. Los primeros navegan con rumbos difusos moviéndose en una socialdemocracia que cada vez valida más el neoliberalismo. Y el Partido Comunista divide sus esfuerzos. Se debate entre la subsistencia en el modelo actual y una lucha poco productiva por frenar los excesos de un modelo neoliberal que ha generado un vergonzoso reparto de la riqueza. En este sector la manera elegida para sobrevivir es el camuflaje.

La política chilena parece estar contaminada severamente por estas prácticas. Incluso quienes se muestran como independientes de los partidos tradicionales caen en ellas.

Finalmente, hay que aclarar el maquillaje intenta ocultar ciertas deficiencias del individuo, en este caso, de la oferta política. El camuflaje, en cambio, trata de mostrar una realidad que no existe. Ambas prácticas resultan nefasta en política y eso los ciudadanos parecen haberlo comprendido.