Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 29 de marzo de 2024


Escritorio

Talca, París, Londres: de lo que Bachelet no hablará este 21 de Mayo

La mentalidad de nuestros dirigentes sigue siendo aquella de las “elites perfumadas” de 1910. De aquellos que prefieren representar a Chile haciendo cabalgatas frente a la Reina de Inglaterra, que poner la cara a sus compatriotas en Chiloé.

Víctor Herrero

  Lunes 16 de mayo 2016 7:56 hrs. 
michelle bachelet

Compartir en

A veces da la sensación como si Chile viviera –política y socialmente- a comienzos del siglo 20. Esa era una época en la que, en palabras del historiador Sergio Villalobos, “el sector alto se encerraba en su ambiente perfumado y hermoso, sin querer saber nada de un mundo que cambiaba aceleradamente y con signos violentos”.

Así, mientras en Chiloé miles de pescadores y sus familias viven en la angustia porque están perdiendo su sustento económico, un grupo de chilenos viajó a Londres para homenajear a la Reina Isabel II en su 90º cumpleaños. Se trató de la escuadra ecuestre del criadero Palmas de Peñaflor, que el jueves 12 realizó una presentación privada para la monarca europea en el castillo de Windsor. Encabezados por el ex canciller Alfredo Moreno, este grupo de compatriotas de apellidos vinosos e impecablemente vestidos como los típicos huasos-patrones de la zona central, mostraba así a Inglaterra las costumbres de nuestras tierras. Violeta Parra se debe estar dando vueltas enfurecida en su tumba.

“Tan espesa era esta nube rosada”, continúa Villalobos, “que uno de los portavoces más inteligentes y respetados de la oligarquía, el radical Enrique Mac-Iver, declaraba en tono triunfal que la cuestión social no existía en Chile”. Bueno, eso se parece en algo a cuando el ministro del Interior declaró que “este no es un gobierno de billetera fácil” al referirse a la ayuda económica para sus conciudadanos de Chiloé.

Sin embargo, el gobierno tiene fondos suficientes para echar la casa por la ventana cuando se trata de seducir a los banqueros londinenses. Porque resulta que mientras la isla grande del sur ardía en barricadas, una delegación gubernamental compuesta por decenas de asesores, subsecretarios, superintendentes, jefes de servicios y también ministros viajó a Londres para tratar de convencer a la “City” de invertir en nuestro país. Acompañados por ejecutivos, consultores financieros y representantes empresariales (que, es de suponer, habrán costeado sus propios gastos), además de los huasos casi-Quincheros, nuestros representantes dieron vida así al llamado “Chile Day”, que se ha realizado también en Nueva York. Se trata de una reunión a la que suelen asistir los barones de las finanzas y rara vez los creadores de empleo.

Mientras tanto, Chiloé ardía.

Pero la jefa de la delegación europea, Michelle Bachelet, designó a un ministro coordinador para negociar con los pescadores. Como todos los ministros importantes del área estaban con ella en Europa, la labor recayó en Felipe Céspedes. ¿Felipe quién? Céspedes, el ministro de Economía del gobierno, quien es tan desconocido por la mayoría de los chilenos, que hasta ahora ni siquiera figuraba en las periódicas evaluaciones ministeriales en las encuestas de Adimark y Cadem.

Lo bueno es que, al igual que los huasos tipo “Talca-París-Londres” y los ejecutivos del mundo de las finanzas, la mandataria ya está de vuelta en el país, aunque todavía no se sabe muy bien qué piensa acerca de este tema de Chiloé. Lo cierto es que debe estar enfocada cien por ciento en lo que será el discurso del próximo 21 de mayo.

Pero esas cuentas anuales, que se parecen cada vez más a los discursos de la zafra que solía pronunciar Fidel Castro, se han vuelto tediosas, tecnocráticas, predecibles y, lo que es peor, carecen de toda imaginación o llamado a la acción.

Ciertamente, Bachelet podrá decir que su gobierno ha cumplido con varios de los anuncios del año pasado: por ejemplo, efectivamente se creó la subsecretaria de Educación Parvularia; se inició el camino para crear un Ministerio de Pueblos Indígenas; partió la gratuidad en la educación superior (aunque en un porcentaje menor al anunciado y en condiciones tan débiles que depende del presupuesto anual del fisco); y se despachó la tibia Ley de Aborto que todavía sigue pendiente en el Senado. También podrá decir que partieron los llamados cabildos ciudadanos para debatir una nueva Constitución, aunque la incertidumbre sobre los mecanismos, el cronograma y el compromiso verdadero de La Moneda arrojan serias dudas acerca de este proceso. Después de todo, Bachelet nunca se ha pronunciado abiertamente a favor de una asamblea constituyente.

Pero habrá otros temas de los cuales no hablará o que tratará de maquillar para que los ciudadanos podamos pasar mejor el trago amargo. Y uno de los más importantes es el de los derechos humanos. No sólo aquellos que se refieren a obtener justicia por los crímenes perpetrados por la dictadura cívico-militar (como, por ejemplo, levantar el secreto de 50 años que pesa sobre los testimonios entregados a la Comisión Valech), sino aquellos derechos humanos básicos que se esperan cumplir en cualquier democracia moderna. La agenda corta de anti-delincuencia que su gobierno ha promovido en el Congreso es una muestra de cuán lejos está La Moneda de Bachelet de tomarse en serio este tema. El llamado control de identidad preventivo –una suerte de detención por sospecha como en épocas de la dictadura–, la Ley Mordaza que pretendía silenciar a la prensa, la nueva ley anti-terrorista que parece un libreto sacado de la época de la Guerra Fría, son todas iniciativas de este gobierno que son totalmente opuestas a las actuales nociones de derechos humanos. Y eso, para no hablar de los derechos al trabajo digo, a un medioambiente limpio, a una vejez segura, al acceso a una educación y salud pública de calidad y costeable, todos derechos humanos básicos en los que el país ha avanzado muy poco.

La nueva subsecretaría de Derechos Humanos, aprobada por el Congreso, todavía no se constituye, a pesar de que está mandatada para elaborar un Plan Nacional de Derechos Humanos que se haga cargo de las tareas heredadas del pasado y para abordar la implementación de políticas públicas que contribuyan a generar una cultura de respeto y observación universal de los derechos fundamentales de los seres humanos. ¿Qué impide la puesta en marcha de esta institución que dependerá del ministerio de Justicia? Una razón puede ser la pugna política por quién ocupará ese cargo, pero se trata de un retardo mezquino dada la importancia de este tema.

Así las cosas, viviremos este sábado un nuevo 21 de mayo lleno de certezas sobre las promesas cumplidas (pocas) y con anuncios sobre las glorias que nos esperan el próximo año (aún menos). Pero nadie hablará, ni sincerará, que, en el fondo, Chile sigue anclado en las lógicas de poder de comienzos del siglo 20. Que, pese a todo lo avanzado y retrocedido, la mentalidad de nuestros dirigentes sigue siendo aquella de las “elites perfumadas” del año 1910. De aquellos que prefieren representar a Chile en los mercados de Londres o haciendo cabalgatas huasas y patronales frente a la Reina de Inglaterra, que ponerle la cara a sus compatriotas en Chiloé.

Síguenos en