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Brexit: La compleja y lejana relación de Europa y el Reino Unido

David Martínez

  Viernes 24 de junio 2016 19:44 hrs. 
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Finalmente, el pueblo Británico ha decidido que no será parte de la Unión Europea (UE). El resultado es inesperado y ha significado conmoción en las bolsas internacionales, el desplome de la libra y un alto nivel de incertidumbre en toda Europa y el Mundo.

El resultado es sorprendente para muchos porque existía un consenso entre los líderes más importantes de la política de ese país por permanecer en la UE. Desde el primer Ministro David Cameron, hasta el líder del laborismo Jeremy Corbyn, los argumentos por continuar parecían tener mayor sustancia que los de quienes hoy celebran su triunfo. Lo sorprendente del resultado se refleja también en que los mercados sólo reaccionaron negativamente cuando ya se conocían los resultados preliminares del referéndum y no antes. Comúnmente, en la economía se prevén resultados políticos y en base a esas expectativas se producen reacciones: volatilidad, caída de monedas, etc.

Sin embargo, es necesario buscar explicaciones y una de las muchas razones que pueden dar luces sobre este desenlace tiene que ver con la relación de los británicos con Europa. Una de las cualidades más llamativas del Reino Unido es que muchas de las personas de este país no parecen estar identitariamente vinculadas con esa unidad confusa como sucede en otros partes de este continente. Muchos países que integran la Unión Europea se sienten con orgullo parte de ella. De hecho, algunos que no están actualmente en la UE quieren ser parte. Otro ejemplo más específico es Alemania, donde el proceso de re-educación – que tuvo lugar después de la II Guerra – cultivó y potenció la idea de la identidad Europea.

En dicho país la generación que se educó en el contexto de la guerra fría tenía un proyecto común: Europa. Son temáticas permanentes de la agenda la cuestión sobre Europa, su futuro, las crisis del Euro.  En Frankfurt está el Banco Central Europeo y hay incluso un monumento al Euro. En el Reino Unido nunca se dejó de usar la libra esterlina. En Alemania, el tópico Europa convoca permanentemente seminarios, conferencias, sus intelectuales están preocupados de la integración Europea, del déficit democrático de la EU, etc. En el Reino Unido, no se observa el mismo entusiasmo por Europa.

En el Reino Unido, cuando se habla de Europa se hace referencia al ‘continente’, en el sentido de que es un lugar un tanto lejano – aunque es posible llegar desde Londres a París en menos de una hora –. Los británicos parecen estar más vinculados con Australia, Estados Unidos, Canadá, Sudáfrica, pues efectivamente con estos países existen lazos históricos, lingüísticos, sociales, económicos y culturales. Estos países constituyen la Commonwealth que es una unidad bajo la soberanía de la corona. Frente a esto, los vínculos son más tenues con Europa.

Para poner dos ejemplos de los vínculos con otros países europeos, con Alemania la relación podría ser que en ambos países existen altos estándares de respeto a las libertades individuales. Aunque esta similitud es importante, es bastante abstracta, porque también en países como Uruguay o Japón se puede observar una situación parecida. Otro ejemplo podría ser Polonia. Al Reino Unido y a este país quizás los une el rechazo a la política exterior de Rusia. Pero más allá de esos puntos en común genéricos, no existe mucho más que pueda dar cuenta de una identidad común.

Entonces en el contexto de un país signado por el escepticismo y cierta lejanía con Europa, no es difícil de entender que la cuestión de la soberanía nacional frente a la UE y la inmigración – vista como un problema ­– pudo apelar a la sensibilidad de la mayoría de los electores.

De hecho, el primer ministro David Cameron, quien fue la gran figura – y por lo mismo el gran perdedor –en pos de permanecer en la EU, siempre ha abogado por restringir el movimiento de personas desde Europa al Reino Unido y de reducir beneficios a los europeos. Así, el slogan de todos parecía ser trabajos británicos para los británicos. Entonces, el resultado adquiere pleno sentido, porque en el discurso público se impuso la idea de que uno de los mayores problemas del Reino Unido eran los inmigrantes. Según el discurso más extendido – que según los expertos es absolutamente errado – estos abusan de los beneficios sociales y no dejan trabajos para los nacionales.

Entonces, aunque Nigel Farage y Boris Johnson y otros líderes del voto por salir nunca han tenido muchos argumentos y tampoco apoyaban sus declaraciones con la opinión de expertos, representaban de forma más evidente la solución frente a la enfermedad que todos diagnosticaban. El problema del Reino Unido para el establishment eran los emigrantes, ¿Qué sentido tenía entonces votar por permanecer? Cameron intentó negociar con la UE el fin de la libertad de movimiento sin tener éxito. En esa y otras de sus acciones mostró que el problema eran 1) los inmigrantes y 2) que él no lo iba a poder resolver.

Probablemente, David Cameron será recordado como un gran jugador político. Llegó al poder negociando con los sectores más conservadores dentro de su partido, que habría un referéndum para evaluar la continuidad en la UE. Pero al final no pudo alinear a sus ministros, no pudo conseguir de Europa lo que se proponía – una relación privilegiada  – y además hacía una lectura parecida a la de sus contrincantes. Su solución parecía extraña, nebulosa, contra intuitiva en relación al diagnóstico del problema. La cuestión eran los inmigrantes y él prometía limitar su movimiento pero permaneciendo en la UE. Su oferta era proteger la seguridad interna y mejorar las condiciones de vida sólo para los británicos pero a la vez tenía que aceptar la condición impuesta por la UE de mantener la libertad de movimiento.

El gran error en todo esto es que el diagnóstico del problema siempre fue ideológico, sin fundamentos y equivoco.  El pueblo Europeo y británico tendrá que pagar las consecuencias de la irresponsabilidad de sus políticos en el uso de la influencia mediática para construir la opinión pública.

David Martínez

PhD. (c) Pensamiento Social y Político.

Universidad de Sussex, Reino Unido.

[1] Agradezco al Doctor Francesco Di Bernardo sus comentarios.

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