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Alta tasa de suicidios juveniles revela cruda realidad social en Chile

La tasa de suicidios en jóvenes chilenos va en aumento cada año, posicionándose en el segundo lugar de los países de la OCDE. Son las consecuencias de una sociedad competitiva y estereotipada, en un país donde, según explican académicos, existen medios insuficientes para detectar a tiempo estos problemas. Un escenario que en primavera puede recrudecer y mostrar una triste realidad de la juventud de nuestro país.

Claudio Garrido

  Miércoles 21 de septiembre 2016 19:25 hrs. 
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La primavera ha comenzado a hacer presencia en nuestro país. Sin embargo, algo más oscuro comienza a erigirse como parte de la trastienda de esta época del año: el aumento de suicidios.

Se trata de la segunda causa de muerte no natural en Chile. En cantidad de defunciones, los hombres cuadruplican a las mujeres, y nuestro país es el segundo país de la OCDE, sólo después de Corea del Sur, donde más han aumentado este tipo de decesos.

En este contexto, llama la atención el aumento de los suicidios en la población joven. A nivel mundial, se trata de la segunda causa de muerte entre las personas entre 10 y 24 años.

En el caso de Chile, la tendencia de los últimos años es al alza. Según datos del Ministerio de Salud, las muertes autoprovocadas alcanzarán los 12 casos por cada 100 mil habitantes en 2020, en la población de 10 a 19 años.

Muertes que en la mayoría de los casos responden a trastornos anímicos, cuya tendencia puede ser por causas hereditarias, los factores ambientales o sociales, que también inciden en la ocurrencia de estos hechos.

Además, como factor importante se suma que en muchas muertes, se ignoran las señales que estas personas dan respecto a intenciones suicidas, toda vez que éstas responden principalmente a una sensación de agobio psicológico.

El psiquiatra Rodrigo Paz indicó que los factores estacionales que influyen en cuadros depresivos que tienden al suicidio, tienen relación más bien con cambios en la actividad cerebral de las personas.

“En los períodos en los que se produce un cambio en la luminosidad de la luz solar, eso provoca una serie de modificaciones de funcionamiento en el cerebro en todos los animales. La primavera es un período donde aumenta la actividad, y eso en los seres humanos se traduce en una sensación de mayor energía, mayor vitalidad. El problema es que esa mayor energía en los pacientes que sufren de trastornos anímicos, en vez de producir más vitalidad, produce angustia”, dijo Paz.

Por su parte, la psicóloga de la Universidad de Chile Antonieta Sepúlveda, aclara que lo que ocurre con los jóvenes también es extensivo al resto de la población, y dice que hacen falta medios y recursos para brindar una mejor y oportuna atención a un problema frente al cual hay que actuar de manera oportuna.

“Hay que generar protocolos de evaluación de riesgo del suicidio, y capacitar a la población para aplicar lo que se ha evaluado no solamente de manera oportuna, sino que la evaluación sea lo mejor posible nos va a entregar una información y nos va a generar herramientas para captar a esta población y que no quede silenciada”, indicó Antonieta Sepúlveda.

La profesional agregó que “si no se invierte en salud mental en nuestro país, nosotros vamos a tener diferentes síntomas y diferentes consecuencias; y entre estas consecuencias son las tasas de suicidio”, expresó.

En Chile existe un Programa Nacional de Prevención del Suicidio, el cual Antonieta Sepúlveda calificó de insuficiente si no se destinan más recursos para mejorar la cobertura y las condiciones de atención a los pacientes.

En ese contexto, el Centro de Atención Psicológica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile (CAPs), se encuentra trabajando en la implementación del Protocolo de Evaluación de Riesgo de Suicidio, desarrollado por profesor asociado de la Facultad de Medicina y experto en el estudio de este fenómeno, doctor Alejandro Gómez. Este protocolo permitirá establecer líneas de acción frente a la población que manifiesta en sus terapias tendencias autolíticas.

Jóvenes agobiados

Pero en el caso de los jóvenes, los factores que propician los trastornos anímicos, se vinculan con las relaciones sociales y el entorno.

La doctora en Psicología de la Universidad de Santiago (USACh), María José Rodríguez, explicó que una sociedad en la que viven los jóvenes se encuentran en una doble encrucijada, que tiene relación con la competitividad del sistema de vida, expresado en la exigencia de tener que ser exitosos en todos los ámbitos; y también cómo se proyectan como personas, de acuerdo al seguimiento de patrones de conductas promovidas por la sociedad misma, los medios de comunicación y los referentes culturales masivos, que afectan sensiblemente la construcción de identidad de los jóvenes.

“Estamos construyendo una sociedad tan exitista en todos los sentidos, no solamente profesional, sino también como debe ser el cuerpo, las relaciones y el estado de ánimo; que de alguna manera lo que se aparta de eso es muy fácilmente leído como fracaso y genera mucha frustración y desilusión de las personas”, dijo .

Apreciación que comparte la socióloga y académica de la Universidad de Chile María Emilia Tijoux, quien señaló que los jóvenes además están apremiados por una constante incertidumbre de qué será sus vidas futuras, al no tener seguridad de poder estudiar, trabajar o desarrollarse.

“(Los niños y jóvenes) viven muy angustiados respecto a las exigencias, por una parte, de las escuelas y por otra parte de los padres y la sociedad misma, que les están colgando como una especie de metas muy altas, a las que ellos sienten que no van a llegar a alcanzar. Entonces se ve que hay una cuestión individual primero, una suerte de desapego, de tristeza de desilusión individual y por otra parte exigencias sociales que no van de la mano con la realidad que vivimos. La realidad que vivimos es que el futuro es incierto”, dijo la socióloga Tijoux.

María Emilia Tijoux agregó que vale la pena analizar quiénes son los jóvenes que se suicidan, a modo de comprender cómo estos aspectos mencionados contribuyen a armar un cuadro de angustia potente.

“Si el niño no tiene un 7, los padres se sienten frustrados. Si el niño no compite con unos niveles tan increíbles de exigencias, se les dice que no son nadie. Es decir, se ha terminado la posibilidad de jugar, de ser feliz, de gozar, de relacionarse, y esto hace que haya una propensión al suicidio”, señaló la académica, haciendo alusión a los términos de Émile Durkheim, célebre autor relacionado con el tema.

“No se puede ver sólo de forma individual, es un tema social”, agregó María José Rodríguez, respecto al escenario que enfrenta la juventud.

Los expertos concluyen en que la incertidumbre acerca del futuro, la falta de espacios de convivencia, de contención, el bullying, las exigencias sociales y de imagen promovidas por la cultura hegemónica; son elementos que terminan agobiando a los jóvenes, y llevándolos a cuadros depresivos, o peor aún, los suicidios.

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