Hace 18 años, el sábado 16 de octubre de 1998, despertábamos con una impactante y excelente noticia que nos proporcionaba la radio Cooperativa por despacho de su corresponsal en Londres y periodista de la BBC Domingo Valenzuela: el arresto del exdictador y a la sazón senador vitalicio Augusto Pinochet en la capital inglesa.

Tras el desconcierto e incredulidad inicial, que incluyó a nuestro presidente Eduardo Frei en España, a su anfitrión José María Aznar así como al todavía gobernante cubano Fidel Castro, que participaban en una cumbre en la península ibérica, comenzaron a producirse las primeras reacciones y pudimos disfrutar del espectáculo que nos proporcionaban nuestros políticos, increíblemente, aún en el escenario hoy en día.

La derecha se volcó a apoyar al exdictador exigiendo su inmediata liberación y retorno al país -sin ningún resultado, por cierto. El gobierno de Frei se jugó por lograr el retorno y por entregarle a su sucesor Ricardo Lagos un país con Pinochet. Así, vivimos más de un año de locura, con más imágenes de Londres, sus sedes institucionales y su policía que sus equivalentes chilenos, lo que culminó con la entrada de opereta de Pinochet por Pudahuel en la víspera de la asunción de Ricardo Lagos.

Sin embargo, lo trascendente del arresto de Pinochet en Londres por una orden judicial emitida en España, fue que puso fin al inmovilismo de nuestros tribunales, que hasta entonces, no habían hecho nada por acoger acciones persecutoras de los violadores de derechos humanos durante la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet. Sólo se acumulaban las causas archivadas por aplicación de la ley de amnistía que la dictadura había dejado en herencia.

Siempre envidiaré a mi hermana por haber nacido en tal fecha y haber recibido aquel sábado 16 de octubre de 1998, el mejor regalo de cumpleaños que era dable imaginar. Un regalo para todos los demócratas, para Chile y que dio inicio al lento despertar de sus instituciones.

Rafael Enrique Cárdenas Ortega