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Abstención masiva: guatita llena ¿Corazón contento?


Martes 1 de noviembre 2016 17:01 hrs.


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Sr. Director

En la reciente elección de autoridades comunales, se confirmó el triunfo de la abstención. Entiendo que lo anterior, es muy parecido a decir el fracaso de… ¿los políticos chilenos vigentes?

Me resisto a creer que los chilenos perdimos la confianza y fe en la democracia. Mal que mal, es tan reciente su recuperación, recuperación que fue tan celebrada. Celebración vinculada a lo difícil y dolorosa que fue alcanzarla, pero también a la alegría y tranquilidad que nos prometía.

¿Cuáles son las explicaciones de esta masiva abstención?

En primer lugar, pienso que debemos respetar siempre y valorar de igual forma, el voto de los chilenos, sea cual sea. Esto es, cuando vota por nosotros, cuando vota por otros y cuando vota por la abstención. En otras palabras, cuando los chilenos votan por nosotros no son más patriotas, comprometidos e inteligentes que cuando votan por otras opciones.

No tengo dudas que en los ya 26 años de recuperada la democracia, hemos tenido un crecimiento material–económico importante. Que este crecimiento ha llegado a todos, tampoco tengo dudas, como tampoco tengo dudas que ha llegado en forma muy desigual: mucho para unos pocos y poco para unos muchos.

Pareciera que ya no basta con que la guatita esté llena para que el corazón esté contento (mal que mal pasamos del problema de la desnutrición al de la obesidad). Parece ser que el corazón tiene sentido ético, de justicia, de democracia. No olvidemos que el hombre es un ser racional, pero que la razón actúa cuando la emoción le da permiso.

¿Qué no ha llegado?

¿Qué ha llegado que no nos gusta? o ¿Qué no se ha eliminado o al menos disminuido?

Al parecer no ha llegado la decencia ni la honestidad a la mayoría de los políticos. Es así como un senador se ufana de ser el único honesto, esto por ser, según él, el único que reconoció ser deshonesto… y ahí está legislando para todos los chilenos… en representación de no sé quiénes, aunque los chilenos asumen que de sus financistas. Las campañas políticas millonarias, parecían de publicidad de dentífricos, vote por estos dientes… panfletos sin ningún contenido ideológico o programático. Hay chilenos que sienten que el cargo de Presidente de la República, puede ser comprado… metiéndole la mano al bolsillo a los chilenos. Es evidente que más allá del sistema político heredado de la dictadura, un grueso de los políticos (personas y partidos) que lucharon por recuperar la democracia, se adaptaron, acomodaron, mimetizaron, con los valores de la dictadura, salvo con el derecho a la vida, percibido por muchos como la única diferencia real con la dictadura.

Llegó, o se hizo visible, una vergonzosa relación dinero–política, que hace muy violento vivir en Chile. Para muchos resulta inaceptable estar gobernados por representantes de quienes les financiaron sus campañas, y no de sus electores. Se ha sabido de leyes que afectan a las empresas financistas de campañas, que han sido redactadas por sus gerentes, quienes vía correo-e se las han enviado a sus empleados, parlamentarios, ministros, subsecretarios; para su debida aprobación legislativa.

Llegó, o se hizo visible, que, en esta sociedad neoliberal impuesta, donde el libre mercado es el rey, este no existe. La colusión de los grandes conglomerados empresariales es gigantesca, afectando la economía doméstica de los chilenos.

No se ha eliminado la impunidad para los delitos de cuello y corbata.

No se ha eliminado ni disminuido la falta de acceso a los medios, de visiones y sensibilidades distintas a las de los grandes grupos de poder.

En suma: parece ser que los chilenos ya no solo quieren tener la guatita llena, también quieren decencia y honestidad del sistema y de sus autoridades, amén de querer vivir sin el miedo a enfermar, envejecer y a ser víctimas de la delincuencia callejera.

Mirada así la abstención, es una buena noticia, tenemos derecho a soñar con un Chile honesto y decente.

 

Alberto Estévez

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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