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Partido Comunista: Se cierra el círculo


Lunes 14 de noviembre 2016 7:22 hrs.


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Hoy está claro que al Partido Comunista de Chile le van quedando apenas dos opciones dentro del conglomerado de gobierno:

  1. Se retira de la coalición motu proprio , haciéndose la víctima de una terrible maquinación, fundamentalmente democratacristiana o,
  2. Lo “retiran” por haber actuado en contra de su propio gobierno, según la declaración oficial de los otros seis partidos que conforman esta mal llamada Nueva Mayoría.

La aparente génesis de esta situación fue el segundo rechazo al aumento de un 3,2 por ciento ofrecido por el Ministro de Hacienda a los empleados de sistema público, que en su primera presentación en el Parlamento no logró ni un solo voto a favor y que este gobierno “socialista” decidió imponer, en una nueva instancia, a la fuerza por la vía del veto.

Al minuto de realizar la votación que debía aprobar el veto del Gobierno y dar curso a un aumento salarial mezquino y ampliamente rechazado por los trabajadores del sector público, la Nueva Mayoría nuevamente no logra alcanzar la aprobación, entre otras cosas, porque el PC vota en bloque en contra de esta baja cifra.

Sobre la marcha se intensifica la campaña que ya venía desarrollando la Democracia Cristiana en contra de los comunistas, pero ahora señalando que es imposible un gobierno donde esté el PC y la DC juntos por incompatibilidad de objetivos. A esta tesis se suma sin dilaciones el PPD, siguiendo la línea argumental desarrollada por el candidato y ex presidente Lagos Escobar, en cuanto a que este gobierno se habría deslizado hacia la izquierda- entiéndase bajo este eufemismo neoliberal laguista: “hacia la posturas ultras y populistas alentadas por los comunistas- y que se necesita un representante como él, del viejo conglomerado de centro para devolver a la ciudadanía reclamante hacia sus corrales habituales y que Chile vuelva a ser esa copia feliz del Edén, donde el 1 % de la población se lleva el 30 % de los ingresos.

Así planteadas las cosas, se podría colegir que el PC, en un afán de defender mejores salarios para un sector de la población, es acorralado por las fuerzas más derechistas del conglomerado oficialista y es mostrado y denostado ante la opinión pública como un partido anti gobierno, anti coalición y anti bacheletistas, ergo, anti democráticos por no sumarse con alegría irrefrenable a la tesis del Ministro de Hacienda.

Pero, la verdad sea dicha, este conflicto entre  el Partido Comunista y demás partidos de la Nueva Mayoría no pasa de ser una mala y burda copia de “Crónica de una muerte anunciada”.

Tanto el PC como la ex Concertación se necesitaban desesperadamente  para seguir estando presentes en las esferas de poder.

Tras el triunfo de la derecha encabezada por Piñera, la Concertación abrió sus brazos oficialmente al PC con el objeto de mostrarse ante el país como una fuerza renovada, progresista y fuertemente comprometida con los cambios estructurales que se vienen pidiendo en las calles desde hace años: pensiones, educación, salud, etc.  y que en sus cuatro gobiernos anteriores habían sido sistemáticamente traicionadas, a pesar de las variadas y reiteradas promesas electorales. Los comunistas aportarían entonces, el marketing visual necesario a la imagen de Bachelet como una rupturista definitiva del sistema imperante en Chile, cuyos síntomas de agotamiento y resquebrajamiento son visibles hasta para sus más fanáticos defensores. Pero, lo más significativo es que, por esta vía, la Concertación buscaba resarcirse del castigo que la población le propinara en las elecciones presidenciales que llevaron a la derecha al Gobierno.

Al Partido Comunista, sumarse a la remozada Concertación- ahora Nueva Mayoría- le aportaba la nada despreciable oportunidad de tener nuevamente gente en el Parlamento y en otras reparticiones públicas, lo que se traduciría en posibilidades ciertas de volver a tener cierta influencia, buscando recuperar la posición que antaño ocupaba. Así buscaba volver a ser parte de un gobierno que prometía cambiar la historia escrita entre las cuatro paredes de la Junta Militar y, además, revertir  la vergonzosa  y maniquea manera en que se administró y profundizó el sistema desde el 90 en adelante.

Con el nacimiento de la Nueva Mayoría, tanto el PC como la ex Concertación sabían perfectamente en lo que se estaban metiendo.

El PC aceptaba pasaba a ser parte de una coalición social demócrata cada vez más derechizada, controlada por el gran capital -como ha sido demostrado por el financiamiento empresarial a los partidos políticos- y cuyo único referente era y es el poder y reconocimiento por parte de los grandes empresarios en las reuniones de Casa Piedra. Es decir, la dirección del PC aceptó sumarse a un conglomerado que ha demostrado no ser defensor de los intereses reales de la gran mayoría, y ponerse así al servicio de unas cuantas familias inmensamente ricas, inconmensurablemente poderosas e inimaginablemente fácticas como principio y fin de su actuar.

Si el PC llegó a creer que ellos eran los salvadores de una coalición con esas características y que el peso de sus ideas lograría que demócratas cristianos, pepedés y socialistas renovados se pondrían de verdad de cabeza a reestructurar Chile desde sus bases, para hacer un país más justo y más vivible para todos, pecaron al menos de una ingenuidad supina o simplemente decidieron que era mejor transar principios por cuotas de poder al más puro estilo de la Realpolitik.

Los dirigentes de la ex Concertación sabían que el PC aportaría, por una parte, la cantidad de votos suficientes para recuperar La Moneda y, por otra parte, sus disciplinados militantes estarían dispuestos para hacer una defensa cerrada de Bachelet. Sabían, asimismo, que la militancia comunista seguiría presionando para romper la connivencia pos dictadura. Por ello, el desastre de las elecciones municipales, la creciente movilización de los trabajadores por sus derechos, ante la propuesta salarial del Gobierno, además de la gestión de un gobierno y coalición políticas cada vez más ajenos a la realidad del país y las necesidades de sus trabajadores, configuraron el momento preciso para poner al PC contra la espada y la pared para sacarlos del gobierno.

La DC actúa como principal promotora de esta posición, pero no es la única, como demostró la reciente carta que culpaba al PC del fracaso de la propuesta salarial del Gobierno.

La práctica de las últimas semanas ha puesto de manifiesto que la Nueva Mayoría fue siempre un nonato, una entelequia mayúscula, donde el único predicamento era la necesidad de volver al poder a como diera lugar generando expectativas irreales a la población con promesas de campañas que eran falacias de principio a fin, lo que anunciaba irremediablemente que este matrimonio por in-conveniencia iba a terminar en un muy mal divorcio.

El círculo se cierra, el PC queda aislado dentro de su propia y espuria coalición política, deslegitimado frente a las fuerzas que dice representar y con una bajísima votación a nivel país y le guste o no, por el momento, fuera de las decisiones reales del poder actual.