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1973-2016 : el país desfigurado


Martes 27 de diciembre 2016 10:07 hrs.


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Señor Director:

Como inmediatamente después de nuestra gesta emancipadora, como después de Balmaceda , como después del Frente Popular de los treinta, los chilenos estamos de nuevo sumergidos, desde septiembre de 1973, en otro más de esos largos periodos de oscurantismo conservador.

A algunos compatriotas podría parecerles excesivo que se confunda en un solo periodo la atroz dictadura militar y los gobiernos que se han sucedido después de ella. Para otros, quizás más lúcidos o mas jóvenes, la distinción lamentablemente ya casi no se justifica.

Desde luego que no hemos olvidado la sanguinaria gestión de los militares que en diesiete años destruyeron miles de vidas y todo lo que se había construído en más de siglo y medio. Pero hay que reconocer que para una parte de nuestro pueblo la brutalidad sigue siendo muchas veces el pan de cada día. Si no, pregúntenselo a los mapuches o a los manifestantes detenidos por las fuerzas especiales. Pregúntenselo también a los pobladores que deben sufrir las razzias indiscriminadas de los operativos contra los delincuentes o los traficantes. Pregúntenselo a obreros y empleados sin sindicatos que deben soportar a diario el trato desdeñoso o grosero de sus empleadores.

Así, muchos chilenos pueden tener la impresión de vivir aún en el país de Pinochet. Esto es verdad no solo por su Constitución- cerrojo conservada sagradamente por la clase política que lo reemplazó, sino también por el comportamiento desvergonzado de los miembros de esta última que se han permitido todos los abusos y delitos que su impunidad les autoriza. Uno de los últimos de ellos, las platas de Soquimich del ex-yerno Ponce Lerou, se ha constituido en un símbolo de esta especie de continuidad del casi medio siglo en curso: una empresa del Estado regalada por el tirano que se pone a alimentar las cajas electorales de todas las tiendas incluyendo al PRO.

Volviendo a las comparaciones recordemos una vez más que en la historia de nuestro país parece repetirse sistemáticamente el mismo modelo. Asi , después de la victoria del ejército de los estanqueros y de los pipiolos sobre los patriotas en 1830 los reaccionarios y oscurantistas se instalaron por cuatro decenios, casi tanto pues que los que secuestraron el poder después de derrocar a Balmaceda y empujarlo al suicidio. Con el Frente Popular en cambio la reacción operó dentro de la llamada legalidad republicana pues fueron los gobiernos de González Videla y de Ibañez que, con la cárcel y la luma policial, se prestaron para amordazar y reprimir partidos de izquierda y movimientos sociales.

De esta manera las seudodemocracias que se han instalado después de cada una de estas rupturas han confundido la conciencia de los chilenos hasta el punto de hacerles perder la confianza en el verdadero civismo. La ilustración la tenemos hoy en la abstención electoral y no nos queda sino esperar que se cumpla una vez más la profecía de José Victorino Lastarria, uno de nuestros intelectuales que más combatió el autoritarismo portaliano y que decía que inexorablemente el pueblo chileno termina por barrer a los que juegan con la república y la democracia.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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