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Ford renuncia a fábrica en México por presiones de Donald Trump

El gigante automotriz anunció la cancelación de sus planes para construir una nueva fábrica en México, una inversión que rondaba los 1.600 millones de dólares. La retirada de Ford hundió al peso mexicano en las bolsas.

RFI

  Miércoles 4 de enero 2017 13:21 hrs. 
FORD

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Donald Trump, 1; Ford, 0. Después de meses de críticas contra la compañía automotora Ford, el electo presidente de los Estados Unidos logró torcerle la mano a uno de los grandes industriales de su país, consiguiendo que éste diera marcha atrás a la implantación de una nueva fábrica en la ciudad de San Luis Potosí, México.

Durante su campaña, Trump insistió en que Ford tenía como política de negocios expandir la producción al territorio mexicano. Una deslocalización que convirtió en uno de los principales focos de crítica de su campaña.

Ahora, a punto de llegar a la Casa Blanca, Trump gana una de sus principales batallas, aunque el director ejecutivo de Ford, al dar a conocer la noticia de la renuncia a sus planes mexicanos, negara de plano que la decisión sea la respuesta a presiones o incentivos del nuevo presidente de los Estados Unidos.

“Fuimos alentados por la política de crecimiento del presidente electo Donald Trump y el nuevo Congreso”, se justificó Mark Fields, director ejecutivo de Ford. “Estamos convencidos de que estos impuestos y estas reformas en materia de regulación, son importantísimas para dinamizar la competitividad de Estados Unidos y ayudan a que resurja la industria manufacturera en el país. Estos factores y nuestros esfuerzos por utilizar nuestra capacidad existente nos llevó a invertir en Flat Rock y cancelar la construcción de una nueva fábrica en México”, agregó el alto ejecutivo del gigante automotriz.

Con esto se refiere a que Ford expandirá la planta de Flat Rock, en Michigan, para manufacturar allí vehículos eléctricos e híbridos. Esto mientras la producción que tenían pensada para la nueva fábrica en México, sobre todo de autos pequeños, se trasladará, en parte, a una planta que ya tienen en Hermosillo, México.

Por su parte, el gobierno mexicano dijo lamentar que Ford haya cancelado su millonario proyecto. El ministro de Economía, Idelfonso Guajardo, reconoció haber mantenido una conversación con representantes de la empresa minutos antes de que se hiciera público el anuncio. Ministro que descartó que otras compañías sigan el ejemplo de Ford. “Es un momento de definiciones para las automotrices pero estamos ya listos para iniciar un diálogo de inmediato tan pronto el gobierno electo tome posesión el 20 de enero”, dijo Guajardo.

Esto mientras el gobernador de San Luis de Potosí, Juan Manuel Carreras, dijo que la empresa reintegrará los gastos que ya hayan sido dispuestos por el gobierno estatal para el abortado proyecto.

Otro gigante del automóvil en la mira

Coincidencia o no, la noticia de la renuncia de Ford a su fábrica en México llegó el mismo día en que Donald Trump criticó, a través de las redes sociales, a General Motors. “General Motors está enviando su modelos Chevy Cruze hecho en México a concesionarias en Estados Unidos sin impuestos, escribió Trump, agregando que deberán fabricar en Estados Unidos o pagar una tasa fronteriza. Es un dardo directo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) uno de sus blancos predilectos y al que acusa de estar destruyendo empleos en los Estados Unidos.

Poco después de la crítica de Trump, General Motors emitió un comunicado en el que explica que lo fabricado en México está destinado a mercados globales y que sólo una pequeña parte de eso llega a los Estados Unidos.

Con más de 8 millones de trabajadores, la industria automotriz es un actor principal en la economía de los Estados Unidos. Un pilar económico que ahora está expuesto al crecimiento exponencial de China, una potencia que ha apostado por la fabricación de automóviles eléctricos.

Eso y un mercado donde las economías emergentes son los compradores más fieles de vehículos, obligarán a replantearse la estrategia comercial de gigantes como Ford o General Motors, sea lo que sea que opine el presidente estadounidense.

El peso mexicano por los suelos

Y si en Estados Unidos la decisión de Ford fue aplaudida por los trabajadores de la empresa y por los votantes de Trump, en México la noticia cayó como un balde de agua fría que hizo tambalear a su moneda, que ha demostrado su dependencia a las turbulencias políticas y económicas de los Estados Unidos. Esta vez el peso se ha depreciado en un 1,5%, lo que deja al dólar en 21,05 pesos, hasta ahora su máximo histórico cambiario.

Y no es para menos. Estados Unidos representa casi un 80% de las exportaciones mexicanas y más de la mitad de su inversión extranjera.
La pregunta ahora es qué pasará con el peso mexicano si Donald Trump cumple todas las medidas proteccionistas que prometió durante su campaña.

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