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Donald Trump autoriza construcción del muro en frontera con México

El mandatario estadounidense dijo que los mexicanos pagarían por él y este cobro se podría hacer efectivo mediante un impuesto a los dineros que envían los migrantes a sus países de origen. En México, se suman las voces que piden que Peña Nieto no visité Estados Unidos.

Francisco Velásquez

  Miércoles 25 de enero 2017 20:58 hrs. 
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A cinco días de asumir, Donald Trump sigue cumpliendo sus promesas de campaña en contra de la integración y la relación con países latinoamericanos. El mandatario de la súperpotencia firmó el decreto para iniciar la construcción del muro que dividirá México de Estados Unidos. La medida echa por tierra años de diplomacia y esfuerzos por mejorar las relaciones entre estos dos países.

La indignación de los mexicanos por la decisión de Trump ha crecido y diferentes autoridades, entre ellos ex jefes de Estado mexicanos, actores y músicos han emplazado al presidente Enrique Peña Nieto para que cancele la reunión que tiene programada la próxima semana con el líder estadounidense.

Anterior a esta firma, el mandatario de Estados Unidos dijo que esta obra la pagarán los mexicanos, esto lo afirmó Trump en agosto en una visita relámpago que hizo el presidente Enrique Peña Nieto a Washington para evitar que se construyera este muro fronterizo.

El analista internacional Raúl Sohr explica que la forma de financiar la estructura no será cobrándole directamente al Estado Mexicano, sino que “poniendo algún tipo de gravamen a las remesas. Por años los mexicanos que viven en Estados Unidos envían cerca de 20 mil millones de dólares a sus familias por la vía de remesas. En el caso que ahí se declarara un impuesto los mexicanos terminarían pagando el muro”.

El que se pongan trabas a la migración latina hacia Estados Unidos podría producir un éxodo intrarregional, que según Raul Sohr aumentaría la migración de mexicanos, centroamericanos, haitianos entre otros, a lugares como Chile donde podrían conseguir remuneraciones que aunque no sean tan altas como las del país norteamericano igual son interesantes.

A esta medida se suma la creación de nuevos centros para detener inmigrantes no autorizados y la reactivación de un programa federal para agilizar las deportaciones. Además de la prohibición temporal de ingreso a la gente que venga de algún país de mayoría musulmana.

En este sentido, la socióloga y académica de la Universidad de Chile María Emilia Tijoux explicó que la estructura no solo responde a su materialidad, sino que es también simbólico y que “ha sido construido a partir de los discursos, de las practicas violentas. Efectivamente la construcción de un muro es muy bien vista por quienes apoyan a Trump y por los y las racistas. El racismo está alojado en la historia, es algo muy viejo, tiene que ver con la historia de Estados Unidos, el racismo está dentro de ese país. No sé si va a poner muros adentro o volver al apartheid. Esto es una cosa brutal”.

Si bien este conflicto se encuentra lejos de nuestro país, igualmente afecta a toda la región latinoamericana, por lo mismo la socióloga María Emilia Tijoux explica que “hay que educar contra el racismo y para educar contra el racismo hay que hacer un trabajo mayor, un trabajo en las instituciones de educación pública, en las escuelas, en la capacitación y formación de los funcionarios públicos y también un tremendo trabajo con la sociedad chilena”.

Por lo mismo, la socióloga plantea que “nos hace mucha falta una ley de migraciones nueva, moderna, distinta al decreto de 1975 hecho y firmado por los líderes de la Dictadura y bajo el eje de la Doctrina de Seguridad Nacional. Quiero confiar en las instituciones y pensar que es importante escuchar a las asociaciones de inmigrantes, a las universidades para ver si conjuntamente somos capaces de crear una sociedad un poquito distinta, porque nadie escapa de un fenómeno social mundial que es el de las migraciones, el que en Chile sigue siendo menos de un tres por ciento y que se asocia a trabajadores que vienen a llenar nichos laborales donde los chilenos no quieren trabajar”.

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