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Cómo adentrarse en la cabeza de Vicentico

El periodista argentino Eduardo Fabregat publica una biografía que deja en segundo plano la carrera de Los Fabulosos Cadillacs e indaga en la trayectoria solista del cantante.

Rodrigo Alarcón

  Jueves 16 de marzo 2017 12:39 hrs. 
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Los Fabulosos Cadillacs han sido una banda con un alcance tan amplio a este lado de la cordillera, que es difícil despegar el nombre de Vicentico de su alineación. Pasan los años y el hombre que responde al nombre de Gabriel Fernández Capello sigue siendo para muchos, fundamentalmente, “la voz” del grupo. Por eso, el libro que el periodista argentino Eduardo Fabregat le acaba de dedicar es refrescante. Queda claro en la portada, en el prólogo y a lo largo de la narración: su objeto de atención es Vicentico, que es bastante más que el cantante de los Cadillacs, y para acercarse a él acude a sus propias entrevistas y experiencias en conciertos, además de múltiples archivos de prensa.

Obviamente, la banda tiene un espacio relevante en la historia de Vicentico. Está desde las primeras páginas y luego entra y sale de escena, tal como lo ha hecho en la vida del protagonista. Los años iniciáticos, los resquemores de un sector del público, el éxito posterior, las divisiones y reuniones están siempre filtradas por la experiencia de él. No hay en este libro una mirada exhaustiva sobre los autores de “Vasos vacíos”, sino una aproximación siempre mediada por Vicentico.

Lo interesante de ese punto de vista es que abre espacio a otros capítulos menos conocidos. Eduardo Fabregat ronda permanentemente la particular relación que Vicentico establece con la política y sí relata con detalle las incursiones actorales del artista, con la misma mezcla de admiración y rigurosidad que aplica para su labor musical. Así como desglosa cada uno de sus discos, también revisa sus apariciones en el cine; así como cuenta quiénes participaron de cada grabación, en qué circunstancias se hicieron, qué recorrido posterior tuvieron cada uno de los discos, repite el ejercicio con las películas.

Aun así, el libro establece ciertos límites. La vida íntima de Vicentico, por ejemplo, solo aparece en la medida que se relaciona con su carrera. Su mujer Valeria Bertuccelli, su hijo Florian y la singular historia de sus padres se incluyen en medio de canciones, películas, discos y la propia identidad del cantante. En realidad, no hay mucho chisme: cada una de las historias personales que se entrelazan en la narración aparecen para perfilar al artista. Para entender esa curiosa mezcla de cantante juerguista y compositor introvertido. Para intentar entender su modo de aproximarse a la música. O al arte en general, si se toma en cuenta la breve trayectoria cinematográfica de Vicentico.

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Así, Eduardo Fabregat pretende situar a Vicentico como un nombre propio, cuyo alcance supera el rol de la cara visible de una de las bandas argentinas más populares de las últimas tres décadas. Uno de sus principales esfuerzos, por ejemplo, es dar cuenta de la diversidad de estilos que ha abarcado tanto en los Cadillacs como en su carrera solista. En este último apartado, subraya que ha colaborado o ha hecho versiones de músicos tan diversos como The Clash, Dead Kennedys, Roberto Carlos, Abba, Xuxa, Ricky Martin, Willie Nelson y Tony Bennet, entre muchos otros.

De hecho, quizás exagere un poco el punto: el libro recalca cómo Vicentico ha abordado música que en algún momento se ha considerado despectivamente como “grasa” o alejada del canon rockero, una distinción que se lee un poco superada en una época donde esa clase de barreras parecen diluirse cada vez más, al menos desde este lado de la cordillera. A propósito, desde acá es interesante también comprobar cuántas veces aparece Chile como estación relevante en la proyección internacional de Vicentico y de los Cadillacs. También se lee con singular interés la sabrosa anécdota del dúo que hiciera junto a Tony Bennet para Sábados Gigantes, con don Francisco como inesperado protagonista.

Vicentico
Eduardo Fabregat
201 pp. Ediciones B.

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