Señor Director:

Frente a la escandalosa demisión de la izquierda oficial que desde hace casi treinta años se esfuerza por ser una derecha bis, resulta comprensible que haya muchos chilenos progresistas que busquen diferenciarse de ella. Es lo que parece ocurrir con  los patrocinadores del Frente Amplio o por lo menos con algunos de ellos. Sin embargo, de  allí  a popularizar el viejo eslogan de “ni izquierda ni derecha”  hay un trecho que ningún anticapitalista serio puede olvidar.

En nuestro país la izquierda tiene una historia y ella es bien larga y bien digna y en el pasado cuando surgieron movimientos extraparlamentarios, como el MIR de los años 60, esa historia no fue olvidada, aunque hubiese diferencias estratégicas fundamentales de éste último con el PS y el PC de la época.

Es verdad que el balance de los años de posdictadura es, moral y políticamente, desastroso para quienes se nos presentaron como los continuadores de las luchas de nuestro pueblo. Pero éste les cobrará la factura y ya lo está haciendo de elección en elección.

De allí que la legítima búsqueda de un proyecto político nuevo e innovador como el que tratan de elaborar los iniciadores del Frente Amplio debe contar con todo nuestro apoyo, pero sin olvidar que ese proyecto debe ser anticapitalista y que él debe rescatar la experiencia y las lecciones de los  combates seculares que nuestro pueblo ha dado contra los explotadores nacionales y extranjeros.