Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Columna del Director Patricio López P.
Lunes 5 de junio 2017 8:45 hrs.


Las cifras más reveladoras de las encuestas



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Aunque metodológicamente se hicieran de forma correcta y sin sospecha, las encuestas entregan resultados que pueden ser muy efímeros, es decir, muy poco factibles que se prolonguen en el tiempo. Cuántas veces hemos observado que políticos muy bien evaluados por el país, en pocos años su popularidad y credibilidad suelen irse por los suelos. En efecto, todavía es muy poco tiempo el que ha transcurrido en materia electoral como para estar augurando los resultados que tendremos a fin de año en los comicios para elegir un nuevo gobierno, renovar el Parlamento y, quizás, elegir a los gobernadores regionales.

El gran mérito de todos estos sondeos es, por supuesto, la entrega de información sobre lo que está pensando el país en otras materias políticas, económicas y culturales y no tanto en relación con la contingencia electoral; proceso que, además,  recién se inicia. Es  respecto a estas otras impresiones ciudadanas que los políticos y analistas más responsables debieran ponerle mayor atención, manifestar sus opiniones y, en lo posible, derivar propuestas al respecto.

Del conjunto de los múltiples sondeos, por ejemplo, puede concluirse que los principales temas de interés público tienen que ver con la amplia sensación que existe en Chile respecto del estancamiento de nuestra economía (67 %); la preocupación general por el crecimiento de la delincuencia (55%); así como los problemas de la educación, el desempleo y el gravpisimo fenómeno de la corrupción. Tópicos que no bajan del 30 por ciento de preocupación ciudadana, y se vinculan, según los mismos sondeos, al desempleo, a la pobreza y al elevado tráfico y consumo de estupefacientes.

Ya se ve en la encuesta CEP, recién publicada, que la “volatividad” de las encuestas nos permite deducir que los desfalcos protagonizados por la superioridad de Carabineros han derrumbado estrepitosamente el prestigio recuperado por la policía uniformada después del régimen castrense, cuando hoy su credibilidad apenas es reconocida por el 37 por ciento de la población. Descrédito que también afecta a las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, las que por sus propios despropósitos volvieron a perder la confianza de los chilenos, también recuperada luego de la Dictadura que tanto embadurnó su trayectoria y prestigio. Tal como la policía civil, el Ministerio público y los Tribunales, por diversas razones, se mantienen en los más bajos índices de  reconocimiento público.

Excelente sería que los propios políticos y esa casta también de “opinólogos” de los medios de comunicación pusieran interés en estas cifras y no solamente en la brega electoral. Para quienes dicen estar interesados en el “debate de ideas” (así lo repiten una y otra vez) estos guarismos pudieran provocarles reflexiones que alimentaran los escuálidos programas electorales, como la solvencia de sus candidatos, ciertamente a años luz de tantos políticos del pasado que marcaron historia por la fuerza de su verbo, sus atrevidas reformas y sólida formación intelectual.

Incluso en los temas que llaman valóricos, las encuestas dan luces sobre lo que opina actualmente está opinando la población respecto del aborto, con o sin causales; el matrimonio entre homosexuales, la eutanasia y otros. Así como resulta sorprendente percatarse que el 66 por ciento de los chilenos estima que las mujeres solo debieran cumplir una jornada parcial de trabajo, mientras que un 24 desearía que simplemente no trabajaran, más allá de cumplir con las tareas del hogar y del cuidado de los niños. Así como solo a un 5 por ciento le agrada que lo hagan en jornada completa.

Pero en lo que se relaciona con la propia política “competitiva, no deja de destacar que casi un 40 por ciento de los encuestados piense que la honestidad y confiabilidad debiera ser el atributo principal de un mandatario o jefa de estado, seguido de que manifieste preocupación por los “problemas reales” del país. Quizás en esto estribe el magro resultado que obtiene en este rubro la Presidenta Bachelet, desde que estallara el bullado escándalo que ha involucrado a su nuera.

Coincidiendo, en todo caso, con lo expresado anteriormente, con el correr de los próximos meses es muy probable que todavía las encuestas modifiquen sus resultados, toda vez que la actividad misma de hacer sondeos también ha sido capturada por el “mercado”, con lo que el país arriesga ser manipulado y engañado por quienes se arrogan el derecho de consultar la opinión del pueblo y, con las cifras que entregan,  proponerse influir en las decisiones de los eventuales electores. Especialmente cuando hay al menos una mitad de los ciudadanos que no está seguro todavía de concurrir a estos comicios, y cuando ya sabemos que es la abstención la que ha obtenido los más elevados resultados en todos los últimos escrutinios.

En este sentido, nos resulta muy revelador que un sesenta por ciento del país piense que la corrupción esté entronizada en el Gobierno y en el Congreso Nacional. Mientras que un 68 por ciento le imputa esta misma conducta a los partidos políticos en general.

En otro importante aspecto, nos reconforta que la población chilena esté disminuyendo sus sesgos respecto de los inmigrantes que se instalan en nuestro país. Que sean muchos más que antes los que les reconocen un verdadero aporte al país, a nuestra diversidad cultural, como a el desarrollo económico. Aunque todavía nos gustaría que siguieran reduciéndose los chilenos influidos por el chovinismo y la ignorancia. Cuando debemos reconocer que el patrioterismo extremo es uno de nuestros principales e históricos yerros.

Encomiable nos parece, por cierto, que haya sondeos que valoran las justas demandas de nuestros pueblos originarios, así como la necesidad de que su acervo cultural y derechos económicos y sociales sean reconocidos por el país y nuestro ordenamiento institucional. Del mismo modo que su derecho a formas de autonomía, como ocurre en naciones más civilizadas que la nuestra, además de propiciarlo el propio orden jurídico internacional.

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