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Ausentismo escolar crónico: La amenaza subterránea en la educación chilena

Casi un 60 por ciento de los niños de educación parvularia presentan problemas de ausentismo escolar, situación que además de estar poco visibilizada, ya sea porque las metodologías de medición incorporan mayormente promedios generales de asistencia, sumado a que esta etapa de la escolaridad no es obligatoria, puede perjudicar los años de escolaridad de un estudiante.

Gonzalo Castillo

  Domingo 13 de agosto 2017 11:29 hrs. 
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El ausentismo escolar crónico en educación inicial, que se refiere a aquellos alumnos que faltan más del 10 por ciento de las clases durante el año, alcanza en Chile en establecimientos públicos a un 65 por ciento de acuerdo a estudios de la Fundación Educacional Oportunidad.

Este es un problema al cual, en general, no se le otorga la necesaria relevancia dado que la educación parvularia no es obligatoria en Chile, a diferencia del resto de la enseñanza escolar, siendo que de acuerdo a diversos estudios realizados en el extranjero, el ausentismo crónico en esta etapa, suele ser predictor de problemas de aprendizaje en cursos superiores e incluso de deserción escolar.

La directora ejecutiva de la fundación educacional Oportunidad, Marcela Marzolo, señaló que desde 2007 vienen monitoreando la asistencia de niños en educación inicial en sectores vulnerables, y se han dado cuenta que es “altísimo” este porcentaje, encontrando que un 67 por ciento de los niños faltaba más del 10 por ciento de los días a clases.

Marcela Marzolo señaló que dentro de las razones que explican este fenómeno tiene que ver con la “baja valoración” de la importancia de asistir a clases en el nivel inicial, por lo que a través de la implementación de estrategias han logrado reducir a un 40 por ciento el nivel de ausentismo en 35 escuelas de la Región Metropolitana y de O’Higgins.

La directora ejecutiva de Oportunidad plantea que uno de los problemas en relación con el ausentismo escolar es que la mirada es a nivel promedio curso por lo que sólo a fin de año es posible notar cuánto ha faltado un alumno “cuando ya no hay nada qué hacer”.

“Los niños pierden no solamente del punto académico, también pierden desde el punto de vista de las relaciones sociales, por eso nuestra apuesta es que mientras antes partamos trabajando con ellos y con sus apoderados, vamos a poder de alguna manera prevenir que existan altos índices de ausentismo en los niveles superiores. Un niño que falta mucho en pre-kinder y kinder también va a faltar en los niveles superiores”.

Danilo Olivares, investigador de Política Educativa de Educación 2020, señaló que este ausentismo, más allá de los perjuicios que genera en los estudiantes, también perjudica a los jardines infantiles que reciben recursos Vía Transferencia de Fondos (VTF) ya que se financian por asistencia, a diferencia de los recintos de Junji e Integra que reciben fondos directamente del Estado.

“En el sistema sólo un 2 por ciento de los estudiantes deserta. Ahora, si uno lo lleva a números concretos eso significa que 90 mil niños desertan del sistema escolar cada año, eso son dos Estadio Nacional completo, y eso tiene un impacto directo en el proceso de aprendizaje y también en los procesos futuros de cada uno de los estudiantes”.

Es por ello que desde Educación 2020 han propuesto la flexibilización de las jornadas en los jardines infantiles, implementando Centros de Atención Familiar, lugar al cual puedan ir los niños con las personas que los cuidan, en distintos horarios, y así reforzar el proceso de aprendizaje.

“Vayan a estos centros de atención familiar, estén con los niños y niñas que estén cuidando, es decir no es una guardería, sino que sea parte del proceso de aprendizaje y que haya profesionales que guíen el proceso. El ideal es que, en vez de tener el beneficio de ir a una jornada completa o media jornada, las familias tengan horas de beneficio, por ejemplo 45 horas semanales, y que las familias puedan distribuir según sus horarios, según disponibilidades, en qué momento van a estos centros”.

Olivares plantea, además, que estos centros pueden también servir para parte de la población que sin pertenecer al 60 por ciento más vulnerable -que son quienes pueden acceder al sistema Junji o Integra- no tienen para costear una sala cuna, por ejemplo, que cuesta desde 300 mil pesos, lo que genera “una discriminación inversa” que se podría solucionar con esto, aseguró.

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