Señor Director:

Las declaraciones de Carmen Frei sobre los detalles de la operación que culminó con el asesinato de su padre en 1982 confirman de manera indiscutible que nuestra población fue entregada enteramente a la acción de organizaciones  criminales durante este siniestro periodo.

Estas organizaciones de la inteligencia y de la seguridad de las FFAA ( DINA, CNI,etc)  aparecieron  as{i  como capaces de emplear toda la gama de acciones que han sido propias de las organizaciones mafiosas . En efecto ellas no solo desarrollaron una gran eficacia en la represión violenta y  brutal de los  sectores más indefensos y modestos de nuestro pueblo sino que también urdieron complicados programas criminales como el que terminó con la vida de Eduardo Frei.

Los pormenores escabrosos de este último crimen hacen aparecer las complicidades directas de médicos que habían sido colaboradores  de la víctima y que habían participado en su gobierno. Sin duda monitoreado desde  mucho antes del golpe por los especialistas del crimen, autóctonos y extranjeros, un  personaje como el doctor Patricio Silva Garín, entre otros, asumió una responsabilidad directa en el asesinato y en su encubrimiento, sin que hasta ahora haya sido castigado por su acción. ¿Será necesario recordar que este cruel asesino en tanto que director del Servicio Nacional de Salud en los años sesenta había comenzado ya su truculenta existencia política haciendo apalear despiadadamente a funcionarias y  funcionarios de este organismo con ocasión de una pacífica ocupación de su lugar de trabajo?

En resumen , como lo dice Carmen Frei, la historia criminal de este  periodo todavía no se termina de escribir y ella deberá seguir escribiéndose pasando por encima de las escandalosas declaraciones recientes de uniformados  y ex-uniformados   que a la ignominia del ocultamiento agregan hoy día la ignominia de la reivindicación.