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Victor Herrero: “Violeta fue siempre una mujer de izquierda”

El periodista acaba de publicar Después de vivir un siglo, una nueva biografía sobre la compositora nacida hace cien años, y habla sobre las sorpresas que encontró durante su investigación. "Fue una mujer con compromiso político, no partidista pero profundo, de izquierda. Que no le quepa ninguna duda a nadie: ella puede ser universal y le puede gustar a Los Huasos Quincheros y a todo el mundo, no hay problema, pero ella fue una mujer de izquierda y comprometida con la izquierda de principio a fin".

Diario Uchile

  Viernes 6 de octubre 2017 7:44 hrs. 
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En conversación con Juan Pablo Cárdenas, el periodista Víctor Herrero contó detalles de Después de vivir un siglo, la biografía de Violeta Parra que acaba de publicar a través del sello Lumen.

El también autor de Agustín Edwards Eastman: Una biografía desclasificada del dueño de El Mercurio habló sobre sus motivaciones para escribir el libro, los orígenes de la compositora, las relaciones que estableció con otros artistas y su vínculo con la izquierda, entre otros temas.

¿Por qué te motivaste a hacer esta biografia? ¿Te apasionaba el nombre de Violeta Parra? ¿Te la encargaron?

Buena pregunta, porque después de Agustín Edwards, este personaje es completamente distinto. La verdad es que fue una propuesta de la editorial y a mí me sorprendió. Dije: “¿por qué quieren que haga una biografía de Violeta Parra? Yo soy de política, economía, relaciones internacionales, de destapar el poder”. La apuesta de la editorial fue “mira, precisamente porque no eres parte del mundo del periodismo cultural o de espectáculos o musical, puedes venir con una mirada un poco más fresca”. A ellos les había gustado mucho el enfoque de Agustín Edwards, que no solo había sido una biografía centrada en el personaje, sino un recontar la historia de Chile a partir de este personaje.

Lo pensé al principio, porque era tremenda responsabilidad. Era Violeta Parra y ¿quién soy yo para escribir de Violeta Parra? Esa fue mi primera sensación. Lo pensé un par de días y luego dije, ¿por qué no? Démosle adelante y tratemos de hacer un libro parecido al de Agustín  Edwards, en el sentido que también sea un viaje a través de la historia de Chile. Para mí, esto es súper importante. Siento que el género de la biografía, en Chile, por lo general, es muy centrado en el personaje y de repente te mencionan algo de contexto. No, los personajes viven en una época, sufren, se alegran, son parte de las condiciones sociales y políticas de una época.

Un muy pequeño ejemplo: hay un capítulo que dedico un poco a América Latina, a los golpes de Estado, al aumento del nacional populismo más de izquierda y ella está en Buenos Aires en marzo del ‘62, cuando ocurre un golpe de Estado. O sea, ella vive golpes de Estado en carne y hueso, no es algo que le hayan contado por la radio o haya leído en los diarios.

Tú descubres cosas muy interesantes. Teníamos la idea que Violeta era una persona de origen muy humilde y no lo es; que podía ser una persona inculta con una sensibilidad especial y tiene bastante cultura, es hermana de este otro gran escritor como Nicanor Parra. ¿Tenías prejuicios respecto de Violeta? ¿Qué te pasó con eso?

Prejuicios, no. Yo la conocí como la mayoría de los chilenos. Me encantan sus canciones, había visto la película de Andrés Wood, había leído el libro de Ángel Parra, Violeta se fue a los cielos, y los artículos de prensa que salen. No más que eso.

Para mí, fue sorpresivo. Alguien me preguntó si lo enfoqué para derrumbar mitos y no, para nada, lo enfoqué lisa y llanamente como periodista, buscando los hechos y datos y me fui encontrando con cosas. Al revisar toda la bibliografía, encontré que a lo largo de los años los investigadores venían repitiendo cosas que se daban por hechas y yo nunca encontraba el origen de esas cosas. Al ir a ese origen, me di cuenta que hace 30 ó 40 años veníamos contando una historia que no es del todo cierta. Por ejemplo, esa supuesta pobreza. Nunca fue campesina, la familia no fue campesina. Yo la definiría como una familia de la pequeña burguesía de una ciudad de provincia, Chillán, Lautaro. Fui a los conservadores de bienes raíces y logré rastrear, por ejemplo, las propiedades por el lado paterno y materno. Ahí, claramente, emerge un cuadro de una familia que no es pobre y que, ciertamente, tampoco es rica. Eso fue sorpresivo para mí, porque dije: ¿por qué venimos contando esta historia durante tanto tiempo? Por eso también creo que es bueno que vuelvan a salir biografías y, ojalá a futuro, otras biografías más, porque todavía hay mucho que contar.

Tal vez la única cierta claridad que tenía, mi sensación, era que Violeta Parra se había despolitizado muchísimo, cuando pensamos en Violeta Parra en los colegios, “Gracias a la vida”, “Run Run se fue pa’l norte”, “Volver a los 17”. Son canciones maravillosas y universales, pero a mí me gustaban “Qué dirá el Santo Padre”, “Arriba quemando el sol”, “Me gustan los estudiantes”, “Hace falta un guerrillero”. Como que todo eso había desaparecido un poco de su biografía o era muy anecdótico. Esa fue una de mis intenciones, ver cuán política fue Violeta realmente, ¿la despolitizamos o ella fue poco política? Lo que descubrí fue todo lo contrario, una mujer con compromiso político, no partidista pero profundo, de izquierda. Que no le quepa ninguna duda a nadie: ella puede ser universal y le puede gustar a Los Huasos Quincheros y a todo el mundo, no hay problema, pero ella fue una mujer de izquierda y comprometida con la izquierda de principio a fin. Esta biografía también “rescata” o vuelve a poner sobre la luz eso, porque fue una parte muy importante de su vida y ella tiene canciones políticas donde hace referencia a los momentos de su época.

A mí me emocionó, porque ya conociendo a través de tu libro que su origen no es tan modesto como suponía, me impresiona que haya vivido tan modestamente, cuando fue tan exitosa. De repente ganaba dinero, pero era para volcarlo en favor de su vocación, mantener a sus familiares, procurar la formación artística de sus hijos y nietos. Es decir, es una persona que tiene una relación interesante con el dinero: le gusta que le paguen bien, pero todo es en función de su vocación. Por otra parte, calcula y se salta estrofas de canciones cuando ve entre el público a personas que pueden molestarse con su poesía, pero al mismo tiempo puede arremeter contra las personas que no quiere o tienen alguna dificultad con ella, como con sus respectivas parejas, que sufrieron la relación y estuvieron muy enamorados de ellas.

Es que son estas figuras tan especiales, por eso los recordamos hasta hoy y son tan universales. Creer que los personajes son blancos o negros es un error, están llenos de grises. Hay una Violeta Parra muy cariñosa y amiga de sus amigos y también hay una Violeta Parra muy castigadora. Al final, yo siempre digo, tampoco es muy distinto a la vida que tenemos cada uno de nosotros. No somos todos angelitos o diablos, pero una mujer como Violeta Parra, que sintió esta misión de rescate folclórico y para la cual el arte era una verdadera misión social, no personal, obviamente lo vivió muchísimo más a concho.

Es entretenido lo que mencionas sobre el dinero, porque yo no lo había pensado tan así, pero en lenguaje moderno, económico, diríamos que ella reinvirtió todo para crecer artísticamente y nunca retiró utilidades. Una vez, Nicanor Parra dijo: mira, lo que pasa es que la Violeta Parra fue abajista. Tenía algo de eso, pero también es el espíritu de la época y en eso se adelantó con la carpa de La Reina. Dos o tres años después, en California estaba lleno de lugares así y los llamábamos hippies. Hay algo de eso.

Es una persona que observa, que ve los distintos países, que se admira de las ciudades y va hasta los lugares más recónditos. Es impresionante esa capacidad que tiene para saltar de aquí a La Araucanía, a Punta Arenas, a París, a Moscú. Es asombroso su recorrido en el arte. No sé si lo compartes, pero yo pienso que no fue reconocida como se merecía. Muere pobre, llena de deudas y de alguna forma sus propios hijos la dejan de lado. Es muy triste su final.

Es una historia trágica. Mira, espero incorporarlo en ediciones siguientes, porque al final estuve muy apurado terminando el libro, pero aquí doy una exclusiva a la radio: no incluí el legado de Violeta Parra, lo que ella dejó, que yo lo tenía. Era su casa en La Reina, la Casa de Palos; los derechos de autor, que eran muy bajos en esa época, el 1,5% de las ventas; y 300 escudos en su cuenta corriente.

Bueno, está el episodio de la carta que dejó antes de quitarse la vida y que mantiene su hermano Nicanor. ¿Pudiste indagar algo sobre eso? Porque dicen que dispara con mucha virulencia a todo el mundo.

Ha habido periodistas que han visto esa carta y Nicanor Parra ha hablado de ella a lo largo de los últimos 30 ó 40 años. Tempranamente, yo descarté empeñarme mucho en esa carta, porque creo que es una obsesión legítima de la prensa, la última carta, pero no es lo más relevante en el marco de una biografía, cuando estás contando la vida de esta mujer tan universal. No es una carta testamento, es una carta que ella supuestamente escribe el día en que se suicida, el domingo 5 de febrero del año 67.

Yo pedí la autopsia, por transparencia, y ahí se arroja que ella tenía 2,4 milígramos de alcohol en la sangre, y eso que Violeta Parra no era una mujer tomadora. Eso es uno de los mitos también en torno a ella, que tomaba muchísimo, pero no podía, porque tenía enfermedades al hígado. Lo que te quiero decir es que sí, puede ser un plus y ojalá Nicanor Parra, que viene prometiendo hace 30 ó 40 años enseñar esa carta, algún día lo haga, pero no creo que sea algo relevante para entender el fenómeno y la figura de Violeta Parra.

Dicho sea de paso, todavía creo que hay muchísimo que investigar. Yo creo que la familia todavía tiene un rol importante que cumplir a la hora de “desclasificar” documentos de Violeta. Sus cartas, esta misma última carta.

Ella tuvo amigos importantes. Lo que hizo Margot Loyola con ella, por ejemplo, fue una completa sorpresa para mí. La apoyó mucho, como otros artistas…

Una de las sorpresas que yo mismo me llevé investigando es que yo tenía esta imagen de Violeta como la outsider, como esta mujer que está en los márgenes de las elites artísticas, intelectuales. La verdad de las cosas es que no fue así, ella fue parte esencial de ese círculo de artistas e intelectuales de los años 50 ó 60. Claro, su forma de ser y vestir la hacían un personaje extravagente, pero ella se codeaba con Enrique Lihn, con Jorge Teillier, conoció a Pablo Neruda, a Margot Loyola, con Víctor Jara, que era más joven. Gonzalo Rojas, Pablo de Rokha, Nemesio Antúnez, Julio Escámez. O sea, ella está en el epicentro de la cultura y el arte de los años 50 y 60, no es esta outsider. Es especial, sí.

Y también con artistas e intelectuales del mundo entero. Piensa que anda por todo el mundo y no le importa un huevo no conocer los idiomas. Hay una anécdota en que manda a su hijo a comprar lana con las dos palabras en alemán que necesitaba.

Sí, en Berlín oriental.

Es como que el mundo le pertenece y los idiomas no son una barrera, pero es más notable que para su música, no saber nada de teoría y composición haya sido una barrera, porque aprendió a usar el pentagrama hacia el final.

Y a duras penas, realmente no logró.

Entonces estamos hablando de una persona que tiene un talento pocas veces visto en la historia de la cultura. En fin, ¿te vas a dedicar a cultivar este género de la biografía?

La verdad es que no lo sé. Esto fue más bien una casualidad, tanto el primero como el segundo. A mí me gustan mucho las biografías, pero no soy ultra fanático. Soy ultra fanático de la no ficción en general. No sé si voy a seguir con biografías.

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