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Exportaciones en la trampa del dólar bajo

Con esta evolución, el dólar observado ha seguido bastante alejado del llamado precio de equilibrio de largo plazo, ubicado en torno a $655 por dólar a septiembre, cifra que incide negativamente en la competitividad de los sectores exportadores no cobre, aunque, por cierto, la actual disminución del dólar no define por sí misma la competitividad externa: también se añaden otros elementos como los precios de exportación de los productos y sus costos o precios internos.

Roberto Meza A.

  Lunes 30 de octubre 2017 12:50 hrs. 
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Mientras los espacios económicos más relevantes del mundo comienzan a presentar mejores cifras de actividad y expectativas, presagiando la luz al final del largo túnel iniciado en 2008, los números en Chile muestran señales confusas, aunque no necesariamente por razones políticas, sino por la evolución de los factores propiamente económicos significativos para Chile: precio del cobre y del dólar.

En efecto, aunque la semana cambiaria se inició estable -con la moneda verde en 633 pesos-, pese al alza del valor del metal rojo -US$ 3,11 la libra- y un retroceso de la divisa a nivel mundial -cayó 0,26% frente a una canasta de monedas duras- la producción industrial chilena observó una fuerte desaceleración en septiembre, creciendo 1% en 12 meses, su menor tasa desde junio pasado y una caída notable desde el 5,1% registrado en agosto.

Así, según el indicador de Sentimiento Económico (ISE) publicado por la Comisión Europea la confianza de los consumidores y empresarios en la economía de la eurozona subió en octubre hasta los 114 -en paralelo con mejoras en el empleo- (su nivel más alto desde enero de 2001) y la confianza en la economía del conjunto de la Unión Europea (UE) también aceleró su ritmo a la par de las mejores expectativas alemanas.

En EEUU, a su turno, no obstante los huracanes que paralizaron la actividad económica en Texas y Florida, el PIB creció 3% anualizado, casi medio punto por sobre las previsiones del mercado. Una buena cifra que, empero, se relativiza al desglosarla, pues parte del alza se explica por el aumento de stocks que no se venden, dado el estancamiento de los salarios, augurando una nueva próxima caída de la producción, si no hay aumentos en la demanda.

Al mismo tiempo, en China, tras la consolidación de su poder personal, lo que asegura estabilidad política, Xi Jingpin no solo anunció  que pretende llevar a su país al puesto de primera potencia mundial en 2050, sino que reafirmó las bases de una política económica abierta al mundo, mientras trascienden intenciones de multimillonarias inversiones en obras públicas, entre ellas, el túnel más largo del orbe -con más de mil kilómetros- que llevaría agua desde el río Bramaputra, en el Tíbet, hasta el desierto de Taklimakan, en Xinjiang (al noroeste), no obstante los preocupantes niveles de su alta deuda externa.

Son, sin embargo, noticias que mejoran las expectativas de los agentes y que han impactado en el valor del cobre, manteniéndolo sobre los US$ 3,1 la libra, aunque afectando el tipo de cambio interno, hecho que no sólo está incidiendo en las proyecciones de IPC de mediano plazo en Chile -complicando el manejo de la política monetaria por parte del Central que ya parece inclinarse a una próxima baja de tasas-, sino que poniendo en problemas la competitividad de buena parte de nuestro sector exportador.

Por de pronto, de acuerdo a un informe de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), el 70% de las exportaciones no cobre presentan actualmente problemas de competitividad frente a otros mercados, en tanto que si se considera el cobre y productos mineros, la presión es menor, pero igual alcanzaría al 35%, considerando que, en enero de 2016, el dólar se transaba a un máximo de $722 y que el promedio de agosto pasado fue de $643, para instalarse entre $620 y $630 en septiembre y octubre.

Con esta evolución, el dólar observado ha seguido bastante alejado del llamado precio de equilibrio de largo plazo, ubicado en torno a $655 por dólar a septiembre, cifra que incide negativamente en la competitividad de los sectores exportadores no cobre, aunque, por cierto, la actual disminución del dólar no define por sí misma la competitividad externa: también se añaden otros elementos como los precios de exportación de los productos y sus costos o precios internos.

Este impacto sobre la competitividad, en todo caso, es diferente según la productividad de los sectores analizados. De acuerdo al trabajo de la CCS, tal como lo observáramos en sus resultados de septiembre, los productos industriales son los más afectados, junto a los frutícolas, agrícolas, celulosa y papel, industria metálica y química (abonos y fertilizantes). En tanto, los bienes exportados con ventajas competitivas siguen siendo la minería, oro y cobre, sector alimenticio, e industria forestal.

Aunque el estudio reconoce que la tensión sobre la competitividad exportadora se vincula fundamentalmente a necesarios aumentos de productividad y mayor eficiencia de costos, las empresas no desechan el papel que, en esta materia, pudiera cumplir el Banco Central, interviniendo en ese mercado. Sin embargo, la mayoría de los especialistas cree que ese no es el camino, dado que la competitividad no es homogénea entre los diferentes sectores exportadores y menos aún, entre las compañías en particular.

Demás está señalar que problemas para las exportaciones y ventas inciden necesariamente en el empleo y la inversión en estos sectores productivos, caracterizados, además, por el mayor uso de mano de obra. Y si es que los “brotes verdes” a nivel internacional se mantienen, el precio de los metales debería seguir alto -especialmente el cobre, dada la coyuntura de bajos stocks y cierres de yacimientos- lo que incidirá en la mantención de un tipo de cambio en los niveles actuales o aún más bajo.

Una intervención del Banco Central para aumentar el tipo de cambio puede, pues, ser solo una aspirina que ayude al dolor de cabeza, al tiempo que afectar la inflación y la demanda interna, por lo que, más que intervenir el tipo de cambio, los especialistas apuntan a medidas que fortalezcan la competitividad a través de bajas en los costos de producción y ajustes al alza de los envíos y precios de colocación de los productos.

 

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