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Izquierda peruana salva a Pedro Pablo Kuczynski

Keiko, la casi presidenta fujimorista no logró los 87 votos necesarios para destituir al presidente. El problema es que parte de la oposición se gestó desde sus propias filas: su hermano Kenji prefiere el indulto a su padre que una victoria política para el partido político del clan. En la otra esquina del mapa, el Frente Amplio peruano nuevamente fue determinante en el futuro político del banquero liberal. Tal como pasó en las elecciones, la izquierda apoyó a PPK para hundir al fujimorismo.

Paula Campos

  Viernes 22 de diciembre 2017 7:19 hrs. 
PPK

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De novela, así fueron las trece horas en las que el Congreso peruano debatió sobre la “permanente incapacidad moral” de Pedro Pablo Kuczynski, el salvado presidente de Perú.
La moción, presentada por el partido Fuerza Popular, ligada al fujimorismo, buscaba sancionar al político por los pagos que una de sus empresas recibió de Odebrecht, mientras ejerció como ministro de Alejandro Toledo (2001-2006).

Antes de su ingreso al Congreso, a eso de las 9.00 de la mañana hora peruana, el hoy confirmado presidente hizo su jaque mate. Previo a iniciar el discurso ante el pleno de los 130 parlamentarios, PPK hizo prometer a sus dos vicepresidentes, Martín Vizcarra y Mercedes Araoz, que dimitirían si él era destituido. La fórmula fue perfecta: de ahí en adelante se dedicó a instalar el discurso antifujimorista entre los congresistas.

“Está en sus manos salvar la democracia o hundirla por mucho tiempo”, dijo durante su tiempo de exposición, momento en el que también pidió perdón al país y reiteró que no era un corrupto. Como prueba presentó una serie de documentos que, a su juicio, probarían que no tuvo ninguna injerencia en los contratos que su empresa Westfield firmó con la constructora brasileña Odebrecht por supuestas consultorías entre 2004 y 2007, en momentos en que él fungía como ministro de Economía de Alejandro Toledo entre 2004 y 2005 y luego presidente del Consejo de Ministros entre 2005 y 2006.

Sus explicaciones fueron lo de menos. Kuzcynski tiene minoría parlamentaria, solo 18 propios, por lo que eso no lo iba a salvar de su inminente despido. Había que apelar más atrás, a la historia reciente peruana y, ahí, un factor fue clave: el recelo por Fujimori y su familia son un sentimiento mayoritario en el parlamento peruano, ayer quedó confirmado.

Para su destitución se necesitaban 87 parlamentarios, solo 16 más de los que ya tiene el partido Fuerza Mayoría, no obstante, la suma fue imposible de alcanzar para la oposición, acá otra historia se tejía.

Keiko versus Kenji, Fujimori frente a Fujimori

El padre, el patriarca, miraba el espectáculo por televisión, desde la cárcel, mientras tanto, en la sala de sesión Kenji Fujimori, el menor del clan, seguía atentamente el descenlace.

Del otro lado, Keiko, la mayor y casi presidenta de Perú aplicaba matemática para ver si reunía a los faltantes. Su tarea no era fácil. Convencer al Frente Amplio y a los fieles de Verónica Mendoza de votar a favor de la “vacancia” era tan difícil como en la elección presidencial, cuando perdió por 40 mil votos, a último momento, luego que estos mismos nombres se unieran en contra de su dinastía. La promesa de renuncia de Vizcarra diluía aún más las posibilidades más cuando, en ausencia de vicepresidentes, Luis Larraeta, un hombre de Fujimori, sería el encargado de asumir la presidencia.

Las cosas salieron peor de lo que Keiko esperaba. Hubo 19 votos en contra y 21 abstenciones. Once frenteamplistas se negaron a abrir el camino político a la familia del dictador, mientras que diez fujimoristas díscolos prefirieron seguir esperando el indulto de su líder (prometido por el presidente y en avanzadas conversaciones)a botar al presidente. El pasado venció al futuro fujimorista, al menos en esta pasada.

La efectiva “anti campaña”

Apelando a la misma fórmula con la que llegó a la presidencia, Pedro Pablo Kuczinski logró despertar todo el antifujimorismo presente en la sociedad peruana. Comunicacionalmente habló de intento de “golpe de Estado”, dándole el matiz político que, a la postre, lo mantuvo en el sillón presidencial.

Así, la izquierda, dos veces, se convierte en la base de su poder. Con una limitada representación parlamentaria, el banquero liberal sigue vivo gracias a Verónica Mendoza, la joven psicóloga y antropóloga cusqueña que, en las elecciones llamó a detener a la hija de Fujimori votando por él y, ayer, apeló a su liderazgo para convencer a los otros diputados del Frente Amplio peruano para no darle la victoria política a la cuestionada familia.

Para ellos el costo también es alto. Tienen veinte diputados en la Cámara, hoy partidos por la mitad. Contrarios a los de Mendoza están los liderados por Wilbert Rozas, el portavoz de la bancada frentamplista hizo un llamado a que cada parlamentario votara según dictara su consciencia: “Nos ratificamos en nuestra moción de vacancia y quería hacer un llamado para dar un voto de conciencia”, dijo insistiendo en que su partido no es el “furgón de cola” ni del fujimorismo ni del aprismo. Para este grupo la opción es una sola: “sacar a todos los corruptos del poder” y luego avanzar en una nueva Constitución, reiteró el político.

Las dudas sobre PPK

“Vengo a enfrentar de pie y dando la cara una acusación falsa y ominosa, movida por un deseo inconstitucional de apartarme del poder por la fuerza de sus votos. Vengo a demostrar mi inocencia. Lo que está en juego es la democracia, que tanto le costó al Perú recuperar. El pueblo no perdona ni olvida. Todo en mi vida lo he logrado en base al esfuerzo y trabajo honesto. Vengo a decirles mirándoles a los ojos que no soy corrupto y no he mentido. Jamás he favorecido a ninguna empresa. No tengo nada de lo que avergonzarme, siempre he actuado conforme a la ley y a la ética”, dijo el mandatario a primera hora en Lima. Hasta ahora, nadie ha conseguido comprobar que hubo corrupción. Solo se sabe que su empresa recibió dineros de Odebrecht, maniobras que el millonario desconocería porque cuando entró en política dejó la compañía en manos del chileno Gerardo Sepúlveda.

Pese a sus disculpas, muchos creen que el presidente mintió. Ya lo había hecho antes, cuando dijo que no tenía ninguna relación con Odebrecht. El escándalo estalló cuando la compañía presentó los contratos entre ellos y la empresa de PPK. “Lamento sinceramente no haber advertido antes, pero eso no me convierte en un corrupto ni supone una infracción a la Constitución. Comprendo que debería haber ofrecido un conjunto de documentos. No he sido suficiente prolijo, pero no soy corrupto, agregó.

En los próximos días se sabrá si el indulto ofrecido al padre Fujimori fue parte de su cálculo político. Mientras todos hablan de que PPK carece de carisma en el mando, nadie puede negar que maneja muy bien la guerra interna entre los Fujimori. Keiko no habla con su padre y no quiere el perdón, pero Kenji sigue siendo fiel a su progenitor. Justo ahí presionó Kuzcynski. Hoy el presidente sigue teniendo 18 apoyos parlamentarios, pero luego del fallido proceso de destitución, el Frente Amplio está quebrado y el fujimorismo partido en dos.

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