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Alexis Cortés, analista: “Sin Lula, la única candidatura es la de un profascista”

El sociólogo explicó y analizó para nuestro medio la actual inestabilidad política del gigante sudamericano, sus causas y repercusiones. “Hay quienes alertan sobre una salida militar a la crisis”, aseguró.

P. López y C. Villa

  Miércoles 7 de marzo 2018 16:26 hrs. 
foto brasil

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Desde el llamado golpe de estado parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, en 2016, Brasil se ha visto envuelto en una permanente crisis política. El cuestionamiento a las instituciones, los casos de corrupción y la falta de liderazgos han abierto las puertas a una inestabilidad pocas veces vista y que incluso ha servido de pretexto para una intervención militar en Río de Janeiro.

El presidente Michel Temer –por el que ningún brasileño votó- cuenta con una popularidad de menos del tres por ciento y sin embargo insiste en presentarse como candidato presidencial de cara a las elecciones que tendrán lugar en octubre próximo.

Otro de los posibles candidatos es el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, también acusado por corrupción, sin embargo con una popularidad que le garantizaría el sillón ejecutivo del gigante sudamericano.

Pero este martes, el primer presidente obrero de Brasil sufrió una dolorosa estocada, ya que el Superior Tribunal de Justicia rechazó un habeas corpus para evitar que Lula sea encarcelado cuando finalice la apelación de su condena en segunda instancia a 12 años por corrupción.

Si es que la condena a Lula llega a hacerse efectiva, el candidato presidencial con más posibilidades de quedarse en el cargo sería Jair Bolsonaro, actual diputado y ex policía militar, homofóbico declarado y un ferviente defensor de la última dictadura en su país (1964-1985), de hecho, el 2016 declaró para una radio local: “el error de la dictadura fue torturar y no matar”.

Ante el actual escenario de Brasil, Radio y Diario Universidad de Chile conversó con el analista y académico de la Universidad Alberto Hurtado, Alexis Cortés, quien conoce de cerca la situación brasileña, pues su magister y doctorado en sociología los cursó en aquella nación.

¿Qué consecuencias tiene la última decisión de la justicia brasileña sobre las aspiraciones políticas de Lula?

Pone una pala más de cal sobre las posibilidades reales de Lula a presentarse como candidato gozando de libertad. Básicamente el resultado de la decisión en esta instancia fue rechazar un habeas corpus preventivo para evitar que Lula fuese llevado a prisión antes de que se concreten los últimos procedimientos restantes de los cargos que se le imputan. Lula, en las últimas encuestas publicadas continúa liderando, casi de manera exclusiva, todos los escenarios posibles con cerca de un 33 por ciento de intenciones de votos. Lo preocupante es que simulando otros escenarios sin Lula, la única candidatura que se ve viable es la del ultraderechista Jair Bolsonaro, entonces ni siquiera la posibilidad de que Lula se convierta en un gran elector, buscando transferir los votos a otra candidatura de izquierda o del Partido de los Trabajadores (PT) aminora las posibilidades de que haya un giro radicalmente conservador y asustador en Brasil, pues ya es otra cosa es hablar de un tipo con una trayectoria y con una perspectiva profascista como la de Jair Bolsonaro.

Una cosa es tener un gobierno neoliberal, impopular, corrupto, como el de Michel Temer y otra es un posible mandato de Bolsonaro. Ahora, ya no cabe duda que los tribunales en Brasil actúan políticamente.

Como lo hemos venido analizando hace más de un año, las instituciones brasileñas están viviendo un proceso crítico, una metástasis -para usar una metáfora que utilizó el propio Temer cuando decretó la intervención militar a mediados de mes en Río de Janeiro-, una metástasis que ha llegado al propio poder judicial, que ha sido un poder que está reiteradamente incidiendo con decisiones de origen judicial pero con enormes consecuencias políticas, que nacen por ejemplo con la prohibición que Lula asumiera un ministerio previo a la realización del impeachment a Dilma Rousseff. Recientemente el poder judicial volvió a intervenir para evitar el nombramiento de una ministra –vale decir- bastante corrupta del gobierno de Temer. Aunque ella sea una persona que no tiene las condiciones políticas, éticas e intelectuales para asumir ese cargo, no corresponde que el poder judicial intervenga e interfiera en una decisión que es política y que debiese ser de exclusiva responsabilidad del presidente, independiente de quienes sean los nombres. Esto contribuye a hacer aún más pesada la crisis institucional que vive Brasil en estos momentos.

 Lula, con o sin razón, está enfrentando un creciente cuestionamiento de los medios de comunicación, de los tribunales de justicia y, sin embargo, el ex presidente persiste en el primer lugar en cuanto a intención de voto. ¿Qué ocurre para que un sector mayoritario de la población crea más en Lula que en los medios y las instituciones de la República?

Bueno, los resultados de las encuestas recientes muestran que toda esta campaña de desgaste y torpedeo a su candidatura han perjudicado su popularidad, al contrario, ha aumentado. Y es que independientemente de las condiciones actuales de la política brasileña, sigue siendo un consenso en los sectores mayoritarios de la población que el gobierno de Lula implicó un progreso significativo en la calidad de vida de las personas, en la estabilidad del país, en el crecimiento económico, que son cosas que en estos momentos tambalean. En los gobiernos del PT, sobre todo en el de Lula, cerca de 30 millones de personas salieron de la pobreza, y sin embargo hoy esta cifra se está revirtiendo. El número de personas con problemas para acceder a los alimentos básicos aumenta, la precarización del empleo debido a la reforma implementada por Temer también es creciente. Solo recientemente se ha visto una pequeña recuperación de un uno por ciento de la economía, entonces estos elementos muestran que el legado de Lula es mayor que el impacto de las acusaciones.

Pareciera que la manera de proceder de las autoridades brasileñas están llevando al país a la destrucción, la degradación institucional es tan evidente, sin embargo ocurre en un país donde nadie apoya a Temer, pero tampoco nadie se mueve para derrocarlo, pese a sus medidas.

Situaciones excepcionales provocan medidas excepcionales, es decir, medidas que bajo condiciones normales no serían pensables ni posibles. Se saca a una presidenta impopular por alguien infinitamente más impopular. Se saca a una presidenta que estaba siendo acusada de corrupción con argumentos bastante inconsistentes, por alguien comprobadamente condenable, de hecho, Temer es el único presidente en ejercicio de la historia de Brasil que ha sido procesado en el cargo por delitos comunes, y si no se llevó adelante la investigación, fue porque está en el cargo. Apenas concluya su gobierno –a no ser que logre una improbable reelección- irá a la cárcel. Pero esta situación excepcional, donde tenemos un presidente absolutamente impopular, supone que puede tomar medidas que son impopulares porque no pierde nada. Eso es lo que explica en parte sus intenciones de privatizar empresas estratégicas del Estado brasileño, también la reforma laboral, que supone roer la arquitectura de protección social, el contrato laboral que regía en el país desde los años 30 más o menos, algo que ni los militares se atrevieron a sacar. Esto es lo que explica que haya un presidente como él, aun así Temer no ha conseguido implementar la reforma previsional, que sería el principal mandato de los sectores más poderosos. De hecho la intervención militar en Río de Janeiro impide que pueda hacer cualquier alteración a la Constitución, y una reforma previsional implicaría cuestionar y reformar la Carta Magna. Entonces, al final de su gobierno, se está mostrando como alguien ni siquiera útil para estos sectores que promovieron o que miraron con buenos ojos la llegada al poder de este presidente, que además fue humillado en el reciente carnaval siendo representado con caricaturas de vampiros chupasangres. Ahora ¿qué es lo que podría dar estabilidad? Esto es preocupante, pues cuando se llama a los militares al gobierno es porque tenemos un gobierno extremadamente débil. Está creciendo el número de militares activos que están siendo nombrados en cargos estratégicos, en el propio Ministerio de Defensa, que desde que fue creado nunca fue conducido por un militar, la idea es que fuera un civil demostrando cual era la subordinación existente en el país. Hay quienes empiezan a alertar sobre la posibilidad de que la salida a esta inestabilidad esté por el lado militar. En esto quiero recordar el concepto de Luis Felipe Miguel, analista político brasileño, de que con la llegada al poder de Temer comienza una transición hacia una dictadura.

Hablemos en clave regional. Una cosa es la vida para Evo Morales y Nicolás Maduro con Lula al lado, y otra es sin él. Desde la vereda de en frente, una cosa es la vida para Mauricio Macri y Pedro Pablo Kuczynski con Lula, y otra muy distinta es sin él. Me imagino que los grandes poderes están atentos a la situación de Lula no solamente en función de Brasil, sino por el peso de este en toda le región.

La situación política de Brasil afecta fuertemente las posibilidades de que el continente pueda desarrollar una política independiente, porque se pierde la única voz que podría tener las condiciones de cumplir un rol de portavoz de la región, y así lo estaba consiguiendo. Además, la situación brasileña ha tenido efecto en este giro conservador que está tomando el continente, no solo en las naciones que democráticamente han optado por gobiernos de derecha, sino también en aquellos países donde es posible que se amplifiquen crisis que ya se vienen arrastrando como es el caso de Venezuela donde la situación es muy problemática, y donde en todo caso el nivel de apoyo a Maduro es infinitamente superior al de Temer. Pero precisamente la situación de desesperación que vive Temer, podrían llevar a situaciones inusuales. Hay incluso algunos analistas que se comienzan a preocupar sobre posibilidades como una posible movilización de tropas brasileñas a la frontera con Venezuela pensando en una posible intervención, que es algo de lo que se viene hablando. Una posible intervención regional, obviamente amparada por Estados Unidos, para darle una salida al impase democrático que hay en Venezuela, sería terriblemente preocupante, y es una dimensión mucho más radical de lo que hemos analizado en el último tiempo.

 

 

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