Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 19 de abril de 2024


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Remedo de país


Lunes 19 de marzo 2018 7:09 hrs.


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Señor director:

Una de las grandes victorias póstumas de la dictadura ha sido la fragilización de nuestras instituciones y la instalación en su lugar de unos poderes fácticos que han seguido fortaleciéndose en los últimos 28 años. El régimen en el que vivimos ha tomado así su verdadera dimensión: la de una ficción de democracia que no puede sino repugnar a quienes aspiran a una real ciudadanía.

La tragedia nacional del Sename, que aún espera sus responsables y sus culpables, ha venido a ilustrar la negligencia criminal y  la impericia de quienes dirigen muchas de nuestras entidades públicas. La ineficacia de múltiples Superintendencias que debieran velar por los intereses de nuestra población en diferentes dominios es tan patente que llega a ser grotesca. La gesticulación estéril de una Fiscalía Nacional que ni siquiera ha logrado arrastrar en justicia a quienes han financiado y a quienes han recibido los dineros de Soquimich pone al descubierto la fragilidad, cuando no la vacuidad, de este recién  nacido del poder de juzgar.

Sin embargo, la población chilena parecía haber sido ya vacunada contra el empobrecimiento de sus instituciones. En efecto, los chilenos parecían  haber aceptado que se haya vaciado casi completamente de sus atributos a la Contraloría General de la República, y se habían acostumbrado también a soportar  un Poder Judicial que ha servido tan dócilmente al tirano y a sus infeudados  hasta hoy en día y a un Poder Legislativo que  no solo ha sido relegado a la periferia, como si se tuviera vergüenza de él, sino que se ha  convertido en una asamblea de zapatones, unos zapatones  calzados por el Presidente de turno que les dicta las leyes como el maestro  sus lecciones a los escolares primarios.

Pero eso  no ha bastado a quienes persiguen desde hace más de cuatro décadas la demolición de todo lo que pueda parecerse a un Estado soberano y democrático.

Así los sistemas de previsión del Estado se vuelven fuentes de enriquecimiento personal para ex juntistas, oficiales superiores o parientes de la casta política, mientras la gran mayoría de los pensionados recoge las migas del banquete de aquéllos. Las municipalidades son incapaces de asumir sus responsabilidades educativas y de salud y se convierten a menudo en un simple trampolín para carreras políticas nacionales. Los subsidios millonarios para un transporte colectivo desfalleciente van a parar a los bolsillos de empresarios donde impera la avidez y el cretinismo, unas cualidades compartidas a menudo por los jefes de empresa que se ocupan de servicios tan esenciales como el agua, la electricidad, el teléfono.

Así la voluntad deliberada  de demolición de nuestra institucionalidad ha llevado a ésta a un descalabro tal que hablar de colectividad nacional ya no tiene ninguna significación. Salvo si se piensa que el hecho de que la gran mayoría de los chilenos que somos simples espectadores de los florecientes negocios de los magnates y del tren de vida de sus vasallos constituye un lazo de hermandad con éstos y aquéllos.

Qué le hora se acerque en que nuestro pueblo protagonice otro de esos episodios de su historia que han esculpido, con  fuerza, nuestra nacionalidad.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Envíanos tu carta al director a: radio@uchile.cl