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Hugo Herrera: “El discurso del éxito económico no sirve para la nueva época”

El filósofo y académico señala los desafíos del gobierno de Piñera en un país, donde, a la derecha, ha terminado la hegemonía del “Chicago-gremialismo” y, hacia el centro, Renovación Nacional ha sido aceptada en la internacional demócrata cristiana.

Patricio López

  Domingo 8 de abril 2018 13:41 hrs. 
filosofo de derecha hugo herrera

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El filósofo, académico y columnista Hugo Eduardo Herrera se ha convertido en uno de los intelectuales más escuchados en su sector y cuyos planteamientos resuenan también fuera de él. Propugna la necesidad de una derecha genuinamente política, más diversa y a distancia de los poderes económicos. Afirma, también, un cambio veloz en las circunstancias y en las posibilidades de alianza para el sector, a la luz de la aceptación de Renovación Nacional en la internacional demócrata cristiana. “Algo habrá hecho RN que antes no hacía”, señaló, para agregar que hoy la DC y RN operan bajo los mismos principios.

Vamos a partir donde dejamos nuestra última conversación, a fines de agosto del año pasado. El titular que elegimos para aquella entrevista fue: “Si Piñera hace un gobierno economicista, estará condenado al fracaso”. Al cabo de unas semanas ¿el Presidente está haciendo eso o algo distinto?

La advertencia se mantiene, porque la cabra tira pal montecomo dicen, y hay una inclinación que se mantiene ahí latente, pero creo que a pesar de eso el Gobierno ha hecho una buena instalación. Haber definido cinco grandes acuerdos, y que son temas importantes, fue una buena señal. Se ha estado trabajando consistentemente en ella, el Gobierno ha tenido la iniciativa, que es algo muy importante.  La agenda de este momento la tiene el Ejecutivo, en comparación con una oposición un poco desordenada que no logra dar con el tono, que no logra juntarse.

En comparación también, el Gobierno cuenta ahora con unos partidos políticos en la coalición Chile Vamos que están mucho más ordenados. Tenemos a la UDI, a pesar de que tienen conflictos internos, en su relación con el Gobierno están bastantes ordenados. Han logrado darle un tono incluso a las discrepancias, sobretodo en temas morales o valóricos,un tono no estridente y además veo a Renovación Nacional muy fortalecido.

En el balcón de La Moneda el día 11 de marzo, Piñera planteaba su añoranza de la política de los acuerdos. Pero aquello tuvo su contexto: la amenaza de lo que en su momento se llamó, eufemísticamente, la regresión autoritaria; un sistema de elección parlamentaria que tendía a arrastrar las fuerzas parlamentarias hacia el centro; una canalización menos conflictiva de las contradicciones sociales ¿Cómo podría ser una eventual política de los acuerdos en un país tan diferente de aquel?

Es una buena pregunta. Quizás convenga situar esto en el contexto, porque es importante para analizar lo que estáocurriendo. Es difícil decir que es lo que está pasando, porque tenemos un país un poco esquizofrénico. Hemos tenido años cíclicos de movilizaciones, estamos en un periodo calmo, pero quien dice que el próximo año no va a haber otro levantamiento de la movilización social. Tenemos una nueva composición del entramado social, tenemos la gran inmigración que ha venido a Chile, tenemos una clase media que por primera vez en nuestra historia es mayoritaria, y los postergados de siempre que están ahí también, pero en todo este cumulo de complejidad, los reclamos son más sofisticados, son más difíciles de asir por el sistema público, entonces ahí se genera una tensión que uno la ve como, por una parte, una cierta satisfacción con la vida personal, pero a la vez con un cierto malestar con la política y económicatanto del Estado como de los privados. La Isapre y el Registro Civil entran en la categoría similar, entonces frente a ese contexto yo creo que las reformas a las que apunta el Gobierno están bien, pero lo que hay que preguntarse es si serán suficientes. En este momento en Chile lo importante es asentar consensos políticos, sobre la forma del Estado y sobre la forma de régimen político que queremos mantenerdigamos, para darle proyección al país en los próximos 30 años, 40 años.  Y ahí hay tensiones que no están suficientemente consideradas en la agenda. La discusión, por ejemplo, sobre las regiones, qué va a pasar con las ellas. Estamos llenos de soluciones parches, se crean nuevas regiones y eso es antiregionalismo, digamos, porque es dividir.

Se necesitan mega regiones, pero quién va a abordar esa tarea, quién va a abordar la profesionalización de laburocracia estatal, para tener efectivamente funcionarios públicos que se mantengan con los años, en vez de funcionarios partidistas. El Estado es visto muchas veces como botín y tener una burocracia que se mantenga y le continuidad a las políticas, es parte de las reformas que a mí me parecen fundamentales y que tienen que ver también con el desarrollo económico, porque éste incide en último término con el desarrollo que tanto le importa a cierta derecha. Si no hacemos esta reforma no va a estar la institucionalidad y no va dar el ancho para realizar ese desarrollo.

A consecuencia del sistema de voto voluntario, no es necesariamente igual una mayoría social a una mayoría electoral. Algunas de las medidas que ha implementado el Gobierno en las últimas semanas parecen ir en la dirección contraria de lo que piensa la mayoría de la población. El protocolo del aborto en tres causales, el elocuente silencio del Gobierno respecto al fallo del Tribunal Constitucional sobre el lucro en educación, el frenazo a los cambios en el crédito con aval del Estado, entre otros. La ministra Pérez ha dicho algo que parece irrefutable: “Las elecciones las ganamos nosotros y nosotros gobernamos con nuestras ideas”. Pero puede ser que el país piense distinto a quienes fueron a votar ¿Cómo se debe resolver este asunto?

Creo que el Gobierno efectivamente da ahí con un punto. El Ejecutivo tiene la labor de interpretar lo que está pasando y tiene que cumplirla con delicadeza, con finura, porque de eso depende el liderazgo precisamente político, que fue lo que le faltó la vez pasada. Sacamos poco con diseñar una agenda muy bien planificada, con una puesta en escena que en principio suena muy plausible, pero no sé si está realmente interpretando lo que está sintiendo la ciudadanía.

En ese sentido, me atrevería a decir, eso sí, que el Gobierno se enfrenta en esta pasada con una base de apoyo político que es mucho más interesante que la vez pasada. Hay una noticia que pasó casi desapercibida: la incorporación de Renovación Nacional a la Internacional Demócrata de Centro, a la antigua Internacional Demócrata Cristiana,donde entonces a partir de ahora pertenecen en Chile dos partidos: la DC y RN. Esto fue apoyado internacionalmente, no fue una medida entre gallos y medianoche, fue respaldado entre otros por la canciller Angela Merkel.

Esto ocurrió un poco antes del cambio de mando.

Claro, en febrero. En Chile pasó desapercibida, pero la noticia fue importante. Creo que hay ahí un posicionamiento de un partido, que por lo demás tiene una cierta enjundia intelectual, que lo posiciona políticamente hacia al centro. Por primera vez la centro derecha tiene la posibilidad de empezar a caminar, a construir una clara identidad específicamente política, que es algo que no ha estado muy claro en el pasado, en la derecha de la transición, cuando la relación entre los grupos económicos y la derecha era muy estrecha. Y eso se ha empezado, creo, a separar con hechos como éste, muy sutiles pero que terminan siendo muy relevantes.

El problema que tenemos en Chile es que hay políticas que en otros países ni la derecha las defiende. Éramos uno de los seis países que teníamos el aborto prohibido a todo evento, para la derecha europea la importancia del Estado no se discute, tampoco la inexistencia del lucro en la educación con recursos públicos ¿Cómo aterrizan en el nuevo gobierno estos debates que parece que, ademáspara la ciudadanía son importantes, como quedó claro cuando el compromiso Piñera-Ossandón respecto a la gratuidad pareció favorecer al entonces candidato?

Creo que, por ejemplo, es importante mantener la gratuidad,y el candidato Piñera se dio cuenta de eso, pero creo que hay otro tema, que es tan importante como ése, que es cómo vamos a financiar la buena enseñanza y la buena investigación en el sistema universitario. Porque resulta que hay algo que no se ha tenido muy en cuenta en la discusión y que responde a una ley de aritmética simple: dos son más que uno. Qué quiero decir, que cuando la educación superior, y esto uno lo puede ver en estudios comparados respecto aotros países, que cuando en la educación superior contribuyen los privados y el Estado, la educación superior cuenta con más recursos que cuando a ella solo contribuye el Estado. Si lo contribuyeran los privados sería el mismo caso. Entonces, no hay que perder de vista además, que un sistema de financiamiento mixto permite mayores grados de libertad, porque el control del financiamiento al final terminasiendo el control del sistema. Entonces, si el financiamiento es mixto, significa división del poder del control sobre el sistema universitario. Entonces, mas allá de la discusión puntual sobre el CAE, que creo que por supuesto hay que perfeccionarlo, y de cómo vamos a financiar a los alumnos, porque de eso se trata, de que todos estén financiados, y de que eliminemos el lucro, que es otro asunto con que estoy de acuerdo, hay que tratar de velar por un sistema de distribución del poder. En donde el financiamiento sea mixto, una parte la pone el Estado, y una parte la ponen los privados. Hoy se hizo gratuidad y está bien. Pero el Gobierno fijó un arancel de referencia mucho más bajo que lo que cobran las universidades, con lo que éstas empiezan a quedar con muchos menos recursos ¿con qué van a financiar esas universidades de investigación? Ésa es la pregunta y no hay respuesta, el gobierno de Bachelet no la tuvo. Ahí hay un problema serio con el sistema universitario que no se ha visto bien todavía, y en el que el Gobierno va a tener que intervenir. Pero creo que en esto no hay que perderse tampoco. La ciudadanía ha sido clara que hay que financiar a todos los que tengan la capacidad, o el gusto por educarse, y que en el sistema hay que tratar, de las maneras posibles, de eliminar el lucro, porque la educación es muy cara.

El Gobierno, en su consideración, no debería perderse en esos puntos.

No, claro. Es el marco en el cual tiene que operar. Ahora vino esta decisión del Tribunal Constitucional, hay unas decisiones jurídico-expertas ahí a las que hay que atender, pero ese fallo era perder al Gobierno, que debiera velar por estos dos principios: financiarlos a todos y eliminar el lucro. Y avanzar en consecuencia. Y además un tercer principio, que es éste de la distribución del poder económico, del control del sistema.

Desde hace un tiempo usted viene planteando que es necesario para la derecha, pero para el país también, avanzar hacia un sector que sea genuinamente político, de deje de ser un mero brazo de los poderes económicos ¿En qué está ahora esa tensión?

Pasa que, si uno mira la historia de la derecha, a lo largo del siglo XX hay sectores liberales, pero también sectores social cristianos muy importantes, de ahí incluso la Democracia Cristiana. La primera federación obrera de Chile fue fundada por el Partido Conservador, por Emilio Cambié y Pablo Marín. Después llego Recabarren, pero antes estuvo en control de los conservadores durante una década. Había otras vertientes, una que yo llamo nacional popular siguiendo la nomenclatura de Subercaseaux, que es la de Encina, Edwards, Darío Salas, Luis Galdames, que dieron un debate sobre la educación en Chile que fue muy interesante. Y que también se dejaban vincular con lo que llamamos comúnmente como derecha. Pero vino la Dictadura y adquiere predominancia, por sobre todas las otras ramas, la derecha liberaleconómica, vinculada a su vez con lo que uno podría llamar el economista orgánico, al estilo del intelectual orgánico de Gramsci. Tipos que se fueron a estudiar a Chicago y volvieron, cuya expresión, por decirlo así, de lo que habían aprendido, se resumía en tener éxito en la economía.

Una mirada que además no tiene concepto de identidad nacional y está adherida a un territorio específico.

Así es. Y que es presa de un discurso que tiene eficacia en el ámbito económico, pero cuando se extrapola a todos los ámbitos sociales, se vuelve reduccionista. Porque el despliegue del pueblo, de un país, no tiene que ver solamente con la economía. La economía es la olla de la que todos comemos. Pero como decía un profesor, “no todo es fútbol”. No todo es economía. Aquí nosotros vimos una trenza entre estos economistas orgánicos y la política, que hizo que esa derecha preponderara durante toda la transición. Y recién hoy, cuando se dan cuenta que ese discurso de guerra fría, de éxito económico, no sirve para la nueva época, para un nuevo pueblo cuyas demandas son mucho más diferenciadas y sofisticadas, es cuando despiertan las otras tradiciones. Y tenemos presencia de grupos social cristianos, en la Católica, como Solidaridad y el diputado Schalper, que vienen de esa vertiente; o grupos de una corriente más nacional, del antiguo Partido Nacional, que buscan desplegar un discurso específicamente político. Y diferenciar lo que se podría llamar la derecha económica de la derecha política. No para eliminarla, pero sí para mantener las distancias necesarias, porque la conducción política del pueblo no es posible ya, con el discurso economicista.

Éste no es solamente un análisis académico. Ésta es una disputa por la hegemonía del sector ¿Cómo debería maniobrar en ella el Presidente?

La relación entre dinero y política hay que eliminarla, pero la disputa ideológica entre estos sectores no creo que sea necesario zanjarla, hay que mediar. La política se trata de eso y el gran político sabe de eso. Si Piñera quiere transformarse en un gran político, va a tener que saber hacerlo. Manejar tensiones. En la derecha yo he distinguido cuatro tradiciones. Social cristianos, nacionales, liberales cristianos que uno puede vincular a la UDI, y liberales laicos. Ésas cuatro tradiciones son la centroderecha chilena. Si uno quiere seguir gobernando en una gran alianza, tienen que estar todas, lo importante es que estén todas adecuadamente representadas, sin ventajas tramposas, y en un proceso de deliberación, donde no se trata simplemente de tener una máquina de repetir opiniones, sin hacerse cargo de la situación, sin entrar en la discusión con la izquierda. No me gusta el término “batalla de las ideas”, que se ocupa en ciertos sectores, me parece que hay que tratar de comprender al país, un diálogo con los otros sectores, que es lo republicano. Y para que el sector sea exitoso en ello la labor de Piñera va a tener que ser, me parece, mediar entre estas tradiciones.

La Democracia Cristiana decidió no perseverar en espacios de coordinación con lo que fue la Nueva Mayoría ¿Hay espacios para alianzas políticas con ese mundo, teniendo en consideración, por ejemplo, que hace pocos días estuvo acá Genaro Arriagada, quien dijo “yo jamás votaré por la derecha”? Claro, asumiendo que la elección parlamentaria de 1973 fue en un contexto muy excepcional.

La Historia está pasando por sobre afirmaciones como esa. Porque claro, Genaro Arriagada puede decir “jamás voy a votar por la derecha” si es la derecha de guerra fría, el Chicagogremialismo como lo definía Jovino Novoa, quien está en cuarteles de invierno en estos momentos. Pero si estamos hablando de una nueva centro derecha, de un partido por ejemplo, como Renovación Nacional, que está en la misma internacional que la Democracia Cristiana, uno tiene que preguntarse si no ver que las cosas están cambiando es caer también en un dogmatismo de la Guerra Fría. Renovación Nacional tiene que haber hecho algo para que lo admitieran por unanimidad en esa coalición de partidos. El escenario se está desplazando demasiado, y puede que ser, claro, que Genaro Arriagada cumpla lo que dice, en el sentido que no se va a ligar con la derecha, pero si podría ligarse con un partido de centro derecha, que es ahora Renovación Nacional, que está en su misma Internacional. Eso lo veo bien factible, porque están operando según principios comunes.

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