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Brazos vacíos: la lucha de las madres que buscan nombrar a sus hijos nacidos muertos

¿Por qué no se puede nombrar a un mortinato?, ¿un nombre cambia el origen del “ser persona”? ¿esta iniciativa podría ser usada por el movimiento anti-aborto? El proyecto será revisado por la Comisión de Constitución del Congreso. mientras los grupos civiles detrás de la pre norma buscan patrocinio al trámite parlamentario.

Paula Campos

  Lunes 21 de mayo 2018 14:44 hrs. 
LEYNN

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“A los 5 meses de embarazo en control con la matrona, me dijo que no escuchó los latidos de mi bebé, pero que no me preocupara porque según ella mi placenta estaba muy adentro y esa era la razón.

Me fui tranquila, confiando en sus palabras. Sin embargo, una semana después, un cuatro de abril, con casi 6 meses de embarazo, trabajando en estación de Metro San Miguel, me vinieron fuertes dolores de parto. También me corría líquido entre mis piernas.

Me llevaron en ambulancia al Hospital Barros Luco, pensando que podía tener a mi hijo de forma prematura. Me preparé para un parto, pero cuando monitorean los sonidos del corazón de mi bebé, me volvieron a decir que no los escuchaban. De inmediato, le repetí lo que me había dicho la matrona días atrás: “La placenta está muy adentro”. Me mandaron a la sala de ecografías.

Me confirmaron que mi bebé había muerto a las 20 semanas de gestación. Estallé en llanto con la noticia, pero el ecografista me dijo “cállate, déjame terminar el examen”. Lo miré y me callé.  Al término del examen pregunté al médico si me harían una cesárea. De inmediato me respondió: “Si yo te opero, me acusarán de aborto, y tú y yo nos iríamos presos”.

Me pusieron Misotrol y me llevaron a una sala. Yo solo podía llorar. No lograba creer que mi hijo había muerto y que iba a tenerlo por parto normal. Me dijeron que no era posible ponerme anestesia y me dejaron allí, tirada en una camilla.

Al rato vino una matrona de lentes y pelo crespo. Ella me acusó de matar a mi hijo. Según dijo, yo jamás avisé que tenía problemas de infección urinaria… sólo pude gritarle, sentía mucha rabia y pena. Aunque no quería ser madre al principio y, en algún momento pensé en darlo en adopción, jamás le hubiera hecho daño a mi hijo. Cuando supe que estaba embarazada, tuve que luchar contra el rechazo de mi familia y la falta de apoyo, pero ahora, que estaba feliz con mi bebé, habiendo superado los obstáculos, él había muerto.

Estuve en esa camilla hasta el día siguiente. El 5 de abril, a las tres de la tarde, entre vómitos y diarrea tuve a mi hijo sola, y sin asistencia médica en una camilla. La niña de al lado llamó a la doctora cuando yo tenía a mi hijo apoyado en mis brazos, muerto. Mi pareja entró a golpes y pudo verlo. Fueron los únicos tres minutos que estuvimos juntos los tres.

Pregunté cómo podía sacar a mi bebé para darle sepultura, me dijeron que no me lo entregarían porque pesaba menos de 500 gramos, por lo que debía ser enviado como material para estudios. Lloré mientras me llevaban a sala de raspaje, recién ahí me colocaron anestesia. Desperté en sala de recuperación donde había una mamá con su bebé recién nacido … pedí la atención de un psicólogo, jamás llegó.

Finalmente lo entregaron, le dimos sepultura. Cuando pusimos su nombre en la lápida, me di cuenta que decía “Hijo de Diana Contreras Cifuentes”. Siete meses después, mi abuela logró que colocaran el nombre de mi hijo “Gabriel Antonio Durán Contreras” en la tumba porque en el certificado de defunción aún sale como “NN” y mi apellido.

Nombre: ¿un atributo exclusivo de la personalidad?

Diana, hoy miembro del movimiento de mujeres Reivindica y directora de la Fundación Ángel de Luz, está decidida a que su experiencia sirva para cambiar la ley y la cultura de violencia obstétrica que viven las mujeres madres de mortinatos.

En abril de 2018 el grupo y otros colectivos presentaron un proyecto para entregar identidad simbólica a estos hijos. La idea, según explicó en conversación con el programa Semáforo, es que –de forma voluntaria- los padres tengan la opción de entregarles una identidad, sin rut, únicamente con el fin de reconocer el proceso de gestación y maternidad que vivieron las familias.

Para Rosario Vidal, directora de Reivindica, este es un proyecto de fácil trámite legislativo. “No supone costos. Es voluntario y retroactivo. Lo único que queremos es reconocer un proceso hoy invisibilizado por la sociedad”, comentó en Radio Universidad de Chile.

El 10 de abril ingresó a la Cámara de Diputados. Este 8 de mayo avanzó a primer trámite constitucional: será revisado por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. Sin urgencias, los interesados esperan a que alguno de los nueve miembros les ayude a ponerlo en tabla.

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Antes, otras cinco mociones han intentado lo mismo: ¿por qué no se puede entregar nombre a un mortinato?, la dificultad tiene que ver con que el nombre es un atributo de la personalidad y, por tanto, al asignarlo a un no nacido, ¿se modifica también el momento en el que comienza la vida?

En un artículo único, el proyecto busca modificar el artículo 49 de la Ley Nº 4.808 que Reforma la Ley sobre el Registro Civil que impide inscribir a los mortinatos en el Registro, quedando carentes de un nombre con el que poder identificarlos, sustituyéndolo por el siguiente: “Se inscribirá en este registro, a solicitud del padre o de la madre, a la criatura que muere en el vientre materno o que perece antes de estar completamente separada de su madre o que no haya sobrevivido a la separación un momento siquiera.

Dicha inscripción será voluntaria y deberá contener, además de las indicaciones comunes a toda inscripción, el nombre y apellido del feto mortinato que indique la persona que la solicita (de los comparecientes).

Para el caso del feto mortinato, el otorgamiento de la licencia o pase de inhumación se sujetará a las formalidades prescritas por el artículo 46º y 47º en lo que fueren aplicables.”

Para la abogada María Paz Gatica, en este caso puntual, lo que se busca no es dar con el nombre un atributo de personalidad, sino –más bien- “conceder un derecho a las personas que iban a ser padres y no llegaron a serlo”. De esta forma, se avanzaría en uno de los objetivos de la iniciativa: ayudar a esas personas a procesar mejor su pérdida, a dotar de una cierta identidad a esa criatura que fue imaginada como parte de su familia.

La también docente de la Universidad de Chile explicó que “si esto fuese un atributo de la personalidad, sería un elemento inherente a su titular, y tenerlo no debiese quedar entregado a la voluntad de otro”.

De esta forma, en lo legal, no se aplicaría un cambio al momento en que un feto se convierte en persona, pero podría llegar a ser usado como un argumento para quienes se oponen al aborto: “Por cierto quienes son contrarios a la despenalización del aborto probablemente utilicen el argumento, si se llega a aprobar la iniciativa. Sin embargo, si uno mira la redacción de la disposición propuesta, ella coincide con los términos del artículo 74 del Código Civil, que indica que la existencia legal de la persona comienza con el nacimiento, y explica que hay nacimiento cuando la criatura se separa completamente del cuerpo de la madre y sobrevive un momento siquiera. El proyecto replica estos mismos momentos, y permite dotar de un nombre a la criatura que no los sobrevive. En consecuencia, se trata claramente de la posibilidad de dar un nombre a una criatura que no llega a tener existencia legal, que no es persona. No se pretende cambiar el momento en que la persona llega a existir”.

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