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Patricio Madera: un muralista patrimonial de la histórica Brigada  Ramona Parra

Jaime Lepe

  Martes 17 de julio 2018 10:00 hrs. 
FOTO PATRICIO MADERA (1)

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Pintor y muralista autodidacta de la Brigada Ramona Parra (BRP). Durante su trayectoria ha desarrollado talleres en universidades chilenas y europeas entre los años 1977 y 2014, y participó en espacios latinoamericanos como el “Encuentro Internacional de Muralismo” (México) y el mural colectivo con pintores bolivianos en La Paz, Bolivia.
“Conexión Patrimonial” de Radio U. de Chile, conversó con Patricio Madera, muralista con un extraordinario legado en el oficio de la pintura libre en espacios urbanos.

El oficio del muralista urbano – acotó – es esencialmente un trabajador del arte que labora en el espacio público, “nosotros nacimos en la calle y hemos estado toda la vida” en la ciudad, para “el transeúnte que camina por las calles y que se encuentra con un muro (…) que él se reconozca en el muro” – dijo Madera.

En 1968, en Chile, se vivía una efervescencia social y política de izquierda que aspiraba a ser gobierno a través de la candidatura de Salvador Allende, con la denominada Unidad Popular. En dicho contexto, a través de las Juventudes Comunistas, se crean las brigadas de agitación y propaganda para difundir el proyecto de la coalición, “salimos a la calle a pintar letras y consignas” con cierta ingenuidad y sin mucha experiencia gráfica previa. Las primeras ‘pizarras’ urbanas fueron las paredes de cierre del naciente Metro de Santiago, en plena Alameda, agregó Madera.

Los primeros eslóganes de la BRP fueron dedicados al programa que proponía la candidatura de Allende: ‘Medio litro de leche para cada niño/a’, ‘El Cobre para Chile’, ‘Educación gratuita secundaria’, entre otras propuestas. Pero, rápidamente los adversarios del centro y la derecha política comenzaron a imitarlos, también con brigadas muralistas, “con todo el poder, con todo el dinero que tenían” – relató Madera.

Los brigadistas populares descubrieron – ante la adversidad de mayores recursos de sus opositores – una forma económica y creativa de trabajar los muros. Lo primero era pintar sobre la gráfica del candidato opositor con un trazo negro al contorno, luego se rellenaba con letras rojas y posteriormente se fondeaba de color amarillo, para finalmente repasar los detalles, con lo cual se ahorraban dos tercios de material. Todo se debe al fundador y creador de la tipografía, Danilo “Gitano” Bahamondes, recordó el muralista.

Tiempo después, nacieron los primeros iconos de la BRP, sobre la base de las 40 medidas del Gobierno Popular, primero nació el característico ‘puño apretado’, luego vino la ‘paloma’ como símbolo de la vía pacífica al socialismo, una ‘espiga’ como el derecho al pan y un ‘engranaje de fábrica’ que representaba la dignidad del trabajo, todo enmarcado en un filete negro, argumentó.

Los referentes de estos jóvenes integrantes de las 300 brigadas “Venceremos” a lo largo de Chile, miraron México tras las figuras de grandes muralistas, tales como, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, quienes utilizaron el muralismo para alfabetizar a su pueblo y encendieron la llama grafitera de los ‘70.

“El título de muralista nos lo puso el pueblo” – recalcó Patricio Madera. En la actualidad, los temas religiosos – a pesar de no ser creyente – y populares, usados por el pintor, se debe a su génesis
nortina, muy ligada a las culturas precolombinas, especialmente en el uso de los colores y pigmentos ornamentales, señaló.

En un encuentro con Roberto Matta, el año 1971,“nos dice: ‘niños, ¿qué están haciendo? Lo que están haciendo es primera vez, única en el mundo”. Luego, les habría dicho: “Ustedes cabros chicos pobladores no tienen idea de arte’, y él dijo que venía a aprender de nosotros”, recordó este muralista patrimonial.

Entre los trabajos elaborados en Chile por Patricio Madera, destaca el homenaje al centenario de Pablo Neruda en Isla Negra y la conmemoración a los ‘100 años de la matanza en la Escuela Santa María de Iquique’.
Sobre una necesaria política en Chile para integrar y valorar el trabajo moderno del grafitero – aclaró que – es una necesidad social, cultural y popular como sello de identidad de un pueblo, tal como existe en diversos países de América y Europa.

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